Sigo con mi periplo de desgranar el método científico y entre las lecturas recomendadas para tal fin, destacaría esta de César Tomé López donde incluye el concepto de actitud en la definición de ciencia. Y claro, como psicóloga pues ya me ha conquistado…

«Si vemos todas estas razones vemos que la pregunta se disuelve como un azucarillo. En conclusión, no solo “el” método científico no es un axioma de la ciencia, ni siquiera es central en la ciencia [2].

Entonces, ¿qué es central en la ciencia? ¿Qué es lo que la separa de otras actividades que se preguntan sobre el mundo como la filosofía o la religión? ¿La falsabilidad? No, las actitudes[1].

Una definición de ciencia[2] basada en actitudes y que no hace uso del concepto método podría ser esta:

Ciencia es la búsqueda sistemática del conocimiento cuya validez no depende de un individuo o época concretos y que está abierta a cualquiera que quiera comprobar sus hallazgos o reproducir sus experimentos; esta búsqueda se enmarca dentro de un escepticismo sistémico y organizado que parte de la base de que nuestro conocimiento se fundamenta en modelos y que toda hipótesis es falsa mientras no se demuestre (dentro de lo que el razonamiento confirmatorio puede) lo contrario».

A partir de esta definición y tras lo leído en estas últimas semanas sobre lo que es (o no es) la ciencia, me resulta especialmente interesante la relación con conceptos tan abstractos e inicialmente alejados (errónea premisa mía) de ella como son el razonamiento, la mentira, la fe, los dogmas o la actitud. Quizás por mi formación humanista, aunque siempre queriendo acercarme al lado científico de mi profesión, la ciencia siempre me había resultado excesivamente fría, técnica y numérica. Habiendo abandonado por todo ello la necesidad de profundizar en su lado más filosófico y humanista, en resumen, humano.

Respecto a la aplicación a mi tesis doctoral, es obvio la necesidad de demostrar (o al menos intentarlo) la veracidad de una hipótesis que se deduce de años de experiencia y registros informales. La dificultad radicaba en su lado estadístico, sin encanto para mí, pero necesario de todas formas y al mismo tiempo de la falta de atractivo por su distancia con los parámetros más humanos. Viendo lo visto en estas últimas semanas, además de su faceta claramente filosófica y, aunque más difícil de hacerlo tan tangible como que una ameba se desarrolle o muera en una placa de petri, la ciencia aplica claramente a la Psicología y por lo tanto a mi objeto de estudio.

 

Imagen: freepik.es

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