07,00 a.m.: Suena el despertador, ducha rápida, desayuno y a ponerse el uniforme de trabajo. Hay tantos nervios como ganas de llegar a la meta, tanta ilusión como tensión por enfrentarse a la prueba de hoy… Y de fondo, la banda sonora de Rocky III:
“Tantas veces,
ocurre demasiado rápido,
intercambias tu pasión por gloria.
No pierdas de vista (no sueltes) los sueños del pasado,
debes pelear para mantenerlos vivos”.
Así es como te imagino antes de venir a una entrevista de trabajo, y no te sigo danto detalles porque me puede la imaginación. Te visualizo con los objetivos y las ideas claras, preparado para ofrecer lo mejor de ti en 45 minutos (sí, hago entrevistas de 45 minuto y de más, si me dejan).
Has superado los despropósitos que comentaba en la primera parte de esta trilogía (Lo que nunca te han contado sobre porqué NO pasas a la fase de la entrevista de trabajo) y cuando llegas a mí, se desvanece toda esperanza de encontrar en ti lo que necesito para llamarte mañana y decirte que el puesto es tuyo.
Porque de eso va la historia: de pasar fases, de sortear obstáculos, de superarte a ti mismo. De llenarte de barro hasta las cejas, de esforzarte y no tirar la toalla, de creer en ti. Y al igual que la vida, que en el día a día, la actitud al abrir la puerta que te lleva a mí para tener la entrevista de trabajo que tanto esperabas, es sólo una parte de nuestro encuentro.
Esta vez voy a hablarte en positivo, por eso de no ser repetitiva y cambiar las formas para ver si llego a ti, pero no dudes que intentaré ser igual de mordaz e incisiva que en el anterior:
– Cuando te llame por teléfono para citarte y vernos, por favor: pónmelo fácil. Cuida tu lenguaje, siéntate como si estuvieses trabajando, si vas caminando por la calle o te pillo haciendo algo que no puedes dejar, dímelo. No te quedes tumbado en el sofá o en la cama como si no te importase la llamada, que sepas que al otro lado del teléfono se nota todo y es muy poco profesional. Si estás ocupado y no puedes atenderme en condiciones, pregunta si puedo llamarte en otro momento o dime que lo harás tú (y pídeme el teléfono, claro…). Ayúdame a no tener que pensar: “Lo que mal empieza, mal acaba” o peor aún, de arrepentirme.
– Durante la llamada, pregunta todo lo que necesites saber para llegar a vernos porque luego vienen los lamentos: “no apunté bien el número de la calle, no sé el teléfono desde el que me han llamado, he anotado mal por quién tengo que preguntar…”. Estate atento y muestra interés por conocerme (y de paso a la organización de la que formarás parte…si te lo curras bien). Confirma datos antes de colgar como la hora, el lugar, el nombre de la empresa o de la persona de contacto. No temas parecer tonto por contrastar la información, te prometo lo parecerás mucho más cuando me llames por otro nombre o vengas otro día a la entrevista.
– Seguimos en la llamada: ya sé que hay datos interesantes que no “surgen” en la conversación como salario, funciones, horarios o vacaciones, pero si no te los cuento será que no puedo, será que no quiero. Ya sé que tienes que sopesar si te interesa desplazarte o no para conocerme, pero como comprenderás, si ya percibo eso al teléfono el resto de nuestra relación, puede ser una catástrofe. Muestra interés, por Dios! Aunque tengas tus propios intereses, faltaría más, quiere tenerte frente a frente y verte en acción, quiero ver cómo sudas la camiseta.
– Día D: organiza todo antes, anticipa posibles imprevistos, busca alternativas de transporte y recorridos, calcula tiempos, visita antes la zona, lleva bien cargado el móvil, una batería o un cargador… Todo es poco para evitar perderse por el camino, sufrir un pinchazo o encontrarte con un atasco. Llegar tarde está muy feo, pero no poder llamar para avisar de ello, lo es mucho más. Y claro, como comprenderás, así ya vas sumando puntos…pero negativos. Que eso le puede pasar a cualquiera, pero todavía no te has dado cuenta de que yo no quiero a “cualquiera” para el puesto, quiero al mejor.
– Imprevistos: Resulta que te ha ocurrido algo que de lo trata el punto anterior, o peor (a mí se rompió el tacón de un zapato de la que llegaba a una entrevista!!!) y no sabes qué hacer. Pues no desistas y sigue adelante, porque la entrevista ya ha empezado para ti, ya estás dejando tu huella desde el momento en el que buscas por todos los medios avisar de que llegas tarde, de cómo defiendes llegar cojeando a una entrevista y con un tacón en la mano, de cómo te las arreglas para convencer al conductor del autobús para que te lleve cuando no traes cambio. Eso, me interesa tanto (o más!) que el año en el que finalizaste el Master o la experiencia certificada en Excell. Tú verás lo que haces con esta información y como la manejas para hacérmela llegar, ahora ya no tienes excusa.
Y si finalmente no te interesa o no te apetece verme, avísame. Aunque no lo creas, tengo muchas cosas que hacer además de esperar por ti.
– Tensa espera: la entrevista continúa mientras esperas en recepción o una sala, incluso en el aparcamiento. Habla con las personas con las que te encuentres, saluda, sé amable e interactúa, no seas borde o desagradable, supera tu timidez. A parte de obtener información sobre la empresa de la que no eres consciente, estás empezando a transmitir tu imagen a las personas que ya forman parte de ella y quién sabe si ya te has cruzado con la persona que toma la última decisión sobre tu futuro y le has mirado con cara de asco. Suele pasar….
– Llegada triunfal. Y es que espero que llegues así, visualizando el triunfo, el éxito en la entrevista, cual Rocky entrenando en las escaleras. No quiero soberbias, ni salidas de tono, ni arrogancias, lo que quiero es verte seguro de que tu talento es el más adecuado para el puesto. Quiero que me inspires y transmitas todo lo que busco y que si no lo encuentro, te las arregles para hacérmelo llegar. Porque soy buena en lo mío y tengo buenos resultados, pero no soy infalible, tendrás que ayudarme a llegar a lo mejor de ti. Y tendrás que hacerlo desde el primer momento.
– 1º Round: abre la puerta con ganas, preséntate, camina con firmeza, siéntate o pregunta si puedes hacerlo. Observa, analiza, escucha, no monopolices la conversación, profundiza en aquello en lo percibas que sea interesante para ambos. Ni se te ocurra dar pena, lamentarte o pedir favores, tendrás que hacerlo con mucho arte para que siga adelante con las mismas ganas. Mírame a los ojos, muévete de manera natural, encaja los embistes que puedan llegar y defiende con elegancia tu posición. No me hables mal de un exjefe, excompañero o “extrabajo”, me obligarás a pensar que puedo ser yo la próxima… Ya sé que pido mucho, pero todo esto me lo ofrecen las personas que saben lo que quieren, seguras de sí mismas, con capacidad de transmitir y luchar por sus objetivos de manera limpia, y que cumplen con los requisitos de la oferta, obviamente. Y si no eres tú, lo siento, me lo estás diciendo a gritos en nuestra cita.
– Despedida: no te relajes, ni te confíes en exceso, esto no ha acabado aún. Quiero verte con el grado de tensión necesaria para seguir en activo y atento, porque la entrevista continúa. Todavía hay tiempo para últimas preguntas con matices triviales, agradecimientos, invitaciones a tomar contacto de nuevo…es decir, a meter la pata todavía o dar en la clave para que mañana te llame y te vengas al despacho de al lado. No me des más información de la necesaria y deja buen sabor de boca, quizás en esta ocasión no cumplas con los requisitos o haya candidatos que se adaptan mejor al puesto, pero si has dejado un buen recuerdo, quiero que sepas que tengo muy buena memoria y en tu cv, anotaré algo que me ayude a recordar el lugar privilegiado que tienes en mis archivos.
Esto se me hace corto, de nuevo, pero no quiero cansarte con tanta palabra (palabrería?). En resumen quiero que sepas, que me gusta ver a candidatos metidos de lleno en el barro mientras sonríen, que defienden y luchan por lo que creen, de manera limpia y dejando una huella memorable. Sin perder de vista el objetivo y sabiendo que ha merecido la pena llegar a dónde han llegado, porque lo que tienen, lo que hacen, lo que son no depende de mí, nunca lo ha hecho…
Espero haber rascado lo suficiente para hacerte pensar en cómo te enfrentas a las entrevistas y que hagas todo lo que hacías hasta ahora, pero mejor, con más ganas o de forma distinta. Y para que te quede claro que en esta lucha no estoy contra ti, sino contigo, en unas semanas te traigo mi visión sobre cómo nos tratan a los candidatos. Sí, sí, has leído bien, NOS, porque yo también he sido y soy candidata cada día.
Imagen: Farinato-Race (www.navarrainformacion.es)