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Nadie dijo que los inicios fuesen fáciles.

Ni los retornos.

Ni los finales.

Ni mucho menos, los puntos intermedios. Que ni pa´ lante, ni pa atrás.

 

Seguro que hoy, primer día del curso 2019-2020 para muchos, te identificas con cualquiera de estos puntos vitales.

 

Tú que me lees, quizás empieces tu primer día de trabajo, o sea el último y aún ni lo sepas.

 

O para ti, sea tu primer día buscando empleo, o el enésimo, que ya es un trabajo en sí mismo. Sobre todo, cuando lo haces bien.

 

O puede que sea tu vuelta al empleo que tanto te costó conseguir y ahora se te hace insufrible mantener. O sea tu salvación al no poder desarrollarte en ninguna otra área de tu vida que no sea la laboral.

 

Qué se yo la cantidad de situaciones por las que pueden estar pasando los más 7,700 millones de personas que somos en el mundo, como para tener la autoridad suficiente de decirte cómo tienes que enfrentarte a este primer día del nuevo curso, porque quizás seas tú el que tengas que darnos ánimos al resto.

 

Nos hemos pasado el verano escribiendo y leyendo sobre la desconexión digital, el agotamiento que genera la hiperconectividad, lo que nos cuesta centrarnos en nuestro tiempo libre…y ahora resulta que tenemos síndrome postvacacional.

 

Esto no hay quien lo entienda!

Bien merece un #SeNosHaIdoLaPinza!

 

Quizás nos empeñemos en patologizar todo e inventarnos síndromes (admito que tiene su punto…), cuando es posible que estemos como locos por volver a la rutina, incluida la de la queja: que si el cole, que si el trabajo, que si el jefe/compañero, que si el desempleo, que si la política.

 

Puede que sea un día clave o un día más, un día cualquiera, un día que has planificado hasta la extenuación o que improvisas como es costumbre en ti. O que estrenes la agenda a la que tantas ganas tienes o por el contrario te dejes llevar una vez más por el kaos que reina en tu vida y tanto te gusta.

 

Quiero que seas libre de llegar a la oficina con tu mejor sonrisa o con el ceño fruncido, siempre sin perder la educación. Me gustaría verte a la puerta del cole ilusionada por dejar a los peques en el cole y tomarte un café a solas contigo misma, o con una lagrimilla asomando porque los vas a echar de menos después pasar el verano juntos.

 

Me encantaría escucharte mañana  mientras hablas de lo idílico de tu período estival o de lo frustrante que ha sido al no poder hacer nada de lo que tenías previsto. Todo lo que digas o hagas me parecerá tan normal…

 

De veras, que cada vez se me hace más cuesta arriba darte consejos que no me has pedido sobre cómo debes llevar una vida perfecta, LA vida perfecta que se supone que todos debiéramos tener.

 

De ahí, que mi lista de tips para volver con fuerza (nótese la ironía…) son muy reducidos:

 

  • Tómate tu tiempo, teniendo en cuenta que tu entorno te lo marca de una u otra forma. Pero no te plantees darlo todo ni amargarte cada 5 minutos pensando que estás donde no te apetece. Intenta no moverte en los extremos, y si lo haces, no te martirices por ello, con ser consciente de ello e intentar frenar el bucle, ya estás haciendo algo.
  • Pide ayuda si lo necesitas: si no recuerdas algo, si estás cansada cuando “deberías” estar a tope, si te apetece compartir que tienes desganas… Pero también si estás entusiasmada con volver a la rutina o te encanta continuar en el punto donde lo dejaste hace unas semanas.
  • Plantéate objetivos realistas y propios, básicamente propios. No lo que se espera de ti, lo que deberías, lo que toca… Y compártelos con quienes crees que puedan ayudarte. Si lo tuyo no es el gimnasio, pues no te matricules en el que está de moda y si no te gustan los idiomas, pues ya no hace falta que te veas las series de HBO en versión original. Quizás te apetezca aprender a tocar la batería de una vez por todas…
  • Cuida tu cuerpo como lo haces al intentar pensar “en positivo” para volver mejor. Alimentación sana, descanso adecuado y tiempo de ocio mínimo, siempre adaptado a tus circunstancias y necesidades, pero en busca de lograr unos hábitos saludables.

 

 

Con esto, te deseo que tengas un buen lunes de vuelta al cole, pero no menos que el que te deseo mañana o te desearé dentro de 27 días exactamente. Y que sobrevivas a él todo lo dignamente que puedas si se te hace cuesta arriba o que sigas con el mismo ritmo que hasta ahora. Incluso hasta podría pedirte que lo aflojaras un poco si piensas que vas demasiado forzada.

 

En definitiva, que este es el antipost de la vuelta al cole y que no me pienso extender más que hoy también es un día duro para mí, o quizás esté tan ilusionada con la vuelta a la rutina, que no quiera dedicarle ni un minuto más a este texto. Lo mismo que deberías hacer tú y dedicarlo a lo que tiene que ser: tu vida, sin listados, ni recomendaciones, ni consejos no solicitados.

 

Feliz vuelta! O no…

 

Imagen: Getty Images.

Hoy tenía planificado publicar un post sobre otros contenidos, pero ya sabes que cuando la inspiración llega, no se puede luchar contra ella. Más bien, hay que aprovecharla.

Por varios motivos personales y profesionales, esta semana ha sido muy intensa, tanto para lo bueno como para lo malo. Y recordando una interesante conversación con dos grandes amigas, surgió este debate: en las redes sociales se percibe tu estado ánimo, ya sea bueno o no tan bueno, y al mismo tiempo, las redes sociales generan emociones en tí. Por lo que decidí hacer mi propia guía sobre cómo gestionar las emociones en las redes sociales.

Vamos allá!

1.- Las redes sociales unen, pero no atan: es decir, te hacen conocer a personas y generar relaciones, pero éstas pueden desaparecer a lo largo del tiempo, ya que nada es permanente. Es necesario que lo sepas y hagas uso de ello siempre que lo creas conveniente, pues también lo harán contigo… Nadie ha dicho que tengas que ser por siempre seguidor o amig@ de todos, lo serás mientras te aporten o aportes, recuerda que estás en todo tu derecho.

¿Cómo superar cuando alguien deja de seguirte?

¿Cómo dejar seguir a alguien o salirte de un grupo «sin ser visto»?

¿Qué hacer cuando te bloquean?

Me asusta que este tipo de preocupaciones abunden cada vez más en nuestras conversaciones y lleguen a generar trastornos del estado de ánimo cuya causa no existían hace 20 años.

2.- Tu número de amigos/seguidores no está directamente relacionado con tu impacto: tener mil amigos o seguidores, no significa tener mil apoyos o mil fans. Significa que tienes a mil usuarios que puede que vean tu perfil… o no. Asúmelo, te será mucho más fácil seguir disfrutando de las redes sociales y no “sufrir” cuando dejes de tener seguidores o contactos.

3.- No vas a gustar a todos: al hilo de un post anterior, no se puede gustar a toda la red, por lo que tendrás detractores, opiniones en contra o hasta enfrentamientos. No entres en ese juego, te desgastará y no es necesario para seguir en las redes sociales. No des valor a aquellas opiniones que no lo tengan, tenlas en cuenta lo necesario para mejorar y avanzar.

4.- Reflexiona sobre lo que generas en las redes sociales: no solamente como forma de conseguir más adeptos o mejorar tu imagen, sino porque aprenderás de tus errores y entrenarás tus competencias. Utiliza el feedback que recibes como forma de saber aquello en lo que estás teniendo éxito y saboréalo, pero también analiza lo que no consigues e intenta encontrar el motivo.

5.- Aprende: el entorno virtual está lleno de oportunidades de aprendizaje, de tu propio sector o de otros por conocer, pero también de personas y de sus experiencias. Quédate con lo mejor de cada uno de ell@s, y ofrece también tu mejor versión. Agudiza bien todos tus sentidos y crea contextos de aprendizaje, incluso de los que tengan un matiz agridulce (de esos, es de lo que más se aprende).

6.- Sé auténtic@: lo mismo que percibimos las emociones o intensidad en lo que se publica, también percibimos con el paso del tiempo quienes “inflan” su imagen o fingen aptitudes/actitudes. Y eso no gusta a nadie, así que si no quieres recibir regalos envenenados, tampoco los hagas. A todos nos cautivan las personas auténticas, que no venden humo y cuyos perfiles desprenden sinceridad.

7.- Te han decepcionado: Si descubres que alguien no es como tú pensabas: no pasa nada. Las personas nos creamos expectativas sobre los demás que en muchos casos no se cumplen, y en este entorno es mucho fácil equivocarse. Valora si quieres mantener esta relación y sigue con tu vida sin enfadarte, no le dediques energía ni tiempo a relaciones que no van a llegar a ninguna parte.

8.- No recibes lo que das: se habla de compartir, generar conocimiento, crear relaciones. Pero notas que no recibes lo que esperas… Puede, que además de haber puesto demasiada esperanza y esfuerzo en determinadas relaciones, quizás no estés en el lugar adecuado. La red es muy grande, no lo olvides. Busca tu hueco, seguro que lo encuentras, no desistas.

9.- Disfruta de las oportunidades: las redes sociales te permiten conocer a personas que de no ser por esta vía, habría sido casi imposible. Crea vínculos, cultívalos, mímalos y déjate querer. Siente el apoyo que recibes en aquellas ocasiones que no te esperabas (o quizás sí…) y agradécelo. Este mundo te da maravillosas sorpresas que debes recibir con los brazo abiertos, hay PERSONAS extraordinarias por descubrir.

10.- No todo lo que ocurre en las redes tiene que ver contigo: ¿te has parado a pensar en la cantidad de información y personas que se dan cita en el mundo virtual? No vas a tener capacidad para asimilar todo lo ocurre, ni falta que te hace, ya que todo lo que acontece no tiene relación contigo ni te aporta. Y no sólo me refiero a los contenidos o debates, sino a los conflictos inherentes a las relaciones que también se dan en este contexto. No todo gira entorno a tí, así que despersonaliza y relájate, que quizás ese comentario tan ofensivo no vaya por tí.

Espero haberte ayudado a gestionar las emociones que te puedan generar las redes sociales, si se te ocurre alguno que sumar a la lista, no dudes en comentarlo (estoy haciendo uso de los consejos 5 y 9 😉 ).

 

Todo esto me hace pensar que no estamos preparados a nivel emocional para un uso consciente de las redes sociales como una herramienta y canal de comunicación que nos ayude en el día a día. Y es posible que en nada, comencemos a ver trastornos mentales y del estado de ánimo que no existían hace 30 años y cuya causa provenga del mal uso de la red a nivel mundano y profesional.

Por ello, tengo por objetivo presentarte en nada una formación específica sobre esta temática dirigida a aprender a gestionar las emociones en el uso consciente de la red, tanto a nivel personal como profesional. Y lo mejor de todo, es que no estaré sola en este proyecto…

 

Imagen: shutterstock.com

Si quieres trabajar este y otros aspectos relacionados con la gestión de emociones que te impiden tener un mayor equilibrio en tu vida, puedes hacerlo a través de los diferentes programas de formación que aparecen en la web. Son programas totalmente personalizados para personas y empresas según tus necesidades.

También podemos trabajarlo en el formato de procesos de coaching individualizado, donde entrenaremos las competencias emocionales que bloquean tu desarrollo y avance en la gestión de tus redes sociales y tu desarrollo profesional.

Pero si lo que te apetece es algo flexible que combine ambos aspectos, tu formato es la formación online, donde trabajos aspectos más teóricos desde tu casa a la hora que más te convenga y los acompañamos de tutorías o sesiones de coaching, según la temática elegida.

 

Tú decides.

No olvides, que para lo que necesites y pueda ayudarte, soy #TuPsicologa.

Jaqueline Madeira, es Doctora en Psicología, Especialista en Inteligencia Emocional y una de las profesionales de referencia a nivel nacional en P.A.S. (Personas Altamente Sensibles), un rasgo de personalidad caracterizado por una mayor actividad de procesamiento sensorial. Quienes poseen este rasgo, perciben y procesan las información sensorial de manera diferente.

Ella fue la primera #PersonaConAlma invitada a mi blog, y ni siquiera ambas sabíamos lo que suponía, tanto para ella como para mí. Han pasado tantas cosas en estos últimos 3 años que siento con la obligación de ponerle el nombre adecuado a este post y hacer visible de una vez por todas y para siempre, que su autora es Jaqueline Madeira.

Ella se centra tanto en los demás, que se olvida un poquito de sí misma (ya sabes que no me gusta nada eso, pero aún así, formas parte mi vida).

Ella ha dedicado horas de estudio e investigación a conocer este rasgo para ayudar a sacarle partido a quienes los poseen y aprender a vivir con él. Y lo hace a través de la psicología más rigurosa, con técnicas basadas en la inteligencia emocional y dirigido a la persona que quiere gestionar su cambio, pero también a todo su entorno.

Ella es una de las profesionales con mayor sensibilidad a la hora de trabajar la gestión emocional con niños, familias y adultos, para implantar programas de gestión emocional en una de los pilares del desarrollo: la educación. 

Ella, es una referente en muchas más cosas que todo esto que te cuento a nivel profesional, pero esa parte…me la reservo para mi propio disfrute. Te comparto tu faceta más visible, la privada es sólo decisión suya.

 


 

La imagen que representa el post me sugiere belleza, fragilidad, color y transparencia frente a un mundo rápido, confuso, borroso, y hasta caótico por detrás…, pero también dentro, ya que la condición de transparencia borra la distinción entre el exterior y el interior.

Y de esto precisamente vengo a hablar. Jessica, me brinda hoy la oportunidad de dar visibilidad a un rasgo de personalidad innato y recién descubierto. En la década de los 90, Elaine Aron, una Psicóloga americana, a través de la descripción de su experiencia personal y terapéutica descubrió que un porcentaje de personas son como ella, ALTAMENTE SENSIBLES (se calcula que en torno a un 20 % de la población). Este grupo de personas son conocidas desde la publicación de su libro como PAS, personas altamente sensibles. Desde entonces centra su trabajo en investigar y describir que es este rasgo, y que implicaciones tiene pertenecer a este grupo.

Cuatro son las características que inicialmente sirvieron para definir a las PAS, aunque conviene recordar que no todas las PAS son iguales y que cada una tiene un perfil propio de PAS entretanto sobre la misma base biológica común:

  1. Una alta capacidad de percepción sensorial, pueden percibir más olores y más sonidos de lo habitual, más intensidad en los sabores, darse cuenta de minúsculos gestos y contradicciones de las personas y sus emociones. Todo ello al mismo tiempo, lo que puede llevarles a una saturación, malestar o cansancio antes que los demás.
  2. Alta capacidad empática. De forma natural empatizan y vivencian el sufrimiento o la alegría de los demás como propios. La intensidad con que viven y sufren la crueldad y la injusticia puede llegar a sorprender. Ver y vivenciar la crueldad o la injusticia para las PAS es a menudo casi lo mismo, les paraliza, y les hace sufrir.
  3. Gran capacidad de reflexión. Las PAS son personas reflexivas, que constantemente están pensando, cuestionando y haciendo preguntas sobre el funcionamiento del mundo. Muchas de ellas, incluso de carácter existencial o hasta espiritual.
  4. Necesidad de momentos de soledad. Las PAS necesitan tener momentos de tranquilidad, refugiándose en el arte, la música o la lectura. Aunque también les gusta y disfrutan de la compañía de otras personas, buscan estar solas por momentos.

Además, pueden ser introvertidas o extrovertidas, son muy observadores pero nos les gusta ser observados lo que incluso puede afectar su rendimiento, les puede costar más tomar decisiones, se sienten molestos con situaciones violentas, son más sensibles a las críticas e intensas emocionalmente.

Da la impresión que las PAS nacen con un código moral y de valores ya aprendidos, como si supieran de antemano que es lo correcto, y sufren, por no entender que pasa en el mundo, con las contradicciones y mal hacer que son capaces de percibir desde muy pequeños.

Estudios e investigaciones neurológicas han demostrado que estas personas nacen con la parte derecha del cerebro más activa, y con un sistema nervioso capaz de captar un mayor número de estímulos y procesarlos con más detalles. Esto explica que perciban más olores, ruidos, y capten con más frecuencia detalles del ambiente, de las expresiones y gestos de los demás que a la mayoría de las personas pasen desapercibido. Estas características están presentes desde el nacimiento. Suelen ser bebés que lloran con más frecuencia, lloran por molestias a pequeños cambios de luz, temperatura, olor o ruido e incluso manifiestan más necesidad de contacto físico o de protección. A medida que van creciendo y pudiendo manifestar sus pensamientos sorprenden a su círculo familiar con preguntas y comentarios curiosos, considerados a menudo superiores a los que correspondería por edad. Incluso demuestran tener un conocimiento prematuro sobre sí mismos, o sus necesidades, nada común en niños pequeños. Las emociones las viven con tal intensidad que a veces abruma, sobre todo cuando se trata de emociones ajenas captadas y no comprendidas.

Volviendo a nuestra imagen…Pueden ser como una hermosa y frágil pompa de jabón. Grandes, con la belleza del color, y a la vez transparentes. Tan permeables que a veces se confunden con lo que esta fuera. Pero a diferencia de nuestra imagen, nada efímeros. Tienen dentro la ruta de un crecimiento personal que les empuja siempre hacia adelante. Aunque el intento de adaptarse al mundo puede desembocar en dificultades en forma de trastornos psicológicos, depresión, ansiedad o incluso somatizaciones. Esto es comúnmente una reacción al esfuerzo de intentar ver y sentir como los demás.

Y la pregunta es… ¿Por qué tener características tan, positivas y necesarias en el mundo actual, casi siempre genera tanto sufrimiento? En primer lugar, porque al ver y sentir de una forma diferente y minoritaria, los mensajes que se reciben desde pequeños es que esa forma de sentir es incorrecta, o demasiado compleja, e incluso, poco útil. En segundo lugar, por la intensidad de las vivencias: el mundo va demasiado rápido cuando necesitamos tranquilidad, demasiado egoísmo cuando necesitamos unión. El sufrimiento está casi siempre dado por el contraste con los valores trasmitidos por la sociedad, la educación y la propia vivencia interna. Es necesaria una reconciliación con el mundo que nos ha tocado vivir.

¿Qué hacer o qué es importante aprender?

Lo primero auto aceptación. Saber que es un rasgo con características que son en realidad regalos. Desarrollar el autoconocimiento es fundamental para sacar partido a las ventajas del rasgo y aprender a gestionar el estrés de las situaciones que no podemos cambiar o controlar. Es necesario equilibrar el exceso de estímulos, aprender que las diferencias se complementan, que podemos aprender unos de los otros y que cada visión aporta. Y que podemos desarrollar la necesaria RESILIENCIA. Pero sobre todo disfrutar, disfrutar mucho del silencio, de la naturaleza, del arte, de la música y de la capacidad que tenemos de vivir desde el corazón…

¿Quieres saber más? Pues acompáñanos en esta bonita aventura que empieza, un proyecto de PAS para Asturias. Os invitamos en los días 16, 17 y 18 de febrero en Oviedo, en la Facultad de Psicología a descubrir más de la mano de Karina Zegers de Beijl, presidenta de la Asociación PAS de España y máxima representante de este rasgo en nuestro país. También será emitido el documental SENSITIVE realizado por la doctora Aron, a partir del cual empezaremos un grupo de estudio. ¡Os esperamos!

Imagen: Pixabay.com