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La ficción, no es más que un reflejo de la realidad. O al menos, una parte de ella.

Y con ficción, me refiero al cine, la literatura, la música y todo el imaginario artístico de una época.

 

¿Te has parado a analizar el perfil de profesional exitos@ de las series/películas?. Si no lo has hecho, te lo hago yo:

– Profesionales dedicados en cuerpo y alma a su trabajo, sin ningún tipo aliciente más allá de sus quehaceres laborales.

– Personas con dificultades para crear relaciones sanas: pareja, familia, sociales, etc. Se salvan esos amigos «de toda la vida» que aparecen en última instancia para hacer alguna «intervención» de urgencia.

– Total o importante ausencia de apoyos (emocionales, económicos, sociales, etc.)

– Elevado porcentaje de personas con trastornos o patologías (depresión, alcoholismo, diversos trastornos mentales).

– Personas con situaciones traumáticas a sus espaldas, obviamente, no superadas y no elaboradas satisfactoriamente.

– Tendencia a la falta de comprensión de su entorno que se suple con aislamiento en sí mismo, en el trabajo o algún tipo de adicción.

– Bajo o muy bajo interés por el autocuidado: higiene, estética, moda, hábitos saludables.

– Fijación (rayando la obsesión) por encontrar solución a los problemas laborales.

– Gestión emocional nula o compleja: pasamos de un ser humano tan racional y frío que roza la psicopatía a otra visceral que centra sus esfuerzos en vengar lo propio y ajeno. Siempre a nivel laboral, ojo.

 

Y algún rasgo más que daría para un par de series de cualquier plataforma de las que conoces.

Estos ejemplos me vienen tras ver series como Mare de Eastwood, House, 007, Goliat, Mad Men, Succession, Halston, Cómo defender a un asesino y un sin de profesiones que cumplen la mayoría de estos rasgos.

Entre espías, policías, diseñadores de moda, abogados o doctores, no aparece la idea de tiempo libre, relaciones de pareja sanas, agendas familiares, proyectos vitales/personales, etc.

¿Cómo pretendemos que la conciliación sea parte de nuestra vida laboral, de nuestra idea de éxito profesional, si no concebimos una serie/película de ficción donde aparezcan estos conceptos?

Esto no es una crítica, es sólo una reflexión. Pues soy la primera que disfruta viendo como ruedan cabezas en Juego de Tronos o se deshacen de estorbos en Los Soprano. Pero si analizo qué consideran los medios de entretenimiento perfiles profesionales exitosos (resuelven crímenes, diagnostica con acierto, salvan vidas, evitan injusticias), y le sumo lo que nos atraen este tipo de personajes, tengo la sensación de estar cada vez más lejos del espejismo de conceptos como:

– estrategia centrada en la persona

– experiencia del candidato/empleado

– calidad de vida

– conciliación

– equilibrio

 

¿Te has parado a pensarlo alguna vez o sólo soy yo la que «veo» estas cosas?

 

Quizás debería desconectar mi cerebro de psicóloga al ver series/cine, pero no siempre puedo.

El ego, ese ente del que todos hablamos y damos consejos sobre cómo gestionar para mantener equilibrado, mientras es engullido por el nuestro propio. El ego, esa parte del ser humano de la que presumimos tener bajo control y nos lleva a callejones sin salida de manera constante.

 

Sí, lo sé, el ego ha de existir, es condición humana, pero…

¿por qué hablamos continuamente de él como si fuese un animal doméstico cuando en realidad es una bestia indomable que se apodera de nosotros?

 

Cansada de leer sobre cómo gestionar egos ajenos (importante, nunca el propio, no vaya a ser que no pueda/quiera), hastiada de encontrarme con lecciones magistrales sobre el daño que hace un ego sobredimensionado a las organizaciones y a las relaciones, y sobre todo aburrida de que siempre se hable en tercera o segunda persona (siempre son los demás los que tienen el ego desbocado, nunca uno mismo), me he decidido a desnudar mi ego para ti.

 

Como una cura de humildad que todos necesitamos en algún momento (o en muchos), me voy a quitar aquellas capas de ego que veo tan a menudo en mi sector (sí, sí, en el mío que tanto vende y proclama la gestión de egos y personas, que es más sangrante aún).

Y voy a ser tan sincera como me permita el propio ego, porque por mucho que profundice en el autoconocimiento y me lo curre como una campeona, qué quieres que te diga, pues que todavía me falta para ser experta en mí misma. Con lo que ser experta en autoconocimiento así en general, peor me lo pones.

Pues verás, por mucho que digamos que nos gusta rodearnos de personas que brillen más que nosotros, de las cuales aprender, bla, bla  y bla… yo he sentido miedo. Me encanta aprender, mejorar y crecer y eso sólo es posible si te rodeas de personas mejores que tú, que te impulsen a ello, pero sí, he tenido miedo. Miedo de no llegar a cumplir mis y sus expectativas, miedo de los agravios comparativos, miedo del aprovechamiento fruto de la desconfianza. No es todo el tiempo, se lucha contra ello y se vence, pero no siempre se consigue. Y quien te diga lo contrario miente, o eso creo…

 

Y hablando de egos, con el éxito hemos topado y con las prisas de crecer, de sumar seguidores, de engordar los perfiles y las cuentas bancarias. No me vengas ahora con que hay que hacerlo de corazón, porque no te lo crees ni tú y de paso, ni yo. Cierto que lo hago con el corazón porque me gusta mi trabajo, y me vuelco para que salgan bien las cosas, porque con ello se pone en juego mi profesionalidad, mi imagen y la confianza depositada en mí…Sigo rascando que cada vez escuece más. Y al ponerse en juego mi profesionalidad,  puede verse perjudicado mi orgullo, mi valía, mi yo, vamos mi ego. Que de paso, también velo por los intereses de las personas que componen y dan forma al proyecto, eso nunca se olvida, pero que lo hago con mi ego guardado en una caja fuerte a buen recaudo…como que no.

Es entonces cuando llega un día en el que me doy cuenta de el éxito puede ser la tumba, me voy a morir de éxito, de que ¡me voy a morir de ego! Y total, ¿para qué? ¿Me compensa? ¿Compensa a quienes me rodean? Aquí sí que me trabajo bien el ego, lo doblo según los criterios de la japonesa Marie Kondo y bien plegadito al cajón. Pero admito que esta gestión, me viene como resultado de haberme visto fuera de mí misma, incluso fuera de control por miedo a ver dañado mi ego, ese del que presumo manejar tan bien.

 

No soy perfecta, hace tiempo que lo sé, pero ¡me fastidia admitirlo según en qué aspectos! Me gusta hacer las cosas con buenos resultados, que sean valorados por las personas que me importan, me encanta encontrarme con gente que coincida conmigo en valores. Vamos, que me gusta alimentar mi ego y protegerlo, y como ya he admitido que no soy perfecta, puedo permitirme el lujo de decirlo así, tal cual. Yo soy la principal “culpable” de que mi ego aumente de tamaño  y lo hago de manera consciente e inconsciente. Luego se me va de las manos y ya no me gusta tanto, ahí es donde tiro de abuela materna, que es la persona con mayor capacidad que conozco para reajustar el tamaño de tu ego de un plumazo, te deja como nueva (cosas de la genética de la cuenca del Nalón).

Y si aún así se resiste, siempre me queda mi marido que me hace bajar de las nubes con tan sólo mirarme o mi madre al hacer ver que no sabe realmente a qué narices me dedico. Para ese ego fuera de sí, una buena dosis de realidad y quedo como nueva. Sería ideal que siempre fuese yo la que llegase a esta conclusión por mí misma, pero ya he vivido algún episodio donde mi ego me ha cegado y he llegado a rozar la enfermedad por exceso de trabajo o agotamiento mental. Y sí, esto también son problemas a la hora de gestionar mi ego.

 

No te creas que ha sido fácil sentarme a contarte esto, yo me que las doy de ser una apasionada (qué pesados somos con la pasión, de verdad!) del autoconocimiento y buscadora empedernida de la aplicación de la gestión emocional.

Yo, que escribo post quincenales con recomendaciones y te acerco la teoría a la práctica.

Yo…he de admitir que, como tú y como el resto de mortales, nos encanta alimentar nuestro ego.

 

Imagen: google.com

 

*Artículo de colaboración el blog de Silvia Saucedo, no dejes de seguirla en su blog y en su programa de radio en Radio Guadalquivir 107.5 fm.