El pasado 15 de mayo, junto con el cumple de mi pequeña, se cumplieron 5 años del nacimiento de mi blog y mi web profesional.

Como cada año, me gusta hacer un post que gire entorno a su creación, basado en agradecimientos, reflexiones, resúmenes… Y este año, le toca a cómo ha conseguido sobrevivir durante estos 5 años, y yo con él. Y ambos con salud mental, que es lo importante ;).

 

Antes de nada, te cuento las ideas más frecuentes que pasarán por tu cabeza antes de arrancar:

 

  • No tengo nada interesante qué contar
  • ¿Quién soy yo para aportar algo nuevo?
  • Mi capacidad para comunicar es muy limitada
  • Y ¿si escribo y nadie me lee?
  • Ya está todo dicho sobre mi área de conocimiento
  • No tengo tiempo ni paciencia para dedicarle al blog/web
  • No soy nada constante para este tipo de cosas
  • Y muchas más que pueden ser hasta malsonantes 😉

 

Obviamente, todos pasamos por este tipo de dudas y pensamientos que nos hacen ir y venir la idea de lanzarnos a esta aventura que favorece el posicionamiento y visibilidad de una marca e imagen profesional. Como otra herramienta más de branding personal, el blog requiere de una serie de cuidados para que los recursos empleados en él sean rentables (entendiendo la rentabilidad como la consecución de los objetivos que te has propuesto en un tiempo determinado):

 

  • Aprovecha el dominio de la web para vincular al blog: es mucho rentable en términos de SEO.
  • Usa un naming que tenga que ver contigo o con tu proyecto profesional de manera clara. Facilita el recuerdo y la vinculación contigo.
  • Sáltate la falsa humildad o el pudor improductivo de no usar tu nombre en tu blog o tu web. El poner .com, .es, .net.. ya es cosa tuya y de la estrategia que tengas en mente.
  • Tira de planificadores de contenidos y revísalos cada 6 meses para ver si cumplen con los criterios de tu estrategia.
  • Ten siempre a mano una agenda donde anotar aquello que te inspira y comunica quién eres, lo que haces y en qué puedes aportar.
  • Usa bancos de imágenes gratuitos y perfiles públicos (citando siempre) que te representen para añadir contenido visual al blog. Y no lo hagas con prisa, bucea con calma en la red y dedica parte del día a buscar esas imágenes impactantes o innovadoras para tus escritos.
  • Revisa las etiquetas y temas sobre los que comentas, creando y fusionando categorías nuevas. Es la evolución normal de la propia herramienta si sigue creciendo y la cuidas.
  • Haz uso de herramientas de automatización que te faciliten su difusión y programación: gestores y programadores de contenidos, servicios de email marketing, etc.
  • Actualiza la estética y cuida la apariencia del blog: si has cambiado la web y su imagen, el blog también lo debe hacer.

 

Y como todo en lo que hago, siempre me gusta un abordaje emocional de sobre la gestión y supervivencia de este recurso tan útil:

  • Sé constante pero sin agobios.
  • Establece periodos de descanso para el blog, a parte de los que te quieras tomar tú de la Red en general.
  • Lee blogs similares, de temáticas cercas y complementarias, pero también de profesionales y áreas dispares.
  • Lee mucho, en general.
  • Tómate periodos de investigación, e intercala con otros de creación de contenidos para luego difundirlos y hacerlos visibles.
  • Estate atento a los datos pero sin obsesionarte: visitas, comentarios, nuevas suscripciones, bajas, etc.
  • Disfruta mientras lo haces y si no es así, introduce cambios: baja el ritmo, cambia de temática, revisa la estructura, analiza la estrategia.
  • No temas cambiar, es necesario. Tanto la imagen, como el estilo o los contenidos, irán cambiando a la velocidad y ritmo que tú lo hagas. El blog es un reflejo de quien eres (o debería serlo).
  • Cambia de referentes: los profesionales que antes te representaban o admirabas, ahora no …y eso tiene que notarse en tu blog.
  • Sé crítico contigo, pero desde el cariño. Admite tus errores y ponles remedio, mientras te lames las heridas que te causa ser consciente. Machate lo justo.
  • Fusiona con otro tipo de canales y prueba: podcast, vlog, streaming, chats de audio… Renueva la forma en la que te comunicas alineado con tu evolución y con la de tu público.
  • Explora, prueba, cambia, para, equivócate, acelera y acepta que el camino es duro mientras lo enfocas a resultados a medio o largo plazo.

 

Todo esto ha hecho que no tire la toalla con tantos cambios vividos en 5 años respecto al blog, pero soy consciente de que ambos hemos sobrevivido junto porque hemos sido muy flexibles el uno con la otra. Y porque, dentro de la adaptación a todo lo que nos ha ido pasando en este tiempo y nuestra forma de comunicar nuestro mensaje, sobre todo, nos hemos permitido muchas concesiones.

 

Tu blog eres tú y tus circunstancias.

 

Imagen: pixabay.com

 

 

A veces parece que quien no está presente y no hace nada de manera visible, está haciendo literalmente eso: NADA.

 

Y a veces, nada más lejos de la realidad.

 

Nunca mejor dicho.

 

El mundo sufre una pandemia que nos confina en nuestras casas, con mayor o menor suerte, según los metros cuadrados de los que disponemos, el apoyo social y familiar a nuestra disposición o el acopio de paciencia y dinero con el que contamos.

 

Y el mundo entero parece haberse parado a muchos niveles por la crisis sanitaria y el COVID-19.

Pero sólo lo parece.

 

Tras el miedo a enfermar o perder a nuestros seres queridos y un paso más allá de la esperanza sobre el final de todo esto, cada uno se hace de nosotros preguntas en silencio que nadie puede responder a ciencia cierta a pesar de los cientos de artículos publicados a principios de año cuyo titular arrancaban con “Tendencias del 2020 que ya están aquí en…”

 

Resulta un tanto frío pensar en el mañana, en cómo saldremos adelante desde el punto de vista más materialista, pero es totalmente necesario. Centrar parte de nuestra energía en el momento en el que esta pesadilla acabe, en dosificar energía para aguantar la maratón que supone a nivel físico, psicológico y económico, lejos de parecer una opción cómoda, te invito a que la consideres como una opción más.

 

Pero es mucho más sencillo dejarse llevar por el impulso inicial de momento de emociones con una carga muy intensa como son el miedo, la tristeza o la euforia. Es mucho más sencillo porque es visceral (nos sale de las vísceras) y en un momento como este, es lo que se espera del ser humano.

 

Se espera y se consiente, porque es algo humano, natural dadas las circunstancias pero no por ello ha de ser lo correcto ni adecuado para cualquier persona y sobre todo, sostenido en el tiempo. Y sobre manera, no es lo adecuado si es una forma de retrasar la aceptación y asunción de las consecuencias de esta situación, no es lo más saludable si supone una evitación en toda regla.

 

Pero lo que no se espera es que hagamos acopio de recursos para la fase final de confinamiento o la apertura gradual del mismo, ni mucho menos para los meses posteriores donde se intente volver a la normalidad. Y digo intente, con toda la intención del mundo, porque esa normalidad que esperamos, no va a volver. Volverá otra que pronto llamaremos normalidad, pero que no será la anterior a esta pandemia. No sé si mejor o peor, pero la normalidad previa, no volverá.

 

Y eso, conlleva un reajuste cognitivo y emocional que NO nos hemos permitido. Y a quien se lo permite, haciendo uso del silencio, de tomar distancia, de mirar hacia a dentro, de no opinar alegremente, incluso de desaparecer, como era de esperar, se le recrimina por no seguir la tendencia ruidosa que impera en estos momentos. Se le sanciona por no hacer lo que se esperaba de él en estos momentos, porque es lo que todo el mundo hace, olvidando que lo que todo el mundo hace, puede no ser lo correcto.

 

Y entonces llegan las mil y una actividades en casa para no aburrirte, para ti y para toda la familia, las videoconferencias a 5 bandas a todas horas, la infame cantidad de información que desborda los cientos de canales a los que estamos hipercontectados, los consejos por doquier para ser más productivo aún que hace un mes, la rapidez por adaptarse a las necesidades de esta situación de urgencia como si llevásemos media vida preparados para ello. Y es entonces cuando veo que NO estamos comprendiendo absolutamente nada de lo que está ocurriendo delante de nuestros ojos.

 

Se deja de lado, por ser poco productiva y visible, la opción de parar, esperar, observar, analizar, recuperar fuerzas para el después. Porque habrá un después, lo sabes, ¿verdad? Y necesitará de muchos recursos que se han perdido jugando al bingo en el patio de vecinos o escupiendo insultos contra políticos de aquí y allá (que todo en su medida, viene hasta bien…). Y cuando sea el momento de tomar decisiones importantes, estaremos exhaustos y no recordaremos el motivo, pero lo estaremos.

 

Elijo quedarme quieta, esperar desde la calma (que no siempre consigo), no ser parte del ruido imperante que tanto me molesta.

Elijo pensar en el mañana desde el presente, dosificando lo que tengo a mi disposición y allanando el camino para lo que ha de llegar.

Elijo no malgastar fuerzas en modas mientas tomo nota de lo importante a través de un importante y agotador filtrado.

 

Elijo ser estratega desde la inacción aparente. Qué mal suena en estos momentos donde debería primar la solidaridad, el hacer, el estar. Pero elijo la estrategia del no hacer nada.

 

Elijo observar a grandes marcas, analizar datos y comportamientos, extraer y comparar conclusiones, observar a referentes profesionales con diferente impacto, leer estudios sobre distintos ámbitos, hablar con personas de mi entorno cercano. Pero también elijo apartarme por momentos, estar en silencio, pensar en solitario, sin compartir reflexiones, anotar ideas y sobre todo, esperar.

Porque es que a veces, la mejor estrategia, la única posible, al menos para mí, es la de no hacer nada…aparentemente.

 

Imagen: pinterest.com

FORMADORES, ¿creadores o facilitadores de cambio?

 

Aún me sigue dando pudor publicar este post, pero en esta sección poco tengo que decir a lo que publican las personas a las que invito y que te quiero hacer llegar.

Ella es Melhen Iglesias y nos conocimos hace ya un tiempo a través de LinkedIn. Para mí, ella y la relación que tenemos, es la muestra de todo lo bueno que te trae la red, pero que se cuece a fuego lento de manera privada y no en los muros a golpes de «Te quiero» enarbolados.

Melhen es una PROFESIONAL, así con mayúsculas, del mundo del Retail que ha ido dando forma a lo que la mueve y a lo que sabe hacer con los equipos de venta del sector. Y cuando no había nombre para denominarlo, ella sabría que lo encontraría o que con el tiempo se definiría, y sin entrar en terrenos pantanosos que pusiera en peligro ninguno de los protagonistas de su papel en la organización.

Melhen es tan rubia, tan guapa y tan todo, que puede permitirse el lujo de que le saquen fotos desde arriba…y salir tan divinamente como apreciar (el azul del Cantábrico de fondo, ayuda…pero el mérito de llenar la imagen es suyo).

Melhen ya ha dado el salto al otro charco, quizás no lo sepas aún, pero te lo digo yo. Y lo ha hecho a lo grande y poniendo toda la carne en el asador.

Y yo, que creo tanto en ella como ella hizo en mí para compartir y hacerme partícipe en cada paso que ha dado, no puedo más que desear que lo que algunos ya hemos visto en ella…llegue a muchos más.

 


 

Aún recuerdo la primera vez que contacté con Jessica…

Era una tarde de primavera, y estaba en la parada de autobús, de vuelta a casa después de una jornada extenuante y sobretodo, estresante de trabajo. El estrés, ¡que gran impulsor de acciones!

 

Contacté con ella a través de LinkedIn y solicité información sobre su curso de Gestión Eficaz del Tiempo.

 

Gestión del tiempo: aún me produce risa el tema que elegí…

Era la única manera que había encontrado mi parte consciente y racional de hacer caso a mí subconsciente que me pedía a gritos hablar con Jessica, porque de alguna forma, sabía que ella me ayudaría a conocer la real causa de mi estrés.

 

Empezamos el curso, y de Gestión del tiempo hablamos poco, ya que rápidamente Jessica supo ver que la gestión del tiempo no era más que una excusa.

De hecho, no perdió el tiempo y fue muy sincera con sus palabras: «Voy a saltarme el guión, porque creo que realmente no estamos aquí para la Gestión del tiempo».

Estás en un momento de gran transformación, del que ahora mismo aún no eres consciente.»

 

Sí era consciente de que algo estaba cambiando en mí, pero no a tal magnitud ni a tal velocidad…

 

Cada vez que teníamos una sesión, a través de sus preguntas, me ayudaba a ordenar mi mente.

Habiendo yo misma estudiado Coaching y PNL, era consciente de muchas de las técnicas que utilizaba conmigo, sin embargo, me hacían un bien increíble.

 

Hoy, hace más de 1 año y medio que terminé el curso de Gestión Eficaz del Tiempo.

Y puedo afirmar, que tanto en el interior como en el exterior, en la parte laboral: todo ha cambiado.

 

El objetivo que me había marcado a 5 años, se hizo realidad en 1 año.

Y el papel que desempeñó Jessica conmigo, lo desempeño yo ahora con otras personas.

 

Ahora bien, te hago una pregunta: ¿Crees que esa transformación se dió gracias a Jessica o a mí?

 

Mi respuesta a esa pregunta es que Jessica supo escucharme activamente y hacerme las preguntas oportunas, todo esto, con mucho cariño y respeto.

 

Pero la transformación se estaba dando en mí, y ella únicamente facilitó que yo lo pudiese ver y le pudiese dar forma.

 

Y aquí es donde quiero llegar: lo más importante es que ella FACILITÓ esa transformación, pero NO la PROVOCÓ.

 

Y esta es una de las mayores lecciones que he aprendido…

 

Nuestro papel como formadoras NO es el de provocar cambios ni transformaciones, sino de facilitarlos.

 

Y para eso hacen falta la ESCUCHA ACTIVA, las PREGUNTAS oportunas, y sobretodo y más importante, el RESPETO.

 

No somos salvadores que hemos venido a convertir las almas perdidas, sino personas que facilitan y acompañan aquellas personas que quieren avanzar y no saben muy bien cómo.

 

En mi caso, desarrollo este papel en un sector muy concreto: el Retail, abordando temas muy diversos como la Experiencia del cliente, la organización y gestión de los puntos de venta, el liderazgo, etc.

 

Y me encuentro con muchas personas que realmente desean avanzar y que enriquecen e iluminan este sector que a simple vista puede parecer frío y superficial.

 

Pero también me encuentro con personas que no han pedido nada y que dentro de ellas mismas no está la motivación por el cambio.

Yo busco y rebusco en su interior, para asegurarme de que realmente no quieren avanzar, y que son conscientes de las consecuencias que tiene la inmovilidad en un sector tan dinámico y cambiante como el Retail.

 

Muchas de estas personas prefieren quedarse en la zona de confort, y no tienen ninguna motivación para salir de ella, aunque eso signifique el final de su desarrollo en la empresa…

 

Y yo, que mi zona de confort es la de No confort, me quedo atónita…

 

Pero como facilitadora de cambios que soy y NO provocadora de los mismos, acompaño a esa persona en los pequeños cambios que esté dispuesta a dar, y con mucho respeto, espero a que esté preparada, dejándole mi puerta abierta para cuando decida salir de esa zona de confort, si es que lo decide…

 

Ya que aunque vivimos en una época en la parezca ser una obligación salir de la zona de confort, realmente no lo es.

 

Y eso, me permite focalizarme en las personas que están deseosas de cambiar y avanzar, como yo lo estaba una tarde de primavera, sentada en la parada del autobús…

 

 

Septiembre de 2009.

Hace 10 años  que me di de alta en el RETA (Régimen Especial de Trabajadores Autónomos).

Qué ilusión! Mi primera cuota como autónomo… que pagué un recargo del triple de su cantidad por un error de mi asesor. Y lejos de hacer como los grandes empresarios o estrellas de cine, que echan balones fuera, empecé asumiendo mi primer error de novata y pagando los intereses correspondientes. Delegar implicar supervisar y no dejar a ciegas parte de tu futuro en manos de otro.

Pero yo, aún no lo sabía. Eso sí, aprendí rápido y aún sigo en ello.

 

Podría haber buscado un título más sugerente del estilo “10 tips para conseguir la vida que deseas: los secretos de mis 10 años como profesional independiente”. Pero estoy tan cansada de maquillajes y artificios, que lo que me apetece es contarte MI verdad sobre esto del emprendimiento, la libertad laboral, la conciliación laboral y demás milongas que nos hemos zampado estos últimos 10 años.

 

Yo, la primera.

 

Y lo haré en base a frases archiconocidas y archirepetidas que me hacen sangrar los ojos cada vez que las leo, frases que nos intentan meter a calzador mezclando positivismo y emprendimiento y que estoy segura de que te sonarán:

 

– “Cuando me despidieron fue lo mejor que me ha pasado en la vida”.

Ya ves, y yo que me fui por mi propia voluntad de la dirección de la empresa donde llevaba casi 4 años, lo hice con todo el dolor de mi corazón y después de meses luchando por un cambio que nunca llegó a mi organización. Y aún así, me quedé dos meses en shock sin saber qué hacer con mi vida, tal cual pintaba el panorama. Y ahí sí que hice el viaje de mi vida, ese que te cambia la perspectiva sin saber muy bien cómo, pero que así fue. Pero esto ya si eso para otro post, que así ya que estoy te lanzo el gancho y te dejo en vilo (o eso espero).

 

“Ahora soy libre, yo decido con quién sí y con quién no”.

Cierto, ciertísimo, pero también sufro por ello, soy responsable al 100% de los aciertos y los fracasos, de las facturas pendientes y las noches de desvelo. A día de hoy, me compensa, pero muchas veces me lo he planteado, no voy a negártelo. Imagino que al igual quien trabaja para otros… Cada SÍ es un riesgo, al igual que cada NO. Proyectos en los que das todo y son un fiasco, invitaciones que declinas y arriesgas a no tener ingresos durante meses por temas que van más allá de la ética o la agenda. Cada paso que das es única y exclusivamente tu responsabilidad y eso, pesa mucho.

 

“Me encanta tener mil proyectos abiertos y cambiar constantemente de entorno. Me estimula”. Vaya que si estimula y agota al mismo tiempo. Proyectos largos y cortos, con una persona o equipos de 10, 20 y hasta empresas de 300 empleados… Todo aporta, todo suma y de todo se aprende, pero también todo eso cansa y consume energía. Y es un no parar, y no siempre se tiene la energía al nivel necesario en cada nuevo proyecto, con cada nuevo cliente, en cada nueva propuesta.

Con lo que yo, que siempre me he considerado un “culo inquieto”, a veces echo de menos un poquito la manida zona de confort a la que hace tiempo que no veo el pelo. A mí, que me encanta aprender y ampliar horizontes, estar en activo y tener siempre algo nuevo en mente, añoro a ratos la sensación de aburrimiento y de no tener nada que hacer. Luego se me pasa, no queda otra y es mi sino, pero te mentiría si te digo que eso de estar todo el día aprendiendo (en Beta permanente, que mola más) es siempre un aliciente.

 

Esto no es una queja, puesto que si así fuese, ya estaría tardando en presentarme a candidaturas o planteando reuniones para ocupar puestos “fijos”, de esos que ya no existen, pero aparentan y dan el pego. De momento, no es así, pero tan sólo de momento…¿quién sabe mañana?

 

“Soy consultora independiente, freelance, colaboradora, ayudo a tu empresa a conseguir resultados…”

Todo esto, lo que tú quieras y más. Pero yo soy autónoma, que parece tener mucho menos glamour como para ponerlo en el perfil de LinkedIn. Y soy psicóloga y llevo la psicología a las organizaciones a través de la consultoría, formación y el coaching. Demasiado me parece ya para una “business card” o la placa profesional de mi oficina como para meterle más adornos, que lo único que hacen el distraer la atención de lo realmente importante.

 

“Gracias a mi emprendimiento puedo conciliar vida familiar y profesional”

Esta es de las peores falacias que existen entorno a ser trabajador por cuenta propia. Te lo resumo: tiempo que no trabajas, tiempo que no cobras, tiempo que no avanzas. Es cierto que tú eliges si es más importante estar con tu familia en el hospital o hacer malabares para estar libre el día de la función de Navidad, incluso llegar puntual a tu clase de boxeo… Pero que no te engañen: ese tiempo, invertido en ti, en los tuyos, tendrás que recuperarlo por otro lado. Fines de semana y noches pegada al móvil y al ordenador, hacer tareas que podrían ocuparte 30 minutos en 2 horas porque a ratos haces pulseras de arcoíris para las mejores amigas de tu hija, dormir durante semanas entre 5 y 6 horas al día con suerte. Pero oye, que lo haces con gusto porque es tu proyecto, tu sueño y bla bla bla, pero que también te acuerdas del día en que decidiste ir por libre, vaya que si te acuerdas.

 

Como te decía antes, a día de hoy me compensa, por eso estoy escribiendo este post por mi 10º aniversario y no buscando empleo en portales o haciendo networking para un contrato “fijo”. Pero no quiero engañarte y decirte que esto es fácil y es la mejor opción, como todo en la vida tiene sus ventajas e incovenientes y esto es una opción más entre otras tantas.

 

Quizás dentro de un tiempo, esté escribiendo sobre mi 10 aniversario en una empresa.

 

Quién sabe…

 

Imagen: google.com

Cuando me preguntan sobre el uso de las redes sociales de manera cotidiana, tengo muy  clara mi respuesta: es mi inversión en marketing. Luego ya decido si entro en detalles de hablar sobre estrategia, imagen de marca o resultados, pero en principio creo que ha sido la mejor decisión que puede tomar hace 10 años: abrir perfiles en todas las redes sociales y ver de qué forma me podían servir para mi proyecto profesional.

 

Desde entonces las cosas han cambiado tanto… Hay muchas más redes sociales, cada una de ellas ha depurado su estilo y su público y con ello la forma adecuada de usarlas, mis objetivos ya no son los mismos y por lo tanto ni mi estrategia ni tiempo en ellas, son los mismos.

 

Pero hay algo que no ha cambiado: mi visión crítica sobre ellas, que siempre ha ido de la mano de su uso en mi beneficio. Creo que la una no excluye lo otro, es más, creo que una potencia lo otro. Y de esa visión crítica, nace este post sobre el lenguaje que usan las redes.

 

El pernicioso lenguaje de la red no hace referencia a cómo nos comunicamos nosotros en ese entorno, eso nos daría para una vida. Trata sobre el vocabulario que utiliza la red (cada red, en realidad) y que me resulta tremendamente significativo. No sé si por el impacto que tiene nosotros como usuarios o porque en realidad sea un reflejo de la sociedad que creamos cada día, pero no dejan de sorprenderme las relaciones entre determinados conceptos y su significado “real” en nuestro comportamiento:

 

– Amigo: FB se refiere a los contactos como eso, amigos. Y hay hasta quien así se lo ha creído. No te digo que del uso de la red no surja amistades, colaboraciones y todo lo bonito que te puedas imaginar. Pero, llamar “amigo” a los contactos, me resulta cuanto poco obsceno. Imagino que a estas alturas ya sabrás que usar FB al igual que cualquier otra red, no es gratis, ya que su existencia se basa en el crecimiento exponencial que generan nuestras interacciones, y sobre todo de nuestros datos. Por eso ¿qué puede haber más bonito y emotivo que tener 5000 amigos?

Incluso hasta la propia red limita el número de amigos (cosa que no hace en las fan page, curioso…), como si del mismísimo Dunbar se tratase (te recomiendo leer con calma la investigación sobre el número Dunbar que aborda la cantidad limitada de amistades de calidad que podemos llegar a tener).

Esta palabra se le queda grande a cualquier red, ya que para mí la amistad implica aceptación, protección, afiliación, comprensión y muchas cosas más que no dependen de un click. Y ser amigo en FB, no supone necesariamente que se den relaciones de calidad y en estos términos que te comento.

 

– Seguidores: tanto TW como IG, usan este concepto. Nada que ver con la amistad de FB y mucho más cerca de la de crear líderes de opinión, alimentar egos y crear “influencers” (otra palabra que da pa tanto….).

TW es una red que genera muchísimo contenido y debate, lo de que sea sano o no, ya es otra historia.

Luego está IG, la red del ego por excelencia, de los selfies, el autobombo y el postureo y creo que esta visión negativa que te presento de ellas tiene mucho que ver con que el término usado para los contactos sea “seguidores” y no otro.

Revisando palabras vinculadas a “seguidores”, me encuentro muy de cerca palabras como partidario, secuaz, sectario, adepto, adicto o fiel. ¿No te resulta interesante? A mí, mucho.

 

– Contactos: LI sin embargo, usa la palabra contactos para vincularte a personas que pueden ser de tu interés o hayan trabajado contigo. Eso mismo es su razón de ser y en eso mismo basa su lenguaje. Obviamente es la red más “profesional” y pretende ser la más limpia, algo que en el uso de lenguaje, al menos creo que consigue. Si entrásemos a hablar sobre sus algoritmos cambiantes, sus penalizaciones y sus giro hacia lo emocional con emoticonos similares a los de FB, quizás nos desviásemos. Pero en cuanto a su lenguaje, es mucho más purista, al menos en apariencia que el resto de redes.

 

– Comunidad: Cada red te invita a que crees, mantengas, gestiones y alimentes tu propia comunidad, cuyo significado tiene que ver que un grupo de personas que conviven voluntariamente (¿) baja unas normas, reglas o sentir común. Y ¿quién es el punto en común de tu comunidad? Nadie más que tú, en principio.

No es casual que las redes te invadan con información personas de interés para ti o que sepas cuáles son los contactos que tenéis en común, para seguir hacer creciendo tu comunidad, que no es más que un puntito en las miles de comunidades que nos invitan a hacer crecer.

 

– Compartir: Cada red con su estilo, pero todas fomentan que se comparta (distribuya, alimente, participe) información y con ello generemos más interacciones que nos unan ( y sigan haciendo crecer la parte más mercantilista de las redes). La veo acertada hasta que la empezamos a desvirtuar y olvidamos que la red consiste en eso mismo, en compartir para hacerla más grande y obtener beneficios los unos de los otros. Pero cuando nos quedamos en la superficie con la parte edulcorada y wonderfuliana de la misma, me produce acidez. Aquí sí que me pongo ácido y con acritud, sin pudor alguno.

 

– Etiquetar: como si de latas de conserva se tratase. Etiquetar implica avisar a alquien que estás hablando sobre él, y suele ser algo bueno, pero también supone el compromiso de tener que responder a lo que puede no ser tan halago para ti como para quien te etiqueta.  El significado de etiquetar varía desde clasificar, categorizar, nombrar o se relaciona con término puramente mercantiles.

Ahí te lo dejo para tú mismo le des el valor que te apetezca.

 

– Bloqueo: Me encanta esta concepto. Las redes son listas, muy listas. Saben que te cuesta gestionar la crítica y que es mucho más efectivo el aplauso (sincero o no) que el debate, la apertura de mente y la asertividad. Todo queda tan bonito sobre el papel…pero luego en realidad, hay personas y comportamientos que no te apetece ni tener cerca, ni ver mucho menos soportar. Y como no estás preparado, ni ganas que tienes, de desarrollar tu lado crítico, de aprender a convivir con una parte de tu entorno que no tiene que ver contigo, de ver otras opciones de vida, pues vas y bloqueas.

Y lo digo sin acritud ni ironía, porque si se ha creado esta opción, por algo será: para que la uses. Lo que me preocupa es su uso indiscriminado para apartar a todo lo diferente de ti o para prohibir que alguien acceda a tu perfil porque lo entiendes como privado. Te voy a contar un secreto: en el momento en el subes información a la red…deja de ser privado y cuando digo la red, digo LA RED.

 

– Silenciar: y como las redes son tan inteligentes y aprende por sí mismas mucho más rápido que nosotros se han inventado esta opción cuando la cobardía acecha. Si no quieres tener a alquien en tu red, te resulta molesto o incómodo, no lo tengas. Pero no te atreves a echarlo porque sería un agravio para él, te traería consecuencias gravísimas y además esa información es visible para muchas personas. Por eso ha llegado esta opción que ha convertido algo tan bonito como el silencio en algo pernicioso. Dejas de ver información sobre esa persona y por lo tanto, de ser molesto para ti, pero no te obliga a enfrentarte a la conversación tan dura de “ya no te quiero en mi red”.

 

 

Dejar de seguir a alguien o dar más o menos likes, se ha vuelto un arma de venganza, y esto me hace pensar en el impacto tan negativo de parte tóxica de las redes sociales. No tanto porque la red fomente que así sea (no lo tengo claro aún), sino porque te las has tomado así: como un arma arromadiza y no debiera ser más que una parte de tu vida.

Sigue a quien quieras, comenta lo que te apetezca, deja entrar en tu red y prohibe a quien consideres. Siempre que lo hagas desde el respeto y sabiendo que la otra parte puede no comprender tus acciones como tú, es la opción más madura y responsable.

 

Pensaste que con un unfollow harías daño, y lo peor fue que lo hiciste.

 

Dime si no es para pensar en el lenguaje de la red como algo pernicioso, que representa nuestra forma de comunicarnos o ha fomentado que nos relacionemos de esta manera.

 

Imagen: google.com

– La “abuela” que ha contratado Disney

Concha García es una señora de 88 años a la que le gusta  pintar con el programa Paint. Y sobre todo estar con su familia y con mis amigas. Eso dice de sí misma en su perfil de Instagram @conchagzaera.

Todos la conocemos a raíz de ser invitada por Disney a participar en el estreno de la película de “El regreso de Mary Poppins” con motivo de su dibujos prácticamente perfectos en todo sobre la famosa niñera londinense. Lo que empezó como una afición, ha desembocado en una oportunidad de colaboración con el gigante de la animación infantil gracias a las competencias digitales, la determinación y el talento (senior?) que ha mostrado Concha en la red social de la imagen por excelencia.

Puedes seguir la historia de Concha en este enlace:

http://www.rtve.es/alacarta/videos/telediario/td1-abuela-disney-201218/4903885/

 

– La estudiante aventajada

Manuela está a punto de finalizar sus estudios de ingeniería, se encuentra realizando su TFG y estudiando las últimas asignaturas pendientes para poder llegar a desempeñar la profesión para la que tanto tiempo lleva preparándose. Mientras, ocupa su tiempo libre (poco, en realidad) a trabajar los fines de semana en una cadena de comida rápida y así poder ser independiente económicamente.

Pero no quiero hablarte de su gestión del tiempo, su polivalencia o capacidad de adaptación, sino de una colaboración que le propusieron hacer en el canal de Youtube de un amigo. Su aportación consistía en profundizar en un área concreta de la temática central del vídeo, con lo que superó su miedo a la cámara, a la exposición y a las críticas (sobre todo, a la suya propia) y se animó a participar.

Meses después, en el examen de una de esas asignaturas pendientes, donde su nota no había sido sobresaliente pero sí suficiente, el profesor le felicitó por la capacidad de concretar y transmitir el conocimiento en dicha materia a través de la red. La había visto en aquel modesto canal de Youtube!!!! Y consideró que no todas las competencias necesarias para obtener buena nota, se podían apoyar en el formato del papel escrito.

 

– Cv vacío, blog lleno.

Hace unos meses realicé un proceso de selección para una empresa de moda. Buscaban un perfil determinado que no acababan de encontrar, a pesar de estar abiertos a muchas condiciones impuestas en sector (edad, experiencia, aspecto físico).

De entre los cv recibidos, destacó una persona: joven (recién cumplida la mayoría de edad), sin experiencia, ni formación reglada pero con un blog y unas redes sociales impecables en lo que a estilo y moda se refería. Un cv donde primaban sus competencias profesionales adquiridas de manera autodidacta frente a la ausencia de formación y experiencia  contrastada con otras entidades, fue el motivo por el que se decidió convocar para la entrevista. Un cv lleno de creatividad, donde los mismos detalles gráficos que aparecían en él, estaban muy alineados con los valores de la empresa (ojo, era un anuncio ciego, donde la entidad prefirió aparecer identificar).

Su juventud e inexperiencia no ayudaron mucho a que fuese una entrevista fluida, pero también su frescura y cercanía hicieron que encajase a la perfección con la esencia de la marca. Y obviamente, todas las propuestas de creatividad a nivel digital y de espacios, hicieron que fuese el candidato elegido casi desde el principio.

Y lo fue. Y continúa en la empresa demostrando todo su potencial y con una importante proyección dentro de la entidad. Creo, que la (s)elección fue acertada.

 

 

En resumen, ¿qué extraigo de estas situaciones reales y el nuevo contexto laboral? Pues que como te decía al principio, un nuevo mercado laboral necesita de nuevas competencias profesionales, entre las cuales destacaría:

 

– Competencias digitales: no sólo supone tener un blog o un canal de Youtube. En líneas generales consiste en saber qué herramientas necesitas desarrollar o aquellas en las que destacas en un entorno digital, desde una excelente forma de redactar emails con información delicada hasta hablar a la cámara con soltura. Es cuestión de que seas consciente de que los nuevos canales de comunicación requieren de nuevas competencias y quizás ya posean algunas que tengas que adaptar y otras que tienes que sudar la camiseta para conseguirlas.

 

– Adaptación: no sé si más innovación, si más gestión del cambio o más resiliencia. A nivel conceptual está muy bien la discusión etimológica y los matices lingüísticos pero lo realmente importante es que aprendas de una vez por todas, que las reglas del juego han cambiado. La estabilidad, permanencia y estancamiento en un puesto de trabajo ya no existe, incluso ya ni es algo valorado positivamente. El propio mercado laboral no es un caldo de cultivo favorecedor para ello. Por eso, cuanto antes empieces a potenciar las competencias que te hagan destacar en esta volatilidad, mejor. Estoy más que segura de ya que tienes algunas, tan sólo necesitas moldearlas en otro entorno distinto al que las ponías en práctica hasta ahora.

 

– Estrategia y verdad: imprescindibles que vayan de la mano para conseguir tus objetivos, para pasar de la situación A a la B. Inseparables para que tengan sentido y llegues a quien tengas que tengas. Aquí añadiría de pasada la persistencia en el sentido de no tirar la toalla a la primera de cambio que alguien no valore tu perfil y tus competencias como las adecuadas para el puesto. Muchas veces nos empeñamos en insistir en que nos acepten donde no encajamos, en donde no es nuestro lugar. Antes de desistir, intenta hacer llegar a tu verdad al lugar y las personas adecuadas con un cambio de estrategia.

 

Imagen: interpretación del cartel de la película ‘El regreso de Mary Poppins’ del perfil de Concha García en Instagram @conchagzaera.

 

 

 

“Qué bonito cuando me hablas, ay

Qué bonito cuando te callas
Qué bonito sentir que estás aquí
Junto a mí, ay”

 

Cantaba Rosario Flores allá por 1996 en honor a Antonio Flores, uno de mis artistas favoritos. Nada tiene que ver este hermoso homenaje entre hermanos con lo que te quiero contar…

 

Qué bonito es pensar que cualquier persona tiene el potencial de ser lo que quiera ser, que los títulos y la formación sin talento, no sirven de nada. Que las competencias son todas entrenables, sobre todo tras leer manuales que cambian la vida en 175 páginas o cursos intensivos de fin de semana.

 

Qué bonito es apoyar el desarrollo profesional de quien se quiere reinventar y cambiar de sector, porque cree que puede, porque cree que sabe y porque sí. Porque tú eres el primer ejemplo de ello y te encanta apoyar a cualquier persona que esté pasando por tu situación, ya sea personal, profesional o empresarial.

 

Qué bonito empoderar a las personas que tienes cerca y decirles que lo importante es la actitud, que lo de ser aptos ya si eso para más adelante. Que con una sonrisa en la cara llegará a dónde se proponga, que no hay techo para ellas, que la N.A.S.A. se les quedará pequeña si así lo creen, que no tienen límites.

 

Qué bonito fomentar el cambio constante, la evolución continua, el estado beta permanente...

 

Qué bonito… hasta que te das cuenta que todo esto lleva a esas personas a ser tu competencia directa, y entonces ahí, ya no es tan bonito.

 

Deja de ser bonito porque de repente la formación, los títulos, la experiencia o determinadas competencias son más necesarias de lo que pensabas. Que para eso te has currado tú lo tuyo tantos años, y ahora viene cualquiera (ojo, no es un cualquiera..) y tras una charla motivacional…decide dedicarse a lo mismo que tú y gracias a eso mismo que tú (sí, sí, tú) has empoderado a «tope de power».

 

Deja de ser tan bonito como creías, porque te das cuenta de que has creado un monstruo y de que el alumno aventajado siempre es más listo que su mentor, porque le lleva delantera, ya que ha aprendido de los errores del primero. Empieza a tornarse gris, porque pensaste que había pastel para todos hasta que empiezan a comer del tuyo y tu trozo se vuelve cada vez más pequeño. Porque empiezas a quedarte sin recursos, ya que los has puesto todos en fomentar un nicho de negocio que se puede volver en tu contra, salvo que en lugar de tener clientes, tengas fans.

 

Ya no es tan bonito como parecía, porque eso que hiciste creer, a sabiendas de que no era, sonaba bonito pero en un mundo transparente, a cara descubierta y con las cartas boca arriba. Sin faroles ni tret(p)as, en un juego limpio. Pero claro, se te olvidó incluirlo junto al empoderamiento, la actitud y el “tú puedes”. Y ahora ¿te da por ponerte a reflexionar sobre quién sí y quién no puede hablar sobre según que tema o (supuesta) disciplina?.

 

Ahora es tarde (sigo en plan melómano y tiro de Rocío Jurado) para ponerse a juzgar quién puede denominarse profesional o autoproclamarse experto en una materia cuando tú has sido el principal implicado (y beneficiado) en todo el proceso. Salvo en la parte final, esa en la que empiezas a salir perjudicado porque las prácticas no son limpias, la ética brilla por su ausencia,  y lo que más abunda en ese ejercicio es la palabrería barata, esa de la que puede que hayas hecho uso en algún momento.

 

Ahora es tarde para lamentos y juicios a posteriori, ahora no te va a importar que te tachen de corporativista cuando rehuiste de ello mientras hubo beneficio. Ahora toca apechugar con las consecuencias y trabajar muy duro para diferenciarse de los que consideras que no (porque tú sí, tú siempre has podido y lo sabes), por hacer ver que «esos» ya no te representan. Incluso quieras hacer ver que nunca lo han hecho…

 

Ahora, que ya no es tan bonito, no te enfades con tu propia creación y asume que, al menos, fue bonito mientras duró.

 

 

Vídeo: Qué bonito, Rosario Flores (1996). Youtube.

Imagen: google.com

El employer branding o marca empleadora parece tener cada vez más presencia en nuestras conversaciones, lo cual es el  punto partida necesario para que llegue a donde tiene que llegar: las organizaciones. Este término, hace referencia a la imagen de las empresas como empleadores, a su reputación respecto a los empleados actuales y a los posibles candidatos que vayan a formar parte de sus filas.

 

No tengo pensado aburrirte con este tema sobre el que muchos expertos como Ximo Salas hablan (y muy bien, por cierto) ni comentarte en detalle el programa con el que trabajo la reputación empleadora de las organizaciones y su impacto en la gestión y atracción del talento.

 

Lo que quiero compartir contigo es este pequeño manual sobre cómo desarrollar y cuidar tu marca empleadora con los colaboradores externos, freelance o autónomos de toda la vida. Las reglas del juego han cambiado de un tiempo a esta parte y cada vez es más frecuente que las personas tengan su propio proyecto profesional o realicen colaboraciones puntuales con empresas. Y aquí, también es necesaria (incluso más, diría yo) la necesidad de cuidar la forma en la que captas, atraes y gestionas ese talento “libre”.

 

Y lo voy articular en base a frases demoledoras que llevo escuchando en estos últimos 9 años y que me han hecho estremecer y (echar a correr muy lejos en alguna ocasión). Estas son las “perlas” que tengo grabadas a fuego y me gustaría que tuvieras en cuenta a la hora de trabajar con:

 

– “El precio son x/h, según convenio. Es lo que hay”

Es imprescindible comprender que un profesional que colabora de manera puntual y que en la mayoría de los casos, se paga sus propios impuestos, resulta cuando menos ridículo que sea la empresa quien fije el precio de la colaboración. Si el enfoque es de negociación, de acuerdo, tendrá una mayor posibilidad de sentar las bases de una auténtica colaboración y eso, es clave en este tipo de relaciones.

No olvides, que aquí no hay un contrato laboral ni un convenio al que ceñirse. Hay unos intereses compartidos y compartidos deberían ser también otros aspectos como los honorarios y resto de condiciones.

 

– “Como tú, hay cientos en el mercado”

Amenaza muy recurrente y arraigada en algunas políticas de empresa que también se extiende a los colaboradores externos.

Siento decirte que como él (y como tú, y como yo) no hay nadie. Todos somos únicos en nuestra forma de hacer, y por lo tanto los resultados que consigue tu colaborador con su estilo, su esencia y sus capacidades…son únicos.  Si esos resultados son buenos, son suyos (para tu organización, claro) pero los ha conseguido él. Y quizás fue eso mismo fue lo que hizo que quisieras contar con él en su momento y el motivo por el que sigues repitiendo desde hace tiempo.

 

– “Me parece una barbaridad lo que cobras por hora/proyecto. No lo vale, no lo vales”

¿Te imaginas con qué ganas va a ir a tu cliente a ser tu imagen después de decirle que no vale lo que consideras que vale?

Creo que se te olvida que mientras está con tu cliente en una formación o en un proyecto de consultoría, te representa. Y si le tratas así, su motivación por colaborar contigo tenderá a valores negativos.

Quizás si le dices que es caro, que su coste no es asumible, que no entra dentro del presupuesto con el que cuentas para el proyecto, tiene un pase y lo podáis hablar. Pero en esos términos estoy segura de que se le quitan las ganas de hablar contigo, o al menos, de seguir colaborando en un futuro.

 

– “No muerdas la mano que te da de comer”

¿Cómo se te ocurre decirle estas tipo de cosas al comentarte que no tiene disponibilidad de fechas o que ya no trabaja determinadas temáticas?

Otro fallo de memoria que hace evidente que sigues sin tener en cuenta que no es tu empleado, no tiene disponibilidad completa para ti y que decide aquello en lo que quiere trabajar e invertir su tiempo y esfuerzo. Y de paso, también elige con quien. Si habías pensado que lo tenías esperando por tu llamada, craso error.

 

– “Te llamo para la temática X, al igual que desde hace 5 años”

Los profesionales independientes y las personas que desarrollan proyectos paralelos a su trabajo en otras organizaciones, están en permanente movimiento y cambio, por lo que es posible que su enfoque y temática también lo haga de manera natural.

¿Le has preguntado sobre qué aspectos ha profundizado últimamente o está investigando?

¿Le escuchas cuando te cuenta sobre qué temas o proyectos ha desarrollado en los últimos meses?

¿Sigues su trayectoria y evolución a través de sus RRSS o de cualquier otra manera?

Puede ser que te estés perdiendo a un gran profesional de un área, por tenerlo encasillado en una sola. Por Dios, flexibiliza! Y además, eso que te ahorras cuando necesitas ofrecer a tus clientes nuevas propuestas o te estás abriendo a nuevos mercados. Te invito a que gestiones de manera provechosa ese conocimiento que tienes al alcance de tu mano y desconoces tan sólo por falta de atención.

Esto, además, hará que tu colaborador se sienta valorado e incrementará su interés en ti.

 

– “Mis clientes, son míos. Ojo con lo que haces…”

Una de las primeras lecciones que aprendí al empezar en mi proyecto profesional, es que los clientes no son de nadie: son de sí mismos, son muy suyos. Otra cosa diferente es la deslealtad, la falta de ética profesional o el engaño que puedas descubrir en la base del vínculo con tu colaborador y que se intenta suplir con amenazantes e interminables contratos. Esa lealtad que deseas la podrás conseguir a base de compromiso con él y de que sea una relación en la que ambos ganáis, es decir, lealtad y transparencia de ida y vuelta. Ahora, la lealtad del cliente, esa ya es otra historia.

 

– “En octubre, empiezas en el proyecto X. Ya están cerradas las fechas”

¿En qué cabeza entra que cierres las fechas de un proyecto donde participa alguien a quien no le consultas su disponibilidad?

No, y aún querrás que te diga que sí y que deje todo aparcado por ti y con la mejor de tus sonrisas. Eso, sólo ocurre cuando la relación que has establecido es transparente, con beneficio por ambas partes y de equilibrio. En caso contrario, es muy posible que recibas un NO por respuesta.

Si quieres que el colaborador forme parte de un proyecto importante y deseas que lo haga con todo su conocimiento, con todas las ganas desde el principio… Haz por ello, y agendar si contar con su disponibilidad, no va en esa línea.

 

– “Te necesito para este proyecto. No tengo un gran presupuesto, pero trabajar para X cliente, te dará una proyección increíble”

¿No tendrás pensado subirte al carro de “trabaja gratis» a cambio de experiencia con X cliente?

Las condiciones en las que tu empresa ha decidido trabajar para ese cliente, no implican que las condiciones de tu colaborador actual, ese al que necesitas en concreto y que le ha dado el valor extra el proyecto, padezcan de ellas. Tu margen de beneficio lo controlas tú, y él…el suyo. Es posible que no estén alineados y entonces, la relación no podrá seguir adelante, no es percibida como beneficiosa para ambas partes.

Y si es así, en este caso, no pasa nada ;).

 

– “Hazme una propuesta X muy elaborada y cuidada para X cliente. Cúrratelo bien, de ella depende que nos den el proyecto”

El tiempo que un colaborador externo dedica a una propuesta para tu cliente, es tiempo de su trabajo que corre a cuenta de ¿quién?

Si el proyecto sale adelante, se recupera (o así debería ser) y todos tan amigos, pero ¿y si el proyecto no se consigue? ¿Sabes quién es la parte que más pierde?

Para que la colaboración con ese profesional que necesitas (y te necesita) sea duradera y beneficiosa para ambos, debe ser percibida como equitativa, justa. Y para eso es necesario hablar mucho, fijar con antelación los términos de la relación y negociar las condiciones de la misma.

 

– “Te contacto por recomendación de Y, me dice que tus honorarios son x/h ¿estoy en lo cierto”.

Sí y no.

Es muy de agradecer cuando te recomienda alguien y comenta que ha trabajo contigo hace 10 años y quedó muy satisfecho (wow, 10 años y aún se acuerda, eso sí que es huella!). Pero los honorarios no pueden ser lo mismos ¿comprendes?

En 10 años, ese profesional ha acumulado horas de vuelo, experiencia y nuevos conocimientos que tendréis que valorar en conjunto en la situación actual. Y por su puesto, si no te encaja en tu propuesta tan contentos. Nada de regatear!

Cada vez que regateas un precio con un colaborador tu imagen de empresa respetable se queda en saldo de mercadillo: quien regatea condiciones, regatea muchos aspectos vinculados a su imagen. Piénsatelo…

 

 

Podría seguir… pero creo que ya es suficiente, al menos por hoy, para explicarte mi visión de sobre las relaciones entre colaboradores externos y empresas.

Si crees que necesita una segunda parte o una vuelta de tuerca, házmelo saber y nos ponemos tú y yo, manos a la obra.

 

P.D.: cualquier parecido con la realidad…es pura coincidencia.

 

Imagen: Tohappytogether.com

 

 

 

 

 

 

Se nos ha ido y mucho, y para no andarme por los tendales voy a ir al grano y contarte brevemente (o al menos intentarlo) a través de unos puntos sin ningún criterio organizativo más que la visión crítica de este concepto:

 

– que yo sepa esto del networking tiene poco de nuevo, es hacer contactos de toda la vida, pero ahora en todo tipo de entornos. Lo que ocurre que si lo vistes de anglicismo, queda mucho más cool, of course.

 

– lo de hacer contactos es algo fácil: cualquiera saber presentarse (igual en lo que fallamos es en hacerlo bien, claro…) y decir a qué se dedica y qué busca. Lo complicado de los contactos es cuidarlos, gestionarlos y hacer algo útil “con” ellos.

 

– lo de hacer algo útil tiene enjundia. Hacer para ti sólo o para ambas partes?. Sé sincero: buscas ganancia propia frente a la otra, aunque quede mucho mejor en un post decir que te inmolas por el otro. Si consigues un beneficio mutuo o un beneficio propio sin perjucio propio del otro, a mí ya me parece bastante loable por tu parte, pero como te digo arriba, no queda tan bonito para llenar tu perfil.

 

– lo de tener referentes claros y acercarte a ellos para aprender y solamente aprender… creo que se nos queda algo grande. Te acercas a alguien porque te interesa y el interés puede ser muy variado, pero creo que debería ser un interés sincero ante todo y compartido por ambas partes.

 

– lo de generar una relación profesional basada en el sentimiento y las emociones, no tiene nada ni net ni de working. Tiene mucho más que ver con las estrategia (de la dañina) y la manipulación, algo que deja de ser así cuando ambas partes conocen las reglas del juego y todos tan contentos.

 

– lo del  «te doy sin esperar recibir nada cambio», no te lo crees ni tú, ni de paso yo. En la vida personal, con los amigos, con la familia, tiene un pase, y ni aún así. Pero en los negocios (y el networking, son negocios), esperas recibir a cambio, al menos, respeto y que se acuerden bien de ti ¿O eres de los que juega a “Voy a hacer esto para que tenga la sensación de que deba un favor?” No te lo tomes a mal, cada día hay evidencias claras de este tipo de acciones, siento ser yo quien te las descubra (¿).

 

– lo de ser una persona interesante, atractiva y generar interés para que aquellas personas que has seleccionado previamente en una lista, como si de la compra se tratase, nada tiene que ver con ser una persona interesada. No confundas los términos, porque las relaciones sinceras que surgen en el mundo de los negocios, son así, surgen… No se fuerzan, ni se crean, si son resultado de una estrategia previa.

 

– lo de ser sincero en los eventos de networking para no hacer perder el tiempo a ninguna de las partes, también necesita un término medio. No dejes a nadie con la palabra en la boca cuando le preguntes en qué empresa trabaja y te responda que es consultor independiente, freelance o autónomo (vivido en primera persona) A parte de falta educación, dejas una huella imborrable que es extrapolable al resto de áreas profesionales que pretendes vender.

 

– lo de decir que tienes 18.000 contactos en cualquier red (vamos, fardar), de los cuales desconoces el origen y los tienes ahí criando telas de araña, es más bien el resultado de una pésima gestión o una mala insinuación de que eres un influencer (por favor no lo pongas en tu nombre o extracto de ninguna red, me genera un rechazo tremendo).

 

 

Y no sigo, porque la idea era ser breve y sin estructura alguna.

 

Creo sinceramente, que se nos ha ido la pinza con esto del networking. Y mira que hay libros interesantes sobre ello, y mira que se habla de ello, pero lo que creo es que se nos ha quedo grande algo tan sencillo y cotidiano como socializar y hacer contactos con un fin profesional que pueden llegar a ser auténticos amigos y pilares en tu vida (vivido también en primera persona, no iba a ser todo malo).

 

Imagen: pinterest.com

Hace unas semanas que Joan Vergara me envío este lujo de post, y lo es a pesar de destripar algunos de mis #SeNosHaIdoLaPinza, pero eso es parte de su encanto y la base de nuestra conexión.

Es inteligente, con un sentido del humor excepcional y ácido (como el mío), y además es un arquitecto con un gran interés por las personas y el talento que lleva a su sector con muchísima elegancia y saber hacer.

Cómo comprenderás fue muy difícil resistirme a él cuando allá hace un par de años comenzó a incluirme en su listado de posts interesantes y le propuse un café virtual para agradecerle que creyese en mí (vive en Valencia y se nos complicaba eso de vernos en directo por aquello de los horarios del tren).  La conexión, al menos por mi parte, fue inmediata… y desde entonces nos vemos lo que podemos, porque hablar con él es aprender y reírte a partes iguales, cosa que le cuesta creer: eres muy divertido, Joan!.

Y lo mejor de todo es que mientras nos reímos muchísimo sin criticar ni ultrajar a nadie (salvo a Mrs, Wonderful, e incluso esto lo hacemos con mimo), le veo crecer profesionalmente y acercarse cada vez más a lo que para mí ya es un hecho: ser un referente en el desarrollo profesional de la arquitectura.

Degusta estos 5 (ácidos) bocados y síguele a través de su web y sus RRSS.

 

5 BOCADOS PARA DEGUSTAR LA FILOSOFÍA DE CARTÓN DE LECHE

Venir al blog de Jéssica es un honor pero también una responsabilidad. Mantener alto su listón no será fácil, y encima en un blog de psicología que no es lo mío.

Pero el único error sería no intentarlo.

Me ha dicho Jéssica que quiere que sea yo y voy a serlo (espero que no demasiado), así que me lanzo con un tema que últimamente me marea.

 

Te voy a hablar de la filosofía de cartón de leche. O del desarrollo personal de cartón de leche. O de la psicología de cartón de leche. O no sé cómo llamarlo.

Bajo esa láctea denominación conviven todas las frases e ideas bienintencionadas con las que se nos bombardea día tras día desde los briks de leche, las redes sociales o los sobres de azúcar (incluso empiezo a oírlas en la pelu).

Y el caso es que muchas de ellas están muy bien; fueron dichas con toda la intención del mundo por personas sabias y transmiten ideas muy meditadas y beneficiosas.

El problema es no entenderlas del todo. Quedarnos simplemente con la anécdota sin llegar a captar lo que hay detrás de cada reflexión.

Peor aún, aplicarlas de manera opuesta como dogmas. O utilizarlas como coartadas para justificar lo que no se puede justificar.

Claro, así es más fácil. Cuesta menos esfuerzo que tratar de analizar un poco (un poco) lo que transmiten y tener pensamiento crítico para desmenuzarlas. Pero no tenemos tiempo ni ganas.

Repasemos cinco de estas ideas de cartón de leche, por supuesto bajo mi punto de vista sesgado, sin ningún rigor científico y basándome sólo en mis observaciones y las de mi equipo de investigación formado por un caracol sin caparazón y un gato con reuma.

(Frases en verde cortesía de Mr. Wonderful)

 

1 Un trabajo de 8 a 17 te esclaviza; emprende y vive de tu pasión

Ésta es de mis favoritas.

Intención original:

Supongo que cuando esta idea empezó a aparecer en ciertos foros era un aliento, una motivación para perder el miedo al emprendimiento, abrir la mente y dar cabida a otras formas de ganarse la vida. Para pensar más allá de algunas rigideces tradicionales.

Interpretación cartón de leche:

Si trabajas por cuenta ajena eres un perdedor.

Tienes que vivir la vida, encontrar tu “pasión” y desarrollarla (a ser posible con un MacBook en lugares exóticos). Da lo mismo si no sabes qué significa emprender y lo que conlleva o que tu “pasión” no le interese a nadie. Hacer lo que te gusta es tener cara de viernes todos los días.

Mi opinión:

Yo creo que se puede ser muy feliz trabajando por cuenta ajena y muy infeliz emprendiendo, que no todos nos podemos dedicar a tener un negocio propio y que detrás de ello hay cosas maravillosas pero también otras menos glamurosas.

 

Hay pocas actividades menos sexis que tener que estar desatascando el fregadero aunque seas el CEO de la República Independiente de tu Negocio.

 

Detrás de todo esto está la necesidad de generar clientes para los innumerables cursos de emprendimiento que pueblan la esfera digital. Ya sabes, en la fiebre del oro los que realmente ganaron dinero no fueron los que encontraron oro, sino quienes les vendían los picos y las palas.

 

Se puede hacer el Camino de Santiago saltando de la cabeza de un emprendedor a otro sin tocar el suelo (pero hazlo a la hora en que están meditando, que si no los pillas a traición no te dejan).

¿No será mejor conocernos bien, saber qué comporta emprender o trabajar por cuenta ajena y elegir con conciencia?

 

2 Vende a toda costa. Si no lo haces eres víctima de tus creencias limitantes o sufres el síndrome del impostor

Intención original:

Está bien impulsar a quien tiene algo que ofrecer para que lo ofrezca a gente a la que pueda ayudar.

El síndrome del impostor existe, y algunas personas muy preparadas y con buenas propuestas no salen al mercado con convicción porque creen que nunca serán suficientemente buenas.

Interpretación cartón de leche:

Da igual lo que tengas que ofrecer, da igual si es una chorrada lo que vendes, la cuestión es autoconvencerte de que eres un experto porque has leído un par de posts en un par de blogs y puedes repetírselos a alguien. Tu idea mola, porque si quieres puedes.

Y si no logras autoconvencerte no te preocupes. Habrá mucha gente que te animará a que vendas cualquier cosa, te darán palmas, jalearán todos tus triunfos, incluso que te levantes a las 5:00 para preparar tu página de ventas (a esas horas las calles están llenas de emprendedores).

Tildarán de envidioso y casposo a quien te diga que lo que vendes no merece la pena o es incluso deshonesto.

Mi opinión:

Nos hemos pasado de rosca con esto. El sol no se pone en el imperio de los autodenominados expertos.

Creo que vender cosas absurdas a la gente no es honesto, y que necesitas un nivel de expertise en lo tuyo para ayudar a los demás. Formación, experiencia. Mejor ambas cosas.

Muchas veces el “yo he pasado por lo mismo” o “he leído sobre ello” no son suficientes.

Si testeas bien tu producto o servicio y no te atreves a lanzarlo, puede que no sea cuestión de creencias limitantes o síndromes del impostor. Tal vez sea cuestión de valores.

De que quieras ser honesto y no ofrecer cosas que no puedes ofrecer o que no le sirven a nadie.

 

3 Mejor hecho que perfecto

Intención original:

Esta idea lucha contra el exceso de perfeccionismo, la parálisis por el análisis y el no pasar a la acción por querer pulir demasiado las cosas. Incita a actuar, aprender de la experiencia e ir mejorando.

Interpretación cartón de leche:

Haré cualquier cosa y me lanzaré al mercado. Lo importante es llegar el primero, aunque lo que venda no tenga demasiado valor. Además, eso de ir mejorando después se me olvidará porque si me están comprando y voy facturando, ¿qué mas da?

Mi opinión:

Entre el exceso de perfeccionismo o falacia del Nirvana y el pasotismo hay toda una gama de grises en la que nos podemos situar. Es más, encontrar ese punto no es sencillo y es una decisión estratégica crucial.

Pero vale la pena hacerlo. Si no, el mundo se llena de creaciones insulsas, refritos y ruido. Eso sí, todo con un bonito tipo de letra Roboto 10p.

(Por cierto, ¿quién le pone esos nombres a las tipografías? Siempre me imagino al señor de la oficina de patentes de tipografías, que está en Zurich o La Haya o en un lugar así como muy neutral, recibiendo a la gente que llega a registrar Nunito, Monchito, Roboto o Filochette. Esa forma de vida con bata blanca y gafas de montura metálica se ha ganado el cielo, o al menos que el universo conspire para que consiga sus deseos.)

 

4 Sé diferente, es el único modo de que reparen en ti

Intención original:

Diferenciarte es importante en muchos ámbitos, por ejemplo si buscas empleo (respecto a otros candidatos) o si vendes algo (respecto a la competencia).

Vas a conseguir alinearte con necesidades muy concretas de personas y empleadores. Mostrarás argumentos para que apuesten por ti.

Interpretación cartón de leche:

Voy a salir a la calle con una mofeta verde en la cabeza. Total, es mejor que hablen de ti, aunque sea mal. Algo sacaré. Muchos likes, muchos seguidores, notoriedad, viralización… La fama.

Mi opinión:

Ésta casi se comenta sola; parece de sentido común.

Sin embargo seguimos viendo a personas que tiran por el camino del histrionismo y el sensacionalismo en varios grados buscando atención inmediatapero sin conseguir reconocimiento duradero por su aporte de valor.

Porque ahí está la clave, en el valor que aportas. Eso es lo que realmente te diferencia.

 

5 No necesitas a nadie para ser feliz. Para estar con alguien primero debes aprender a estar solo

Intención original:

Si no estás bien contigo mismo no encontrarás en los demás lo que necesitas para estarlo (y nunca podrás huir de ti). Trabájate a ti mismo, y de ahí saldrá la fuerza que necesitas para vivir. Lo demás ya llegará (es más probable que llegue si tú estás bien).

Interpretación cartón de leche:

Como no necesito a nadie, no voy a estar con nadie. No quiero pareja porque no la necesito. Prefiero saltar de una relación superficial a otra arriesgando muy poco. Total, yo solo estoy muy bien, ¿no?

No quiero profundizar demasiado en ninguna relación de ningún tipo. A la mierda el príncipe azul, el mío que sea gris y que tenga 50 sombras.

Mi opinión:

Es una lástima. El ser humano es gregario, social, gran parte de su ventaja evolutiva proviene de este hecho, y se puede estar perfectamente sano y bien con uno mismo y además querer formar una pareja, una familia, una comunidad o un grupo de amigos del jamón 5J.

¿Acaso por desear una pareja eres una especie de analfabeto emocional que no sabe estar solo? ¿Vale la pena perderse todo lo que te aporta una relación profunda de cualquier tipo con otros seres humanos por no arriesgar?

 

Podría seguir, pero ¿para qué?

Podría, hay muchas más. Salir de la zona de confort, sonreír siempre, vibrar en una frecuencia alta, titulitis, hacer lo mismo que ese gurú que ha tenido éxito…

Frases y conceptos bienintencionados y valiosos que no se pueden explicar en un tuit o en una imagen de Instagram, así que se malinterpretan. Maltratamos todas esas buenas ideas.

Quizá ahí está el problema. No recelo de esas consignas ni de quien las dijo, al contrario. No es que nos falten frases acertadas, sino pensamiento crítico.

Y que conste que yo soy el primero que a veces caigo en ello, porque además el entorno lo pone fácil y exige estar con la guardia alta.

 

De hecho, siento que si me descuido mañana me levantaré a las 4:30 para emprender mucho (porque todo el mundo sabe que la productividad consiste en trabajar más horas); tendré una brillante idea porque molo; buscaré un post sobre ello y lo leeré (en diagonal, claro); pasaré a la acción sin pensar creando mi página de ventas sobre coaching para perros con flores de Bach; comeré mucha quinoa para ser inmortal; me diferenciaré haciendo mis videoposts vestido de lagarterana; y al final del día no veré películas de John Ford porque no era buena persona (ni de Woody Allen, ni óperas de Wagner, ni canciones de Bob Dylan, todos unos bichos).

 

Pero no. Se puede resistir. Pararse a pensar y no trivializar es posible. Sólo hace falta proponérselo.

 

Porque todo parece imposible hasta que se hace.

 

Imagen: Unsplash.com