“S. – Si tuvieras que elegir ser un animal, ¿cuál serías? ¿por qué?.

 C. – Pues un gato, una gata en realidad. O una pantera, en cualquier caso, un felino. ¿El motivo? Son observadores, curiosos, independientes y elegantes. También son cariñosos, aunque selectivos en sus muestras de afecto, territoriales y al mismo tiempo con gran adaptación al cambio. Fieros en la defensa de los suyos y afables con quienes demuestran lealtad.

 S. – ¿Todo eso piensa que son los gatos?

 C.– En cuanto a lo que nos parecemos, sí.”

Estos son los procesos de selección que me gustan a mí, con candidatos con ACTITUD, que sepan defender su candidatura, cuajada de virtudes y defectos que deben encajar en el misterioso puzzle de lo que se busca…

Pero para que un proceso de selección tenga el éxito que todos los elementos implicados desean, es necesario eso mismo: que todos los componentes se impliquen. Me gustaría contarte los factores que considero clave para que esto se dé, por si en algún momento te encuentras en alguna de las tres posibles situaciones.

– Cliente/Empresa: Es imprescindible que quien solicita el proceso de selección tenga claro lo que busca, lo que necesita. Y para ello se basará en términos económicos, estratégicos y humanos; conocerá con exactitud cuánto está dispuesto a invertir, sabrá a dónde quiere llegar con el con el proceso de selección, cómo encaja en su plan estratégico y qué valores y requisitos necesita la persona que se busca. Si no partimos de una base clara al respecto, será muy difícil que el resto del proceso se dirija a obtener buenos resultados: no obtendremos un tejado seguro con unos cimientos inestables. Y en muchos de los casos, esto no ocurre, por lo que es importante que definamos bien esta fase antes de pasar a la siguiente, pues de esta “sinceridad” entre las partes, dependerá que busquemos lo que realmente se necesita o una agua en un pajar.

– Reclutador: Si partimos de la base que el cliente tiene claros todos los aspectos que tratamos en el punto anterior, el reclutador ha de centrarse en su propio trabajo. Absorber y observar todo lo que necesita conseguir el solicitante con el servicio de selección y hacerlo a través de su profesionalidad. No voy a extenderme en las fases propiamente dichas del proceso de selección, me voy a centrar más en las aptitudes del reclutador, y también en sus actitudes. Un buen reclutador estará formado en comportamiento y aprendizaje humano, en comunicación, además de técnicas específicas de negociación y permanentemente actualizado en las tendencias del mercado laboral. Saber analizar, sintetizar y extrapolar, y además ha de ser honesto, objetivo, comunicativo, estratega, comprometido y ante todo, tener interés y gusto por las personas, por la gestión del talento.

Si además, se encuentra con un cliente o empresa que no tiene claro lo que busca, deberá sumar esta lista la capacidad para concretar y guiar hacia objetivos, de estrategia empresarial para ayudar a definir con precisión las funciones y roles a desempeñar por los seleccionados.

 

– Candidato: Es la parte implicada que menos información tiene sobre lo que se está buscando, eso en el mejor de los casos. Pero también es el participante con mayor seguridad sobre lo que puede ofrecer a las organizaciones, sobre lo que puede aportar con su conocimiento y experiencia a la vacante a cubrir. O así debería ser. Un buen candidato, de los que me gustan a mí, es de los que sabrá defender su bagaje profesional y personal e intenta convencer de que es la persona adecuada, la que estoy buscando. Y lo hará desde que llama para preguntar por la oferta o envía un mail, desde que pica a la puerta para entrar o me estrecha la mano, desde la mirada directa, serena y confiada durante la conversación, tal gato observador y cauteloso. Un buen candidato se conocerá a la perfección, creerá en sí mismo, sabrá qué fortalezas y debilidades tiene a su disposición y las defenderá y les sacará partido. Por eso, un buen candidato necesita de un desarrollo y análisis personal profundo que luego pueda llevar al campo profesional y servirse de él en el camino de la selección. Un buen candidato sabrá hablar con claridad, firmeza y seguridad de todos y cada uno de los aspectos que se traten en el entrevista, incluidos los desagradables o fuera de contexto, de los cuales deberá salir airoso con su actitud y correcto lenguaje. Un buen candidato marcará la diferencia respecto a los demás, pues sabrá en qué es bueno, en qué destaca y convencerá a quien le escucha de que lo es, sin por ello dejar de ser humilde y sincero.

 

Por todo ello, y sin dejarme llevar por el efecto halo que puede darse en cualquier relación, me gustan tanto los gatos.

NOTA: este es un homenaje a mi gusto por los felinos en general y los gatos en particular y a la conversación en las redes con Eric Fernández Rentero que me inspiró este post. Como bien dice, Elena Arnaiz, Linkedin te da personas.

Fuente de la foto: pixabay.com

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