Antes de escribir este post, me he documentado.

Te cuento esto porque no suelo hacerlo, me gusta escribir sobre lo que “domino” y me siento cómoda, desde mi visión y con el riesgo que eso conlleva. Pero es lo que tiene ser una inconsciente cuando me pongo frente al ordenador.

 

Soy una gran defensora y usuaria de las redes sociales, creo firmemente en su alcance a muchos niveles: didáctico, comunicativo, publicidad, etc. Pero como toda herramienta siempre tiene una doble cara y desde hace tiempo estoy “descubriendo” un perfil que usa la red con unos fines que no me gustan nada, en absoluto y que comienza a inspirarme cierto temor.

 

Cuando te hablaba de documentarme previamente a esta reflexión, lo hacía desde el punto de vista del concepto que me viene a la cabeza al pensar en estos seres sociales que inundan cada vez más la red: los depredadores digitales. Al buscar, encontré que el término no es nuevo (vaya! una vez más no habrá un término inventado por mí, que pueda alimentar mi ego, habrá que seguir intentándolo…), pero siempre ha estado vinculado al acoso sexual, laboral o bullying. Y aquí es donde mi análisis entra en acción.

 

Se me vino a la mente este término al ir dándole forma a una tipología de habitantes de la red de los cuales pretendo huir lo más lejos y de los cuales he realizado un perfil psicológico (lo siento, mi deformación profesional me precede…).

Te detallo a continuación la estela que van dejando a su paso en formato de pautas conductuales, por si te pudieran servir:

 

Dedicación intensiva a estudiar los estados emocionales de sus “presas”: estos sí que son Big Data senior y sin Máster del universo ni ná. Tienen un especial olfato para detectar cuándo estás en un momento de flaqueza para lanzarse sobre ti y echar sus redes tejidas en el más profundo de los abismos (son malvados, no me cabe la menor duda, te quedará más claro según sigas avanzado).

 

No están siempre presentes…o al menos, eso parece: aparecen y desaparecen a su antojo, pero el resto del tiempo lo pasan en modo «vieja al visillo», observando cualquier movimiento con el que detectar a sus presas. Como los leones en la sombra, ahorran bien sus energías para usarlas con todas sus fuerzas en un ataque mortal. Aquí, la muerte, no será física sino emocional, porque te habrán conquistado, pero no es un amor puro ni real, si no única y exclusivamente en su beneficio.

 

Son listos, muy listos, extremadamente listos! Eso, también me asusta muchísimo. Saben lo qué decir a cada momento, son como un bálsamo para tu estado, se dirigen a ti cuando detectan ese momento de debilidad clave a partir del cual te atraen a su red. Y te hacen olvidar que esa red es como la de una araña: viscosa, envolvente, cómoda, pero mortal si te quedas en ella demasiado tiempo.

 

– Control de visitas: ¿sabes los CRM en formato Excel que tienen los comerciales para visitar a sus clientes y les recuerdan cada cierto tiempo que tienen que “tocar” el timbre? Pues eso mismo lo hacen estos depredadores. Los imagino revisando fríamente su listado de contactos mientas se comen un Magnum viendo una serie de Netflix y pensando “¿Hace mucho que no llamo/escribo/comento a…?” Lo preocupante no es que lo hagan, incluso ni que te lo hagan a ti, sino que estas dos circunstancias confluyan y te lo creas, mientras te arrastran a su terreno haciéndote sentir que eres importante para ellos. Si es así, estás perdido, pero insisto, no es real, nunca lo ha sido.

 

– Son expertos manipuladores: pueden parecer auténticos #influencers (por decir algo que tenga relación con las redes sociales) pero su comportamiento dista años luz de la influencia y se acerca mucho más a la manipulación más estratégica que puedas imaginar. Cada acto, interacción, mensaje, post…tiene un claro objetivo (ojo! Como tiene que ser!) y no es otro más que decirte lo que necesitas/quieres oir para que sigas preso de sus encantos.

 

– Legionarios: ese es su último fin, que te conviertas en su legionario, que formes parte de sus filas y que vayas con ellos a muerte. Hoy en día lo llamamos comunidad, seguidores, followers, prescriptores y así le damos un barniz de profesionalidad. Yo soy la primera que intenta gestionar su imagen y su marca personal teniendo en cuenta todo esto, pero en el momento en el que solamente cuentan los números (de la cuenta en redes sociales y de la bancaria, esa sí que cuenta de verdad para ellos!) ahí es donde pasamos de una gestión de marca a la creación de auténtica fachada con fines oscuros, muy oscuros.

 

– Están presentes en todos los sectores: no pienses que esto es exclusivo del mundo del desarrollo personal ni la psicología más edulcorada. En todos los ámbitos existen estos depredadores a la caza de inocentes presas, como puedes ser tú, como puedo ser yo. No te sientas mal por ello, yo también he caído en su trampa y me ha costado ver la mentira, que no humo, que había tras su perfil. Es mucho más dolorosa y dañina la mentira y la falsa apariencia que el humo que pretende distraer la atención, mucho más.

 

Ante este análisis improvisado sobre el comportamiento humano en las redes sociales, el único consuelo que me queda es el de estar atenta a la aparición de esta especie y saber que el mejor aliado de la coherencia es el paso del tiempo. Porque de momento no puedo darte pautas de cómo superar los estragos que dejan a su paso…

Imagen: google.com

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