A veces parece que quien no está presente y no hace nada de manera visible, está haciendo literalmente eso: NADA.
Y a veces, nada más lejos de la realidad.
Nunca mejor dicho.
El mundo sufre una pandemia que nos confina en nuestras casas, con mayor o menor suerte, según los metros cuadrados de los que disponemos, el apoyo social y familiar a nuestra disposición o el acopio de paciencia y dinero con el que contamos.
Y el mundo entero parece haberse parado a muchos niveles por la crisis sanitaria y el COVID-19.
Pero sólo lo parece.
Tras el miedo a enfermar o perder a nuestros seres queridos y un paso más allá de la esperanza sobre el final de todo esto, cada uno se hace de nosotros preguntas en silencio que nadie puede responder a ciencia cierta a pesar de los cientos de artículos publicados a principios de año cuyo titular arrancaban con “Tendencias del 2020 que ya están aquí en…”
Resulta un tanto frío pensar en el mañana, en cómo saldremos adelante desde el punto de vista más materialista, pero es totalmente necesario. Centrar parte de nuestra energía en el momento en el que esta pesadilla acabe, en dosificar energía para aguantar la maratón que supone a nivel físico, psicológico y económico, lejos de parecer una opción cómoda, te invito a que la consideres como una opción más.
Pero es mucho más sencillo dejarse llevar por el impulso inicial de momento de emociones con una carga muy intensa como son el miedo, la tristeza o la euforia. Es mucho más sencillo porque es visceral (nos sale de las vísceras) y en un momento como este, es lo que se espera del ser humano.
Se espera y se consiente, porque es algo humano, natural dadas las circunstancias pero no por ello ha de ser lo correcto ni adecuado para cualquier persona y sobre todo, sostenido en el tiempo. Y sobre manera, no es lo adecuado si es una forma de retrasar la aceptación y asunción de las consecuencias de esta situación, no es lo más saludable si supone una evitación en toda regla.
Pero lo que no se espera es que hagamos acopio de recursos para la fase final de confinamiento o la apertura gradual del mismo, ni mucho menos para los meses posteriores donde se intente volver a la normalidad. Y digo intente, con toda la intención del mundo, porque esa normalidad que esperamos, no va a volver. Volverá otra que pronto llamaremos normalidad, pero que no será la anterior a esta pandemia. No sé si mejor o peor, pero la normalidad previa, no volverá.
Y eso, conlleva un reajuste cognitivo y emocional que NO nos hemos permitido. Y a quien se lo permite, haciendo uso del silencio, de tomar distancia, de mirar hacia a dentro, de no opinar alegremente, incluso de desaparecer, como era de esperar, se le recrimina por no seguir la tendencia ruidosa que impera en estos momentos. Se le sanciona por no hacer lo que se esperaba de él en estos momentos, porque es lo que todo el mundo hace, olvidando que lo que todo el mundo hace, puede no ser lo correcto.
Y entonces llegan las mil y una actividades en casa para no aburrirte, para ti y para toda la familia, las videoconferencias a 5 bandas a todas horas, la infame cantidad de información que desborda los cientos de canales a los que estamos hipercontectados, los consejos por doquier para ser más productivo aún que hace un mes, la rapidez por adaptarse a las necesidades de esta situación de urgencia como si llevásemos media vida preparados para ello. Y es entonces cuando veo que NO estamos comprendiendo absolutamente nada de lo que está ocurriendo delante de nuestros ojos.
Se deja de lado, por ser poco productiva y visible, la opción de parar, esperar, observar, analizar, recuperar fuerzas para el después. Porque habrá un después, lo sabes, ¿verdad? Y necesitará de muchos recursos que se han perdido jugando al bingo en el patio de vecinos o escupiendo insultos contra políticos de aquí y allá (que todo en su medida, viene hasta bien…). Y cuando sea el momento de tomar decisiones importantes, estaremos exhaustos y no recordaremos el motivo, pero lo estaremos.
Elijo quedarme quieta, esperar desde la calma (que no siempre consigo), no ser parte del ruido imperante que tanto me molesta.
Elijo pensar en el mañana desde el presente, dosificando lo que tengo a mi disposición y allanando el camino para lo que ha de llegar.
Elijo no malgastar fuerzas en modas mientas tomo nota de lo importante a través de un importante y agotador filtrado.
Elijo ser estratega desde la inacción aparente. Qué mal suena en estos momentos donde debería primar la solidaridad, el hacer, el estar. Pero elijo la estrategia del no hacer nada.
Elijo observar a grandes marcas, analizar datos y comportamientos, extraer y comparar conclusiones, observar a referentes profesionales con diferente impacto, leer estudios sobre distintos ámbitos, hablar con personas de mi entorno cercano. Pero también elijo apartarme por momentos, estar en silencio, pensar en solitario, sin compartir reflexiones, anotar ideas y sobre todo, esperar.
Porque es que a veces, la mejor estrategia, la única posible, al menos para mí, es la de no hacer nada…aparentemente.
Imagen: pinterest.com
Me parece una muy buena opción. Espèrar, Pensar, aprender para estar preparado en primera Línea de salida para la carrera que sin duda comenzará cuando esto acabe.
Hola Julián, muchas gracias por dedicar un ratito a comentar en mi blog. Me alegro mucho de que parezca una buena opción. En mi caso, no sólo es la mejor, es la única. Del resto que estoy viendo en la distancia y en silencio, no me convence ninguna. Algunas me horrorizan y otras tan sólo, no son para mí. Me quedo aquí, en silencio, esperando y tomando nota de lo que me sea útil para ese momento que comentamos. Un abrazo enorme!
Hola Jéssica, momentos como estos ayudan a hacer una reflexión en el camino. Normalmente esto lo hacemos también en ocasiones normales, pero un parón anormal como el que estamos sufriendo «ayuda» a ralentizar nuestras rutinas y a replantearnos cosas. Que sea a nuestro favor o en nuestra contra depende de nuestra actitud y creo que esto tiene mucho que ver con lo que se comparte y se comenta en redes en estos días. Me lo tomo como tú, prefiero observar a intervenir en demasía en estas situaciones. ¡Un abrazo!
Hola Mª José! Qué alegría verte por aquí, muchas gracias por dejar tu comentario. Pareciera que es cuestión de llevar la contraria a tanta productividad y desarrollo, pero es una reflexión que me pide el cuerpo. De momento, aquí me quedo ;). Un abrazo enorme!
Me ha gustado mucho este artículo personalmente Jéssica, de verdad. A parte de que me identifico mucho desde hace tiempo con tu manera de escribir y transmitir, llevo tiempo (casi desde que empezó esto) pensando en lo mismo. Ahora parece que todo es saturar tu agenda, ser productivo, no perder el tiempo, ocuparse, porque aparentemente si no lo haces te estás perdiendo algo, te estás abandonando, no estás creciendo… No digo que no hagamos nada de nada, pero sí que guardemos momentos para estar con nosotros mismos, como bien dices, para reflexionar, analizar, «resetear» y esperar a que llegue el momento de dar nuestro máximo otra vez cuando todo pase. No cometamos el error de hacer lo que haciamos fuera, porque se nos volverá a pasar la vida, sin habernos enterado de lo importante. Un abrazo! 🙂
Hola Gabriel! Mil gracias por comentar aquí y por tu valoración! Me alegra saber que coincidimos en forma de ver la situación y la saturación a la que estamos sometidos. Yo soy partidaria de que cada uno haga lo que pueda, como siempre, y que tengamos las presiones justas, que ya bastante hay con la situación que estamos viviendo. Yo intento dosificar al máximo, por lo que pueda venir ;). Un fuerte abrazo y mil gracias por todo.
Hola cielo!
Ya me ves o, mejor dicho, no me ves en la Red apenas y es que es tan difícil para mí entrar en este círculo de diversión infinita o catastrofismo rotundo para olvidar este presente tan duro…
Quizás sea ansiedad, depresión, realidad o simplemente decisión pero me duele lo que veo, me duele lo que siento y me duele más aún que otros aprovechen esta situación para hacer sus agostos, como comentas e tu siguiente post.
No puedo y no me sale participar positivamente y lo intento. Intento publicar buenas noticias y la realidad de esa solidaridad anónima que tanto está haciendo por esta sociedad pero también estoy en modo pereza total porque siento que nada llega porque solo queremos escuchar lo malo del otro para poder criticar.
En fin, gracias a ti por publicar lo que a otros se nos queda en la garganta y no podemos mostrar.
Un beso y un abrazo y mucho cuidado en estos tiempos donde quererse de lejos parece la mejor opción.
Hola Paloma!Es que no es momento de tener que compartir o publicar nada si no te apetece o consideras. Que se acaben estas tiranías de una vez es cosa nuestra. Así que…a tu ritmo y sin obligación ninguna de hacer o ser lo que no te toca. Un abrazo enorme y mil gracias por darte un paseo por aquí. A cuidarse mucho!