Se nos ha ido la pinza, y mucho, con la autoayuda.

 

Podría desdoblar este post y marcarme otro por la cara sobre la ida de pinza de las charlas motivacionales, pero no. A veces me da la sensación de que va tan relacionados que (para mí) son indisolubles.

 

Creo que se nos ha ido de las manos las charlas, libros, conferencias y demás historias con tinte de superación. Lo digo desde el más absoluto de los respetos y me llena de satisfacción (de orgullo no, porque no es cosa mía) que las personas superen situaciones vitales complicadas, esa no es la ida de pinza ni mucho menos. Incluso que nos lo quieran transmitir de todas las formas posibles a través de libros, auditorios llenos o stories tiene su punto de bondad, altruista (¿).

 

Lo que no me gusta tanto es que, se convierta en la base y se haga de ello una forma de vida, que la consecuencia se vuelva causa y con ello nos intenten meter en vena aquello de «Si yo lo he superado, tú también lo podrás superar». Que si no lo consigues, es porque no te lo propones lo suficiente. Que si ellos han salido del fango, tú saldrás, si eres un auténtico guerrero, luchador, valiente… Que sus trucos son infalibles y extrapolables a todo lo que te pueda pasar en la vida.

 

El problema no está en que se quiera hacer con esa intención desde el principio, nunca llegaremos a saberlo con seguridad. El problema está en que el público al que se dirigen estas temáticas y formatos, es un público frágil que recibirá a manos abiertas cualquier recurso que les pueda sacar de donde están. Cualquier lugar es mejor que una depresión, una enfermedad incurable o una adicción.

 

Si nos echamos las manos a la cabeza con los curanderos y pitonisas de tres al cuarto que dan recursos facilones de horóscopo de periódico ¿no deberíamos hacerlo también con esto?

 

Y no me vengas con el cuento de la libertad de expresión y que cada uno haga lo que le apetezca y le haga sentir bien, que eso cuento me lo sé yo también. Cada uno puedo hacer lo que le plazca siempre que en el camino no estafe ni dañe a la otra parte, siempre y cuando escribir un libro y dar un charla sobre cómo superó una enfermedad o situación compleja, sea una manera de aportar a la sociedad o compartir conocimiento. Lo que ya no me gusta tanto, es hacer de esa experiencia un manual de vida para otros, vendido por fascículos en forma de libro, vídeos o conferencias multitudinarias pagadas a precio de oro.

 

¿En qué quedamos? ¿Quieres ayudar a las personas con tu historia o quieres lucrarte de ello? Porque si somos claros desde el principio, creo que me gustaría mucho más la historia, tu historia. Ya puestos, te voy a contar la mía.

No tenía muy claro qué estudiar con 18 años, pero sí tenía claro que quería ser universitaria y de todo lo que podía, me quedé con la psicología. Esa ciencia de la salud (sí, que buen trabajo nos ha costado que lo aprobasen legalmente) en la que te formas para conocer el comportamiento humano a través del estudio de la mente desde todas sus perspectivas: biológica, cognitiva, evolutiva y social.

Y sí, yo también quiero vivir dignamente de ayudar a las personas, pero no por contar mi experiencia como una superación personal, como una lucha individual que deseo replicar. Yo, quiero ganarme la vida mientras ayudo a personas a que se encuentren mejor, más sanas, más libres y hacerlo basándome en evidencias científicas, en estudios contrastados, en la trayectoria de casi 150 años, sin contar con la parte filosófica, de la psicología. No me baso en intuiciones ni pensamientos mágicos.

 

Y si lo haces de esa forma, a pesar de que tenga efectos terapéuticos, los mismos que viajar o bailar, hazme un favor y no lo llames terapia ni psicología. Llámalo de otra forma, pero no psicología

 

Puedes llamarme sectaria, inflexible, corporativista o soberbia… Pero mientras me lo llamas, dime ¿en qué te basas tú para ganarte la vida?

 

Imagen: pinterest.com

 

«Todo el mundo necesita amor»

Decían los Beatles a mediados de los 60 del siglo pasado (uf, qué lejano suena…) y yo no soy quién para llevarles la contraria. Pero sí para matizar.

Sin caer en posturas blandengues, yo también lo creo: todo el mundo necesita amor, todos necesitamos amor.

El amor se puede dar de muchas y variadas formas (cuidado mentes sucias, que no voy por ahí…solamente). No te limites a pensar en el amor romántico o de pareja, recuerda el amor maternal, el fraternal, en la amistad. Piensa en la cantidad de relaciones en las que amas y eres amado, eso que dicen los Beatles que todos necesitamos.

Y ahora, piensa en la forma en la que entregas ese amor. Y también en la que te gusta recibirlo.

Hay quien necesita abrazos, contacto físico.

Hay quien se alimenta de palabras, sobre todo de las palabras adecuadas en el momento adecuado, qué difícil ¿verdad?

Hay quien recurre al apoyo para confirmar que recibe amor de la otra parte.

Hay quien se siente amado cuando se siente en libertad, cuando le dan espacio.

Hay mil y un formas de sentirse amado, tantas como personas, relaciones y contextos.

 

Pero se nos olvida una que quiero hacerte llegar en forma de post y en forma de nuevo proyecto para que lleves a tu organización: escuchar, prestar atención, estar presente en las conversaciones.

Yo creo, que todo el mundo necesita ser escuchado. Porque la escucha, la buena, la de verdad, esa que llaman activa, es una de las mayores muestras de amor hacia la otra persona. Hacerlo desde una posición limpia, vacío de prejuicios y con el único objetivo de ayudar a la otra parte a encontrarse mejor, es uno de los mayores actos de amor y entrega que conozco.

Lo hacemos muchas veces sin ser conscientes de ello, aunque no lo logramos siempre que nos lo proponemos. Cuando esto ocurre en nuestro entorno más cercano, tanto laboral como profesional, todo se vuelve más complejo ya que formamos parte de ese ecosistema y nos “contaminamos” de emociones, juicios, conflictos internos. Y aún a pesar de ello, nuestra escucha en muchos contextos informales ha sido clave para la otra persona, ha sido terapéutica.

 

De estas reflexiones y de mi experiencia de 10 años como consultora en múltiples sectores y empresas y otros 5 gestionando a personas, nace TU PSICÓLOGA.

En la mayoría de acciones formativas y procesos de consultoría en gestión de talento y personas que he desarrollado en estos últimos años, encuentro una enorme carencia en las organizaciones: no hay tiempo para escucharse. No hay tiempo para conversar. Y lo entiendo, todo va tan deprisa que dejamos las conversaciones, ese lugar donde se encuentran el talento, las emociones, el potencial, la solución de raíz de los problemas… en último lugar. Pero de verdad, que lo entiendo.

Por eso me he propuesto llevar a tu organización este proyecto, donde en formato de bonos de 5, 10 o 20 horas me dedicaré a eso: a escuchar (te). Pero desde el punto de vista de la psicología, con una visión objetiva como agente externo a tu empresa, para poner al alcance de las personas que consideremos (ambos, tú y yo juntos) que necesitan ser escuchados y sobre todo, el para qué de esa escucha.

No se trata de formación, ni de consultoría ni de terapia (soy tu psicóloga, pero no tu terapeuta 😉 ) eso va por otras vías. En esta ocasión quiero llevar a tu organización la psicología como herramienta de mejora transversal, aplicando uno de los principios básicos de esta disciplina: la escucha, las preguntas, las conversaciones poderosas. Y si tú me dejas o me ayudas a llegar a la persona que crees que lo puede necesitar, seré yo quién tenga tiempo para eso que todo el mundo necesita, pero que parece no tener espacio en la empresas.

Una persona escuchada, se siente valorada, respetada, apoyada, reconfortada, aliviada. Esto no hace que el problema desaparezca, pero si reduce su tamaño, su dimensión y favorece los desbloqueos y la aparición de la solución. Muchos de los “problemas” que creemos tener o sufrir son circunstanciales, y el propio paso del tiempo hace que remitan espontánemente. Pero ¿por qué no ayudar a que esa remisión sea má fácil y llevadera? ¿Por qué no allanar ese tránsito a las personas que forman parte de tu organización?

Por tiempo.

Como te dije antes: te entiendo, lo entiendo. Si no tú no tienes tiempo, yo lo tengo por ti. Por y para ti, para la mejora de tu organización a través de la escucha.

Yo, tu psicóloga, te escucho.

Imagen: www.sergioabevilla.com  /   @sergioabevilla

 

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A partir del 4 de febrero, tendrás más información en la web junto una serie de cambios muy necesarios que llevaban un tiempo esperando a su momento. Y ha llegado.

 

 

 

 

 

Mariol Fierro es de lo bueno, lo mejor.

Como profesional de la psicología es de las mejores tanto a nivel de terapia como en el desarrollo de talento en las organizaciones. Es uno de mis pilares y referentes en la psicología, desde su saber hacer, su ética e integridad que infunde en todo lo que hace, hasta su visión de la psicología en la que vamos muy de la mano.

En mis 10 años como profesional independiente, he colaborado con gran cantidad de profesionales, tanto colegas de profesión como de otras disciplinas, pero sin lugar a dudas, me quedo con ella, con Mariol. Hemos compartido confidencias, prisas, risas, llantos, enfados (esto mucho más yo que ella…), avances, bloqueos… pero sobre todo hemos compartido momentos y esperanza de seguir caminando juntas durante mucho tiempo y sabiendo que la amistad está por encima de un proyecto, un cliente o un ego con ansia.

Si te encuentras con una persona así en tu vida, dime si no es como para hacerle homenajes diarios y decirle de todas las formas posibles los que significa para ti?. Porque yo, al menos con ella, lo hago…

 

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¡Socorro! Había conseguido salir del empacho de las cenas navideñas y con la entrada de año estoy empachada de algo más complejo de digerir: la FELICIDAD.

 

Felicidad, felicidad, felicidad, felicidad, felicidad, felicidad, Felicidad, felicidad, felicidad, felicidad, felicidad, felicidad, Felicidad, felicidad, felicidad, felicidad, felicidad, felicidad, Felicidad, felicidad, felicidad, felicidad, felicidad, felicidad…

¿verdad que cansa?

 

Se ha instaurado la moda de la felicidad en todo lo que nos rodea: en las organizaciones, en nuestra vida, en nuestra familia…

La felicidad se ha convertido en una MODA, que se ha crecido hasta una OBLIGACIÓN: nuestro objetivo debe ser que siempre se nos vea felices.

 

Se nos muestran escaparates y escaparates, se nos ofertan opciones… para ser felices, y nos saturamos. Nos volvemos felicistas compulsivos. Y al final, cuando vemos que los recursos nunca son los suficientes para lograr la cantidad de felicidad que se nos expone debemos conseguir, suplantamos la verdadera FELICIDAD, por el sucedáneo, y nos disfrazamos de PERSONAS FELICES. Pero que se nos vea felices no es lo mismo que serlo.

Y somos ya muchos profesionales los que observamos que disfrazarse con una mala imitación de la felicidad, produce desgastes antes de tiempo, destiñe las emociones, arruga nuestro futuro y se quema con facilidad. Y eso nos hace más infelices. Justo lo contrario de lo que perseguíamos.

 

Nos proponen que seamos felices a todas horas, todo el día, todos los días…siempre. Y SIEMPRE, es una expresión que supone demasiadas exigencias, y que no cuenta con aquellas cosas que no dependen de nosotros, que las hay, ni con nuestra capacidad y necesidad de tener excepciones que confirmen las reglas.

Y somos ya muchos los profesionales que trabajamos con personas y entidades donde el SIEMPRE FELICES se ha convertido en una marca, que no ayuda sino que imprime a fuego en nuestra piel una exigencia que nos hace más infelices. Justo lo contrario de lo que perseguíamos.

 

Porque mantenerte en la moda de la felicidad es tan cansado como estar vestido de fiesta todo el día, todos los días, a todas las horas, en todas la situaciones…. Porque consumir felicidad todo el día es tan malo para nuestras emociones como los excesos navideños todo el año lo son para nuestro estómago.

¿Y entonces?

Pues en tu vida tendrás turrones y verduras. Vestirás unas veces de gala y otras con el trapo más viejo mientras estás en tu casa. Y nada será bueno ni malo, tú lo decidirás.

Tu vida tendrá momentos felices y momentos duros. Tendrá momentos que quieras conservar en el tiempo y momentos que querrías que no hubieran ocurrido. Pero es tu vida y tus momentos, y tú deberás interpretarlos y gestionarlos, dándoles una medida que te permita después de algunas sumas y restas, tener un saldo positivo.

Ser feliz no es lo mismo para todas las personas, con lo cual nadie más que tú podrá reconocerlo ni medirlo. No hay recetas mágicas, ni el regalo del roscón está en todos los roscones en el mismo sitio.

Tu felicidad, como tu motivación, es TUYA. Sale de ti, la defines tú, se adapta a tus circunstancias, y lo que es más importante, la vives tú. LA VIVES.

Así que me niego a definirte lo que debe ser la felicidad.

Tan solo te diré que no dejes de vivirla por buscarla, que no dejes de reconocerla por maquillarla, que no dejes de disfrutarla por grabarla, que no dejes de saborearla por buscar empacharte de ella.

Tan solo eso.

Imagen: google.com

“Qué bonito cuando me hablas, ay

Qué bonito cuando te callas
Qué bonito sentir que estás aquí
Junto a mí, ay”

 

Cantaba Rosario Flores allá por 1996 en honor a Antonio Flores, uno de mis artistas favoritos. Nada tiene que ver este hermoso homenaje entre hermanos con lo que te quiero contar…

 

Qué bonito es pensar que cualquier persona tiene el potencial de ser lo que quiera ser, que los títulos y la formación sin talento, no sirven de nada. Que las competencias son todas entrenables, sobre todo tras leer manuales que cambian la vida en 175 páginas o cursos intensivos de fin de semana.

 

Qué bonito es apoyar el desarrollo profesional de quien se quiere reinventar y cambiar de sector, porque cree que puede, porque cree que sabe y porque sí. Porque tú eres el primer ejemplo de ello y te encanta apoyar a cualquier persona que esté pasando por tu situación, ya sea personal, profesional o empresarial.

 

Qué bonito empoderar a las personas que tienes cerca y decirles que lo importante es la actitud, que lo de ser aptos ya si eso para más adelante. Que con una sonrisa en la cara llegará a dónde se proponga, que no hay techo para ellas, que la N.A.S.A. se les quedará pequeña si así lo creen, que no tienen límites.

 

Qué bonito fomentar el cambio constante, la evolución continua, el estado beta permanente...

 

Qué bonito… hasta que te das cuenta que todo esto lleva a esas personas a ser tu competencia directa, y entonces ahí, ya no es tan bonito.

 

Deja de ser bonito porque de repente la formación, los títulos, la experiencia o determinadas competencias son más necesarias de lo que pensabas. Que para eso te has currado tú lo tuyo tantos años, y ahora viene cualquiera (ojo, no es un cualquiera..) y tras una charla motivacional…decide dedicarse a lo mismo que tú y gracias a eso mismo que tú (sí, sí, tú) has empoderado a «tope de power».

 

Deja de ser tan bonito como creías, porque te das cuenta de que has creado un monstruo y de que el alumno aventajado siempre es más listo que su mentor, porque le lleva delantera, ya que ha aprendido de los errores del primero. Empieza a tornarse gris, porque pensaste que había pastel para todos hasta que empiezan a comer del tuyo y tu trozo se vuelve cada vez más pequeño. Porque empiezas a quedarte sin recursos, ya que los has puesto todos en fomentar un nicho de negocio que se puede volver en tu contra, salvo que en lugar de tener clientes, tengas fans.

 

Ya no es tan bonito como parecía, porque eso que hiciste creer, a sabiendas de que no era, sonaba bonito pero en un mundo transparente, a cara descubierta y con las cartas boca arriba. Sin faroles ni tret(p)as, en un juego limpio. Pero claro, se te olvidó incluirlo junto al empoderamiento, la actitud y el “tú puedes”. Y ahora ¿te da por ponerte a reflexionar sobre quién sí y quién no puede hablar sobre según que tema o (supuesta) disciplina?.

 

Ahora es tarde (sigo en plan melómano y tiro de Rocío Jurado) para ponerse a juzgar quién puede denominarse profesional o autoproclamarse experto en una materia cuando tú has sido el principal implicado (y beneficiado) en todo el proceso. Salvo en la parte final, esa en la que empiezas a salir perjudicado porque las prácticas no son limpias, la ética brilla por su ausencia,  y lo que más abunda en ese ejercicio es la palabrería barata, esa de la que puede que hayas hecho uso en algún momento.

 

Ahora es tarde para lamentos y juicios a posteriori, ahora no te va a importar que te tachen de corporativista cuando rehuiste de ello mientras hubo beneficio. Ahora toca apechugar con las consecuencias y trabajar muy duro para diferenciarse de los que consideras que no (porque tú sí, tú siempre has podido y lo sabes), por hacer ver que «esos» ya no te representan. Incluso quieras hacer ver que nunca lo han hecho…

 

Ahora, que ya no es tan bonito, no te enfades con tu propia creación y asume que, al menos, fue bonito mientras duró.

 

 

Vídeo: Qué bonito, Rosario Flores (1996). Youtube.

Imagen: google.com

Se nos ha ido la pinza, y mucho, con el éxito.

 

Se nos ha ido la pinza con eso de las aspiraciones, del desarrollo, del querer ser más, del salir de la zona de confort en cuanto nos sentimos “bien”.

 

Se nos ha ido la pinza con eso de crecer, de ser más y mejor todo el tiempo, con avanzar sin descanso, sin tregua. Y luego claro, llegan los agotamientos, el estrés y las frustraciones y aún nos preguntamos qué de dónde vendrán…

 

Parece ser que hay una moda por ahí que dice que si no estás en cambio constante y además, feliz y encantado con ello, no eres ni un profesional ni una persona de bien. Que necesitas estar continuamente creciendo, creciendo y creciendo cual Alicia en el País de las Maravillas hasta que el mundo se te quede pequeño. Y es que mola mazo, como diría el gran Camilo Sesto, que así sea, que todo lo que te rodea se te quede pequeño.

 

Y además, parece ser que las expectativas que tengas tienen que ser unas en concreto, no sirven las propias, no. Tienen que ser las que la “sociedad” ha determinado. Que digo yo, que tú también eres parte de esa sociedad, ¿no? Y podrás decidir hasta dónde, cuándo y cómo quieres llegar ¿no? Pues no.

 

Tienes que tener estudios (cuantos más mejor), títulos a doquier, trabajar y sonreír mientras lo haces, ser feliz siempre, porque sí, porque un día sin sonreir es un días perdido. Acabáramos! Tienes que cumplir con lo que toca: casarse, tener hijos, aportar a la sociedad, ganar muchísimo dinero, consumir mucho más, viajar, leer, ir al gimnasio, estar estupendo y saber mucho de nutrición. Todo esto, por empezar por alguna parte.

 

Yo no sé tú, pero mi éxito, mi ideal de ser una persona de bien y de triunfar en la vida, con 16 años (que ni siquiera pensaba yo en esto) era sacar unas notas de la leche en el instituto y saltarme alguna clase sin que les llegasen notificaciones a mis padres por correo. Y con 20, era acabar la carrera de psicología sin morir en el intento y viajar todo lo posible con mi chico. Y con 25 trabajar para pagar la hipoteca, donde fuese y como fuese. Y con casi 40…. Otro día te lo cuento, pero obviamente no son las mismas.

 

Por lo que con mi éxito, seré yo la única persona que decida qué me hace o no ser una persona exitosa. Y aunque no pueda evitar las influencias de los medios de comunicación, de las redes sociales y de quienes me rodean, no dejaré de tomar decisiones en lo que a mi éxito respecta.

 

Porque una cosa es dejarse asesorar, guiar y pedir ayuda. Tomar nota de aquellas personas que consideramos referentes (esto para otro post de idas de pinza), aprender de lo que otros hacen y creemos que les va bien…y otra muy distinta es hacer lo que te dicen que hay que hacer y ser, sin plantearte ni siquiera que es lo que te apetecía a ti. Que luego vienen la crisis existenciales y nos echamos las manos a la cabeza y culpamos al matrimonio, al capitalismo o al vecino de al lado. A cualquiera, antes que darnos cuenta de la espiral de éxito ajeno en la que nos metimos hace mucho tiempo.

 

No consientas que te digan que no tienes aspiraciones ni eres nadie en la vida por no haber trabajo en aquello para lo que has estudiado (qué horror de mantra!), que eres un flojo por haber dejado tu vida profesional en pausa para dedicarte a tu familia (no hablo sólo de hijos, hay familia más allá de los hijos, recuerda…).

No consientas que nadie decida por ti en lo que a tu vida se refiere, y el concepto de éxito es algo muy personal, tanto como tu color o tu comida favorita. Y como algo personal que es, sólo tú decides.

 

Y ya puestos ¿cuál es tu idea de éxito actual? ¿ha cambiado mucho en los últimos diez años?

 

Imagen: Sylvester Stallone, 49th Annual Academy Awards, 1977. (pinterest.com)

Cuando conoces a Maribel García, es imposible no centrar tu atención en sus ojazos …y en su discurso, su conversación.

Con ella, tengo la sensación que con otras muchas personas con las que he «conectado» en la red: ha sido un proceso a fuego lento, nada invasivo y con un interés mutuo por sumar a la otra persona. Como me gusta a mí que surjan las relaciones.

Catalana en Madrid y con una trayectoria profesional centrada en el desarrollo del talento en las organizaciones, se ha empeñado (y yo encantada de ello!) de que el Employer Branding deje de ser un concepto lejano y sea algo tan habitual en la organizaciones como dar los buenos días.

Yo, creo firmemente que lo conseguirá ¿y tú?

 

¿Por qué lo llaman Employer Branding cuando quieren decir brilli-brilli?

 

Hay personas con las que incluso antes de verte cara a cara, sin saber muy bien porqué, conectas. Hay personas a las que les tienes cariño especial y cada vez que aparecen en tus redes, te sale una sonrisa.

Cada pasito que he ido haciendo para acercarme más a Jessica y poder conocerla mejor, ha sido como una confirmación de que era alguien que me aporta muchas cosas buenas. El hecho de darme la oportunidad de poder participar en su “Personas con Alma” demuestra su generosidad y cariño. Por eso y por más cositas que la hacen una gran persona con alma, ¡le doy mil gracias!

Cuando me observo y escucho hacia dentro para buscar qué es lo que me mueve, porque yo soy de las que se mueve pero bien (deu ni do que se dice en mi tierra!), siempre aparece la necesidad de hacer que las personas brillen. Nunca tuve una vocación clara de niña, pero solo hizo falta entrar en las empresas a trabajar, para decir una cosa de manera insistente: “Esto se debería poder hacer de otra manera”. Y ante la cansina respuesta obtenida de “es que esto siempre se ha hecho así”, me rebelaba. Ahí nació mi amor por aquello que años más tarde se llamaría Recursos Humanos (si… ya tengo una edad…).

Recuerdo las conversaciones con mi abuela, la que siempre me miraba con tanto amor y a veces con algo de tierna incomprensión. Pero con dos generaciones tan diferentes y tratándose de dos mujeres “de armas tomar” era lógico pensar que hubiera encontronazos.

–       Hay que hacer lo que diga el jefe Maribel, si no mal. Tú siempre cumple con lo que te manden. No te quejes, no quieras contradecir, no hables más de la cuenta, que ni se te note…

–       Que no yaya… que no es justo, que hay que poder hacer las cosas de otra manera, que se debería ir al trabajo y pasarlo bien, que nos gustara lo que hacemos, que no fuera un esfuerzo…

–       El trabajo es un esfuerzo, un sacrificio hija… no vamos a pasarlo bien allí…

Claro que ella trabajaba 12h en una fábrica de 02 de la madrugada hasta las 14h. Viniendo de la guerra y de las penurias que pasó, para ella eso era lo más parecido a un trabajo digno. Se tiraba de los pelos cuando me oía hablar de algo que ni yo misma sabía conceptuar, pero que tenía muy claro que guiaría mi rumbo: el Employer Branding. Si en aquél entonces ella hubiera oído esta palabreja, creo que lo hubiera entendido menos todavía!

Hoy en día ya es más fácil haber oído algo sobre el Employer Branding o lo que traducido sería la Marca Empleadora. Si ya estás acostumbrado a escuchar eso de la Marca Personal, no te será difícil comprender que es exactamente lo mismo pero aplicado a las organizaciones.

Personas y Organizaciones: ¿qué las hace conectar? No hablamos de una pared y de una persona. En el fondo se trata de que varias personas conecten entre sí. Y lo siento, pero la conexión no se puede maquillar, no se puede falsear, no se puede tunear como cuando alguien se emperifolla para salir de fiesta y todo lo que lleva es postizo ¿Te imaginas la decepción de alguien que queda con esa persona y en la intimidad, se muestran su verdad y empiezan a caer pestañas, rellenos de tetas y culo, uñas, lentillas de colores, extensiones…? Brilli-brilli

O cuando alguien tiene una imagen en redes de persona generosa, cercana, altruista, cariñosa… y consigues conocerla en persona y es distante, altiva y pedante, no consigues casi que te mire o te dirija una palabra o habla mal de otras personas y te produce más bien rechazo estar a su lado. Brilli-brilli…

Cuando una persona entra por primera vez en una organización como nuevo empleado, no quiere brilli-brilli, o por lo menos vamos a intentar que ese brilli-brilli, el bueno, no sea del que caiga como una purpurina barata. Porque, vale, hay brilli-brilli que sí es bueno y mucho, porque a veces te encuentras delante de alguien que sin saber cómo, te hace sentir genial, te aporta, te hace crecer, te ayuda a desarrollarte, te empuja, te pone en esas situaciones en las que te saca el valiente que tienes dentro, te enciende la llama que hay dentro de ti: brillas. Pero brillas de verdad y ese brilli-brilli es brutal.

A las organizaciones les tenemos que ayudar a abrazar el concepto de Employer Branding para que entiendan que hoy todo lo que mostremos hacia fuera, debe ser honesto, transparente y muy de verdad.

Leí hace poco en un comentario de Enrique Iniesta (Pikolin) que RRHH ha aprendido recientemente del Marketing (que siempre he dicho que son los cool de la empresa!) y que ahora nos toca aprender de Estrategia. Y ese es el camino. Pero no nos olvidemos de quien ha de estar en el centro de todo: las personas. Porque una experiencia vale más que una campaña. No podemos fallarle a una persona que ha conectado oyendo o viendo algo de nosotros y que cuando entra para formar parte de esa compañía descubre que lo que parecía que era brillo de verdad (Employer Branding), en realidad era solo brilli-brilli. Pero sobretodo, hagamos que los que ya están dentro, sean unos auténticos embajadores de marca, que sientan esa cultura como propia.

Enamoremos de verdad, empujemos a todos lo que conecten con nosotros a vivir la misma experiencia: ¿brillamos juntos?

Imagen: Maribel García

Se nos ha ido la pinza, y mucho, con la pasión.

 

Vive con pasión.

 

Ama con pasión.

 

Trabaja con pasión.

 

Come con pasión. Uy, eso no que tiene que ser consciente ;).

 

Y así, todo el tiempo. Y así, nos lo hemos creído, y andamos por la vida apasionados, pero también descontrolados y agotados.

 

Lo de la pasión, nos tenían que haber explicado que es a ratos, en momentos clave o puntuales, porque ser un apasionado todo el día,  llega a ser extenuante. Para ti y para los demás, no lo olvides.

 

Nos dicen que si no emprendemos con pasión, nuestro proyecto fracasará. Que si no elegimos un empleo donde abunde la pasión, moriremos de aburrimiento porque son muchas horas al día que invertimos en él. Las mismas, casualmente, que si lo desarrollamos apasionadamente y consumirá todas nuestras energías.

 

Elegir tus objetivos vitales, ya sean personales o profesionales, con pasión es fundamental. Siempre que entendamos por pasión, algo así como preferencia, predilección, inclinación, no sé muy bien qué palabra poner. Pero si maltratamos el uso de la pasión y lo llevamos solamente al extremo de la fuerza desmedida que se pone en algo o alguien, a mí, sinceramente, me da mucho miedo.

 

No quiero dejar de comentarte que el origen de pasión viene de la acción de padecer, y padecer no tiene nada de bonito. Más bien conlleva sufrimiento, carga o desazón. Y ojo que lo dice la RAE, no lo digo yo. Habrá que preguntarle a @lavecinarubia qué opina al respecto.

 

Cuando vives con pasión, todo es intenso, pura emoción. Y qué bonito, ¿verdad?

Pues no! La emoción sin razón no es más que impulso, descontrol y falta de foco. Ya lo dijo Pirelli en los 90 con aquellos anuncios que aún resuenan en mi cabeza: “La potencia sin control, no tiene sentido”. Pues mira, con la (dichosa) pasión, me ocurre lo mismo.

 

 

Por experiencia propia y cercana de lo ocurre en mi trabajo, te diré que cuando algo te apasiona, lo vives de manera tan entusiasta y vehemente, que puedes llegar a perder el control de esa emoción que inicialmente fue la que te movió a hacer cosas. Y cuando se pierde el control, se pierde la dirección y la posibilidad de medir las consecuencias de nuestros actos.

 

Cuando trabajas en lo que gusta y te apasionas, no eres consciente de las horas que empleas en crear, avanzar, crecer, sumar y se te olvida un poquito tu lado personal. La pasión por tu trabajo te hace perder el equilibrio y depositar (muy gustosamente) toda tu energía en ese lado de la balanza y dejar para más tarde tu descanso, tu familia, tus amigos, tu ocio. Tú….

 

Cuando te sumerges apasionadamente en una relación, la fase de enamoramiento, de mariposas en el estómago hace que se desvanezca el resto del mundo. Y es tan bonito, querer pasar todo tu tiempo con esa otra persona, dedicar todos tus pensamientos y todo tu empeño en ese amor… Pero también es tan cansado, tan agotador que todo esto afortunadamente sólo dura aproximadamente 6 meses y luego se estabiliza (te hablo de los niveles de dopamina que segrega nuestro cerebro y nos “nublan la conciencia”) para dar paso a otro tipo de inversión emocional.

 

Cuando te involucras al 100% con esa pasión tan de moda y exigida en uno de tus roles, como el madre o amiga, dejas a un lado el resto de roles que también tienes derecho a ejercer y que incluso es sano que no olvides para conseguir el deseado bienestar que todo buscamos con tanta ansia. O ¿era pasión?

 

En conclusión, que la pasión es necesaria para vivir en plenitud en todas las facetas de la vida. Pero como no le pongas límites, control o la gestiones, quizás mi próximo post se titule “Y se murió de pasión”.

Con lo que, vive con la pasión que quieras y puedas, no siempre hace falta estar apasionado con todo, con todos ni todo el tiempo. Ser una persona intensa, apasionada, no siempre mola, ni a los demás (todos tenemos un ritmo y los apasionados llegan a ser agotadores en ocasiones) ni a uno mismo (uno también se cansa de la energía que requiere la pasión).

 

Y que no se te vaya la pinza con la pasión, más que lo justito pa vivir bien.

 

Imagen: Carl Lewis para Pirelli.

El employer branding o marca empleadora parece tener cada vez más presencia en nuestras conversaciones, lo cual es el  punto partida necesario para que llegue a donde tiene que llegar: las organizaciones. Este término, hace referencia a la imagen de las empresas como empleadores, a su reputación respecto a los empleados actuales y a los posibles candidatos que vayan a formar parte de sus filas.

 

No tengo pensado aburrirte con este tema sobre el que muchos expertos como Ximo Salas hablan (y muy bien, por cierto) ni comentarte en detalle el programa con el que trabajo la reputación empleadora de las organizaciones y su impacto en la gestión y atracción del talento.

 

Lo que quiero compartir contigo es este pequeño manual sobre cómo desarrollar y cuidar tu marca empleadora con los colaboradores externos, freelance o autónomos de toda la vida. Las reglas del juego han cambiado de un tiempo a esta parte y cada vez es más frecuente que las personas tengan su propio proyecto profesional o realicen colaboraciones puntuales con empresas. Y aquí, también es necesaria (incluso más, diría yo) la necesidad de cuidar la forma en la que captas, atraes y gestionas ese talento “libre”.

 

Y lo voy articular en base a frases demoledoras que llevo escuchando en estos últimos 9 años y que me han hecho estremecer y (echar a correr muy lejos en alguna ocasión). Estas son las “perlas” que tengo grabadas a fuego y me gustaría que tuvieras en cuenta a la hora de trabajar con:

 

– “El precio son x/h, según convenio. Es lo que hay”

Es imprescindible comprender que un profesional que colabora de manera puntual y que en la mayoría de los casos, se paga sus propios impuestos, resulta cuando menos ridículo que sea la empresa quien fije el precio de la colaboración. Si el enfoque es de negociación, de acuerdo, tendrá una mayor posibilidad de sentar las bases de una auténtica colaboración y eso, es clave en este tipo de relaciones.

No olvides, que aquí no hay un contrato laboral ni un convenio al que ceñirse. Hay unos intereses compartidos y compartidos deberían ser también otros aspectos como los honorarios y resto de condiciones.

 

– “Como tú, hay cientos en el mercado”

Amenaza muy recurrente y arraigada en algunas políticas de empresa que también se extiende a los colaboradores externos.

Siento decirte que como él (y como tú, y como yo) no hay nadie. Todos somos únicos en nuestra forma de hacer, y por lo tanto los resultados que consigue tu colaborador con su estilo, su esencia y sus capacidades…son únicos.  Si esos resultados son buenos, son suyos (para tu organización, claro) pero los ha conseguido él. Y quizás fue eso mismo fue lo que hizo que quisieras contar con él en su momento y el motivo por el que sigues repitiendo desde hace tiempo.

 

– “Me parece una barbaridad lo que cobras por hora/proyecto. No lo vale, no lo vales”

¿Te imaginas con qué ganas va a ir a tu cliente a ser tu imagen después de decirle que no vale lo que consideras que vale?

Creo que se te olvida que mientras está con tu cliente en una formación o en un proyecto de consultoría, te representa. Y si le tratas así, su motivación por colaborar contigo tenderá a valores negativos.

Quizás si le dices que es caro, que su coste no es asumible, que no entra dentro del presupuesto con el que cuentas para el proyecto, tiene un pase y lo podáis hablar. Pero en esos términos estoy segura de que se le quitan las ganas de hablar contigo, o al menos, de seguir colaborando en un futuro.

 

– “No muerdas la mano que te da de comer”

¿Cómo se te ocurre decirle estas tipo de cosas al comentarte que no tiene disponibilidad de fechas o que ya no trabaja determinadas temáticas?

Otro fallo de memoria que hace evidente que sigues sin tener en cuenta que no es tu empleado, no tiene disponibilidad completa para ti y que decide aquello en lo que quiere trabajar e invertir su tiempo y esfuerzo. Y de paso, también elige con quien. Si habías pensado que lo tenías esperando por tu llamada, craso error.

 

– “Te llamo para la temática X, al igual que desde hace 5 años”

Los profesionales independientes y las personas que desarrollan proyectos paralelos a su trabajo en otras organizaciones, están en permanente movimiento y cambio, por lo que es posible que su enfoque y temática también lo haga de manera natural.

¿Le has preguntado sobre qué aspectos ha profundizado últimamente o está investigando?

¿Le escuchas cuando te cuenta sobre qué temas o proyectos ha desarrollado en los últimos meses?

¿Sigues su trayectoria y evolución a través de sus RRSS o de cualquier otra manera?

Puede ser que te estés perdiendo a un gran profesional de un área, por tenerlo encasillado en una sola. Por Dios, flexibiliza! Y además, eso que te ahorras cuando necesitas ofrecer a tus clientes nuevas propuestas o te estás abriendo a nuevos mercados. Te invito a que gestiones de manera provechosa ese conocimiento que tienes al alcance de tu mano y desconoces tan sólo por falta de atención.

Esto, además, hará que tu colaborador se sienta valorado e incrementará su interés en ti.

 

– “Mis clientes, son míos. Ojo con lo que haces…”

Una de las primeras lecciones que aprendí al empezar en mi proyecto profesional, es que los clientes no son de nadie: son de sí mismos, son muy suyos. Otra cosa diferente es la deslealtad, la falta de ética profesional o el engaño que puedas descubrir en la base del vínculo con tu colaborador y que se intenta suplir con amenazantes e interminables contratos. Esa lealtad que deseas la podrás conseguir a base de compromiso con él y de que sea una relación en la que ambos ganáis, es decir, lealtad y transparencia de ida y vuelta. Ahora, la lealtad del cliente, esa ya es otra historia.

 

– “En octubre, empiezas en el proyecto X. Ya están cerradas las fechas”

¿En qué cabeza entra que cierres las fechas de un proyecto donde participa alguien a quien no le consultas su disponibilidad?

No, y aún querrás que te diga que sí y que deje todo aparcado por ti y con la mejor de tus sonrisas. Eso, sólo ocurre cuando la relación que has establecido es transparente, con beneficio por ambas partes y de equilibrio. En caso contrario, es muy posible que recibas un NO por respuesta.

Si quieres que el colaborador forme parte de un proyecto importante y deseas que lo haga con todo su conocimiento, con todas las ganas desde el principio… Haz por ello, y agendar si contar con su disponibilidad, no va en esa línea.

 

– “Te necesito para este proyecto. No tengo un gran presupuesto, pero trabajar para X cliente, te dará una proyección increíble”

¿No tendrás pensado subirte al carro de “trabaja gratis» a cambio de experiencia con X cliente?

Las condiciones en las que tu empresa ha decidido trabajar para ese cliente, no implican que las condiciones de tu colaborador actual, ese al que necesitas en concreto y que le ha dado el valor extra el proyecto, padezcan de ellas. Tu margen de beneficio lo controlas tú, y él…el suyo. Es posible que no estén alineados y entonces, la relación no podrá seguir adelante, no es percibida como beneficiosa para ambas partes.

Y si es así, en este caso, no pasa nada ;).

 

– “Hazme una propuesta X muy elaborada y cuidada para X cliente. Cúrratelo bien, de ella depende que nos den el proyecto”

El tiempo que un colaborador externo dedica a una propuesta para tu cliente, es tiempo de su trabajo que corre a cuenta de ¿quién?

Si el proyecto sale adelante, se recupera (o así debería ser) y todos tan amigos, pero ¿y si el proyecto no se consigue? ¿Sabes quién es la parte que más pierde?

Para que la colaboración con ese profesional que necesitas (y te necesita) sea duradera y beneficiosa para ambos, debe ser percibida como equitativa, justa. Y para eso es necesario hablar mucho, fijar con antelación los términos de la relación y negociar las condiciones de la misma.

 

– “Te contacto por recomendación de Y, me dice que tus honorarios son x/h ¿estoy en lo cierto”.

Sí y no.

Es muy de agradecer cuando te recomienda alguien y comenta que ha trabajo contigo hace 10 años y quedó muy satisfecho (wow, 10 años y aún se acuerda, eso sí que es huella!). Pero los honorarios no pueden ser lo mismos ¿comprendes?

En 10 años, ese profesional ha acumulado horas de vuelo, experiencia y nuevos conocimientos que tendréis que valorar en conjunto en la situación actual. Y por su puesto, si no te encaja en tu propuesta tan contentos. Nada de regatear!

Cada vez que regateas un precio con un colaborador tu imagen de empresa respetable se queda en saldo de mercadillo: quien regatea condiciones, regatea muchos aspectos vinculados a su imagen. Piénsatelo…

 

 

Podría seguir… pero creo que ya es suficiente, al menos por hoy, para explicarte mi visión de sobre las relaciones entre colaboradores externos y empresas.

Si crees que necesita una segunda parte o una vuelta de tuerca, házmelo saber y nos ponemos tú y yo, manos a la obra.

 

P.D.: cualquier parecido con la realidad…es pura coincidencia.

 

Imagen: Tohappytogether.com

 

 

 

 

 

 

Se nos ha ido y mucho, y para no andarme por los tendales voy a ir al grano y contarte brevemente (o al menos intentarlo) a través de unos puntos sin ningún criterio organizativo más que la visión crítica de este concepto:

 

– que yo sepa esto del networking tiene poco de nuevo, es hacer contactos de toda la vida, pero ahora en todo tipo de entornos. Lo que ocurre que si lo vistes de anglicismo, queda mucho más cool, of course.

 

– lo de hacer contactos es algo fácil: cualquiera saber presentarse (igual en lo que fallamos es en hacerlo bien, claro…) y decir a qué se dedica y qué busca. Lo complicado de los contactos es cuidarlos, gestionarlos y hacer algo útil “con” ellos.

 

– lo de hacer algo útil tiene enjundia. Hacer para ti sólo o para ambas partes?. Sé sincero: buscas ganancia propia frente a la otra, aunque quede mucho mejor en un post decir que te inmolas por el otro. Si consigues un beneficio mutuo o un beneficio propio sin perjucio propio del otro, a mí ya me parece bastante loable por tu parte, pero como te digo arriba, no queda tan bonito para llenar tu perfil.

 

– lo de tener referentes claros y acercarte a ellos para aprender y solamente aprender… creo que se nos queda algo grande. Te acercas a alguien porque te interesa y el interés puede ser muy variado, pero creo que debería ser un interés sincero ante todo y compartido por ambas partes.

 

– lo de generar una relación profesional basada en el sentimiento y las emociones, no tiene nada ni net ni de working. Tiene mucho más que ver con las estrategia (de la dañina) y la manipulación, algo que deja de ser así cuando ambas partes conocen las reglas del juego y todos tan contentos.

 

– lo del  «te doy sin esperar recibir nada cambio», no te lo crees ni tú, ni de paso yo. En la vida personal, con los amigos, con la familia, tiene un pase, y ni aún así. Pero en los negocios (y el networking, son negocios), esperas recibir a cambio, al menos, respeto y que se acuerden bien de ti ¿O eres de los que juega a “Voy a hacer esto para que tenga la sensación de que deba un favor?” No te lo tomes a mal, cada día hay evidencias claras de este tipo de acciones, siento ser yo quien te las descubra (¿).

 

– lo de ser una persona interesante, atractiva y generar interés para que aquellas personas que has seleccionado previamente en una lista, como si de la compra se tratase, nada tiene que ver con ser una persona interesada. No confundas los términos, porque las relaciones sinceras que surgen en el mundo de los negocios, son así, surgen… No se fuerzan, ni se crean, si son resultado de una estrategia previa.

 

– lo de ser sincero en los eventos de networking para no hacer perder el tiempo a ninguna de las partes, también necesita un término medio. No dejes a nadie con la palabra en la boca cuando le preguntes en qué empresa trabaja y te responda que es consultor independiente, freelance o autónomo (vivido en primera persona) A parte de falta educación, dejas una huella imborrable que es extrapolable al resto de áreas profesionales que pretendes vender.

 

– lo de decir que tienes 18.000 contactos en cualquier red (vamos, fardar), de los cuales desconoces el origen y los tienes ahí criando telas de araña, es más bien el resultado de una pésima gestión o una mala insinuación de que eres un influencer (por favor no lo pongas en tu nombre o extracto de ninguna red, me genera un rechazo tremendo).

 

 

Y no sigo, porque la idea era ser breve y sin estructura alguna.

 

Creo sinceramente, que se nos ha ido la pinza con esto del networking. Y mira que hay libros interesantes sobre ello, y mira que se habla de ello, pero lo que creo es que se nos ha quedo grande algo tan sencillo y cotidiano como socializar y hacer contactos con un fin profesional que pueden llegar a ser auténticos amigos y pilares en tu vida (vivido también en primera persona, no iba a ser todo malo).

 

Imagen: pinterest.com

Hace unas semanas que Joan Vergara me envío este lujo de post, y lo es a pesar de destripar algunos de mis #SeNosHaIdoLaPinza, pero eso es parte de su encanto y la base de nuestra conexión.

Es inteligente, con un sentido del humor excepcional y ácido (como el mío), y además es un arquitecto con un gran interés por las personas y el talento que lleva a su sector con muchísima elegancia y saber hacer.

Cómo comprenderás fue muy difícil resistirme a él cuando allá hace un par de años comenzó a incluirme en su listado de posts interesantes y le propuse un café virtual para agradecerle que creyese en mí (vive en Valencia y se nos complicaba eso de vernos en directo por aquello de los horarios del tren).  La conexión, al menos por mi parte, fue inmediata… y desde entonces nos vemos lo que podemos, porque hablar con él es aprender y reírte a partes iguales, cosa que le cuesta creer: eres muy divertido, Joan!.

Y lo mejor de todo es que mientras nos reímos muchísimo sin criticar ni ultrajar a nadie (salvo a Mrs, Wonderful, e incluso esto lo hacemos con mimo), le veo crecer profesionalmente y acercarse cada vez más a lo que para mí ya es un hecho: ser un referente en el desarrollo profesional de la arquitectura.

Degusta estos 5 (ácidos) bocados y síguele a través de su web y sus RRSS.

 

5 BOCADOS PARA DEGUSTAR LA FILOSOFÍA DE CARTÓN DE LECHE

Venir al blog de Jéssica es un honor pero también una responsabilidad. Mantener alto su listón no será fácil, y encima en un blog de psicología que no es lo mío.

Pero el único error sería no intentarlo.

Me ha dicho Jéssica que quiere que sea yo y voy a serlo (espero que no demasiado), así que me lanzo con un tema que últimamente me marea.

 

Te voy a hablar de la filosofía de cartón de leche. O del desarrollo personal de cartón de leche. O de la psicología de cartón de leche. O no sé cómo llamarlo.

Bajo esa láctea denominación conviven todas las frases e ideas bienintencionadas con las que se nos bombardea día tras día desde los briks de leche, las redes sociales o los sobres de azúcar (incluso empiezo a oírlas en la pelu).

Y el caso es que muchas de ellas están muy bien; fueron dichas con toda la intención del mundo por personas sabias y transmiten ideas muy meditadas y beneficiosas.

El problema es no entenderlas del todo. Quedarnos simplemente con la anécdota sin llegar a captar lo que hay detrás de cada reflexión.

Peor aún, aplicarlas de manera opuesta como dogmas. O utilizarlas como coartadas para justificar lo que no se puede justificar.

Claro, así es más fácil. Cuesta menos esfuerzo que tratar de analizar un poco (un poco) lo que transmiten y tener pensamiento crítico para desmenuzarlas. Pero no tenemos tiempo ni ganas.

Repasemos cinco de estas ideas de cartón de leche, por supuesto bajo mi punto de vista sesgado, sin ningún rigor científico y basándome sólo en mis observaciones y las de mi equipo de investigación formado por un caracol sin caparazón y un gato con reuma.

(Frases en verde cortesía de Mr. Wonderful)

 

1 Un trabajo de 8 a 17 te esclaviza; emprende y vive de tu pasión

Ésta es de mis favoritas.

Intención original:

Supongo que cuando esta idea empezó a aparecer en ciertos foros era un aliento, una motivación para perder el miedo al emprendimiento, abrir la mente y dar cabida a otras formas de ganarse la vida. Para pensar más allá de algunas rigideces tradicionales.

Interpretación cartón de leche:

Si trabajas por cuenta ajena eres un perdedor.

Tienes que vivir la vida, encontrar tu “pasión” y desarrollarla (a ser posible con un MacBook en lugares exóticos). Da lo mismo si no sabes qué significa emprender y lo que conlleva o que tu “pasión” no le interese a nadie. Hacer lo que te gusta es tener cara de viernes todos los días.

Mi opinión:

Yo creo que se puede ser muy feliz trabajando por cuenta ajena y muy infeliz emprendiendo, que no todos nos podemos dedicar a tener un negocio propio y que detrás de ello hay cosas maravillosas pero también otras menos glamurosas.

 

Hay pocas actividades menos sexis que tener que estar desatascando el fregadero aunque seas el CEO de la República Independiente de tu Negocio.

 

Detrás de todo esto está la necesidad de generar clientes para los innumerables cursos de emprendimiento que pueblan la esfera digital. Ya sabes, en la fiebre del oro los que realmente ganaron dinero no fueron los que encontraron oro, sino quienes les vendían los picos y las palas.

 

Se puede hacer el Camino de Santiago saltando de la cabeza de un emprendedor a otro sin tocar el suelo (pero hazlo a la hora en que están meditando, que si no los pillas a traición no te dejan).

¿No será mejor conocernos bien, saber qué comporta emprender o trabajar por cuenta ajena y elegir con conciencia?

 

2 Vende a toda costa. Si no lo haces eres víctima de tus creencias limitantes o sufres el síndrome del impostor

Intención original:

Está bien impulsar a quien tiene algo que ofrecer para que lo ofrezca a gente a la que pueda ayudar.

El síndrome del impostor existe, y algunas personas muy preparadas y con buenas propuestas no salen al mercado con convicción porque creen que nunca serán suficientemente buenas.

Interpretación cartón de leche:

Da igual lo que tengas que ofrecer, da igual si es una chorrada lo que vendes, la cuestión es autoconvencerte de que eres un experto porque has leído un par de posts en un par de blogs y puedes repetírselos a alguien. Tu idea mola, porque si quieres puedes.

Y si no logras autoconvencerte no te preocupes. Habrá mucha gente que te animará a que vendas cualquier cosa, te darán palmas, jalearán todos tus triunfos, incluso que te levantes a las 5:00 para preparar tu página de ventas (a esas horas las calles están llenas de emprendedores).

Tildarán de envidioso y casposo a quien te diga que lo que vendes no merece la pena o es incluso deshonesto.

Mi opinión:

Nos hemos pasado de rosca con esto. El sol no se pone en el imperio de los autodenominados expertos.

Creo que vender cosas absurdas a la gente no es honesto, y que necesitas un nivel de expertise en lo tuyo para ayudar a los demás. Formación, experiencia. Mejor ambas cosas.

Muchas veces el “yo he pasado por lo mismo” o “he leído sobre ello” no son suficientes.

Si testeas bien tu producto o servicio y no te atreves a lanzarlo, puede que no sea cuestión de creencias limitantes o síndromes del impostor. Tal vez sea cuestión de valores.

De que quieras ser honesto y no ofrecer cosas que no puedes ofrecer o que no le sirven a nadie.

 

3 Mejor hecho que perfecto

Intención original:

Esta idea lucha contra el exceso de perfeccionismo, la parálisis por el análisis y el no pasar a la acción por querer pulir demasiado las cosas. Incita a actuar, aprender de la experiencia e ir mejorando.

Interpretación cartón de leche:

Haré cualquier cosa y me lanzaré al mercado. Lo importante es llegar el primero, aunque lo que venda no tenga demasiado valor. Además, eso de ir mejorando después se me olvidará porque si me están comprando y voy facturando, ¿qué mas da?

Mi opinión:

Entre el exceso de perfeccionismo o falacia del Nirvana y el pasotismo hay toda una gama de grises en la que nos podemos situar. Es más, encontrar ese punto no es sencillo y es una decisión estratégica crucial.

Pero vale la pena hacerlo. Si no, el mundo se llena de creaciones insulsas, refritos y ruido. Eso sí, todo con un bonito tipo de letra Roboto 10p.

(Por cierto, ¿quién le pone esos nombres a las tipografías? Siempre me imagino al señor de la oficina de patentes de tipografías, que está en Zurich o La Haya o en un lugar así como muy neutral, recibiendo a la gente que llega a registrar Nunito, Monchito, Roboto o Filochette. Esa forma de vida con bata blanca y gafas de montura metálica se ha ganado el cielo, o al menos que el universo conspire para que consiga sus deseos.)

 

4 Sé diferente, es el único modo de que reparen en ti

Intención original:

Diferenciarte es importante en muchos ámbitos, por ejemplo si buscas empleo (respecto a otros candidatos) o si vendes algo (respecto a la competencia).

Vas a conseguir alinearte con necesidades muy concretas de personas y empleadores. Mostrarás argumentos para que apuesten por ti.

Interpretación cartón de leche:

Voy a salir a la calle con una mofeta verde en la cabeza. Total, es mejor que hablen de ti, aunque sea mal. Algo sacaré. Muchos likes, muchos seguidores, notoriedad, viralización… La fama.

Mi opinión:

Ésta casi se comenta sola; parece de sentido común.

Sin embargo seguimos viendo a personas que tiran por el camino del histrionismo y el sensacionalismo en varios grados buscando atención inmediatapero sin conseguir reconocimiento duradero por su aporte de valor.

Porque ahí está la clave, en el valor que aportas. Eso es lo que realmente te diferencia.

 

5 No necesitas a nadie para ser feliz. Para estar con alguien primero debes aprender a estar solo

Intención original:

Si no estás bien contigo mismo no encontrarás en los demás lo que necesitas para estarlo (y nunca podrás huir de ti). Trabájate a ti mismo, y de ahí saldrá la fuerza que necesitas para vivir. Lo demás ya llegará (es más probable que llegue si tú estás bien).

Interpretación cartón de leche:

Como no necesito a nadie, no voy a estar con nadie. No quiero pareja porque no la necesito. Prefiero saltar de una relación superficial a otra arriesgando muy poco. Total, yo solo estoy muy bien, ¿no?

No quiero profundizar demasiado en ninguna relación de ningún tipo. A la mierda el príncipe azul, el mío que sea gris y que tenga 50 sombras.

Mi opinión:

Es una lástima. El ser humano es gregario, social, gran parte de su ventaja evolutiva proviene de este hecho, y se puede estar perfectamente sano y bien con uno mismo y además querer formar una pareja, una familia, una comunidad o un grupo de amigos del jamón 5J.

¿Acaso por desear una pareja eres una especie de analfabeto emocional que no sabe estar solo? ¿Vale la pena perderse todo lo que te aporta una relación profunda de cualquier tipo con otros seres humanos por no arriesgar?

 

Podría seguir, pero ¿para qué?

Podría, hay muchas más. Salir de la zona de confort, sonreír siempre, vibrar en una frecuencia alta, titulitis, hacer lo mismo que ese gurú que ha tenido éxito…

Frases y conceptos bienintencionados y valiosos que no se pueden explicar en un tuit o en una imagen de Instagram, así que se malinterpretan. Maltratamos todas esas buenas ideas.

Quizá ahí está el problema. No recelo de esas consignas ni de quien las dijo, al contrario. No es que nos falten frases acertadas, sino pensamiento crítico.

Y que conste que yo soy el primero que a veces caigo en ello, porque además el entorno lo pone fácil y exige estar con la guardia alta.

 

De hecho, siento que si me descuido mañana me levantaré a las 4:30 para emprender mucho (porque todo el mundo sabe que la productividad consiste en trabajar más horas); tendré una brillante idea porque molo; buscaré un post sobre ello y lo leeré (en diagonal, claro); pasaré a la acción sin pensar creando mi página de ventas sobre coaching para perros con flores de Bach; comeré mucha quinoa para ser inmortal; me diferenciaré haciendo mis videoposts vestido de lagarterana; y al final del día no veré películas de John Ford porque no era buena persona (ni de Woody Allen, ni óperas de Wagner, ni canciones de Bob Dylan, todos unos bichos).

 

Pero no. Se puede resistir. Pararse a pensar y no trivializar es posible. Sólo hace falta proponérselo.

 

Porque todo parece imposible hasta que se hace.

 

Imagen: Unsplash.com