Este agosto, una amiga me recordó a tiempo que no me olvidase de ver la lluvia de Perseidas que tendría lugar con un cielo despejado en Asturias, algo que no siempre es posible. Ya en pijama, me tumbé en el suelo de la terraza y me dispuse a esperar en soledad que la lluvia de estrellas fugaces se presentase ante mí.

A medida que pasaba el tiempo y no aparecían, mi mente empezó a divagar sobre una serie de ideas que quería compartir contigo a la vuelta del verano, y aquí estamos…

Empecé a pensar en cuántas personas estaríamos haciendo exactamente lo mismo, en el mismo instante, focalizando nuestra atención, nuestros deseos y pensamientos, nuestra energía e intuición hacia el mismo punto. Me resultó tremendamente romántico y evocador imaginar que si hiciéramos eso mismo con otras batallas y heridas abiertas, quizás y sólo quizás, la vida resultase más sencilla. Y basándome en esa idea, llegaron por si solas el resto de planteamientos.

Me imaginé cuántas personas se prepararían para verlas, organizando todo antelación y planificando al detalle el momento, mientras que otras (como yo) lo harían de manera improvisada. Me pregunté cuántas personas, mirando el “mismo” firmamento verían infinidad de estrellas fugaces y cuántas no conseguirían ver ninguna, cuántas estarían atentas al instante preciso y conseguirían ver la estela que dejan las Perseidas y cuántas perderían el foco de su atención, y con ello, poder apreciar el espectáculo que supone.

Reflexioné sobre la cantidad de personas que disfrutarían de la experiencia y consiguieran presenciar el recorrido de las estrellas en movimientos, lo disfrutasen y lo viviesen como un momento único, sólo para ellos. Al igual que me vinieron a la mente, aquellos que no lograsen ver ni una sola estela en el cielo, aún contando al día siguiente que vieron cientos… Pensé en la diferencia entre llegar a ver 7 estrellas fugaces (esas fue la que vi yo aquella noche) y valorarlo como un gran éxito o catalogarlo como el mayor de los fracasos, seguro que alguien se movía entre estos dos polos en alguna parte del mundo, en aquel mismo instante.

Fantaseé sobre aquellos que viesen las estrellas fugaces y las definiesen como inmensas, al contrario de quienes lo harían como ínfimas, a pesar de ser las mismas estrellas, a pesar de serlo en el mismo marco espaciotemporal. Me recreé pensando en aquellos que estarían quejándose del frío, mirando al suelo y perdiéndose el cielo iluminado por los rastros estelares frente a los que estarían atentos, con los ojos como platos y sin perder detalle de todas las tonalidades del azul cerúleo que su retina pudiese captar, y sobre todo, disfrutando del momento.

Traje a mi mente a aquellas personas que tirasen la toalla al primer intento fallido de disfrutar de la presencia de las Perseidas, y no me olvidé de aquellas que no se fuesen a la cama hasta logra ver alguna. Incluso, seguro que habría alguien que pasase la noche en vela a pesar de no conseguirlo, tendría ojeras y los pies congelados al día siguiente sin tener ni una sola Perseida en sus recuerdos. Valoré la diferencia entre persistir y no desfallecer para conseguir un objetivo y focalizar las energías hacia el objetivo equivocado, comprendiendo cuántas visiones diferentes habría en aquel mismo instante sobre esta decisión respecto a seguir mirando al firmamento…o no.

Imaginé los pensamientos de quienes se deleitaban pensando en cómo compartir la experiencia con quiénes no habían podido hacerlo, los que sólo querían sacarse una foto para subirla a las redes, los que habían ido en grupo por echarse unas risas. Y también en los que pedían deseos para sí mismos, deseos para los demás, en los que veían en las estrellas a sus seres queridos y perdidos, y me imaginé que los estaban sintiendo un poquito más cerca en ese momento. Me pareció, sencillamente hermoso, por ellos y por mí…

Y seguí pensando, llegando a la conclusión de que todos estábamos conectados en aquel momento, por algo que va más allá de nosotros, algo mucho más grande de lo que podemos imaginar como es el Universo. Y todo ello, a pesar de tener visiones tan diferentes de la vida, actitudes tan dispares ante el mismo escenario, tener percepciones tan distintas ante la misma realidad.

Estoy preparada para que pienses que no hay post más cursi (ya me dijeron algo similar en Twitter cuando publiqué una reflexión parecida). Y lo estoy porque creo firmemente que yo sola, de manera aislada, soy pequeña, prácticamente insignificante, pero junto a ti y al resto, somos invencibles si nos lo proponemos. Llámame ilusa, mientras tanto seguiré mirando las estrellas y pensando cuántas personas lo están haciendo en ese mismo instante, entre ellas tú.

 

Este post no pretende ser una lección moral, sino una reflexión personal sobre lo que considero básico en la vida: dar, aportar y sumar, para poder esperar recibir. Si has tomado algún café conmigo, hemos conversado o compartido alguna formación, no será algo que te sorprenda pues es un tema que surge muy a menudo en mi entorno.

Siempre he sostenido que el refranero popular y la figura de los abuelos, atesoran una inmensa sabiduría. Y el paso del tiempo se está encargando de darme la razón, te explico porqué pienso así…

Mi abuela, casi analfabeta por tener que trabajar desde bien niña, siempre ha sido muy refranera. No puedo citar todos los refranes que me ha dicho a lo largo de mi vida, siempre perfecta y dolorosamente situados en el marco espaciotemporal. Pero sí me gustaría hablarte de uno de ellos, que cada día cobra más sentido para mí: “Manos que no dais, qué esperáis”.

Me han educado en el agradecimiento como muestra de reconocimiento y estima hacia alguien, dado su servicio de ayuda hacia ti. Por lo tanto, para mí, agradecer es tan natural como saludar, despedirse o pedir disculpas. Lo cual choca con lo que me he ido encontrando a lo largo de la vida, y mucho más en estos últimos tiempos.

Intentaré centrarme en el mundo laboral, pues este tema a nivel personal es mucho más doloroso de lo que parece… En estos últimos años, donde la competencia ha aumentado y el mercado laboral está tan agitado, he vivido y presenciado situaciones de auténtica supervivencia. Y a pesar de haber tenido tentaciones, siempre me he mantenido firme en la convicción de que si das, recibirás. Y si no es así, al menos lo has hecho según tus creencias y eso te hace ser mejor persona, pues incluso dar sin esperar nada a cambio, te hace mejor, mucho mejor.

Te hablo de derivar proyectos a compañeros/conocidos en el caso de no puedas (o no sepas) desarrollarlos tú, me refiero a ayudar a alguna empresa o colega a buscar un perfil determinado entre tus contactos. Estoy hablando de crear puentes entre personas con tan solo una llamada o un mail para facilitarles la vida cuando a ti a penas te supone un minuto. Y te preguntarás ¿y tú que ganas? Pues gano y mucho más de lo que pueda parecer…

 

Lo que inicialmente es gratuito, se te devuelve: no siempre en el tiempo y forma que esperas, pero vuelve, créeme.

 

Te voy a contar 7 trucos infalibles que te harán mejor profesional y persona, ya que en el fondo es indivisible:

– Cuando veas una oferta de empleo para la que no cumples requisitos, pero sí conoces a alguien que los cumpla: pásale la información. Quizás esa persona haga lo mismo contigo mañana, y si no es así, dormirás tranquilo.

– Cuando estés en una sala de espera para ser entrevistado, relaciónate y sé amable con quienes están presentes (siempre y cuando percibas intención por su parte de querer comunicarse). Hace que el tiempo y los nervios se vean de otra forma y nunca se sabe con quién puedes estar hablando.

– Ante un trabajo que no puedas realizar por agenda o por falta de conocimientos, piensa en algún contacto de confianza que pueda hacerlo y ofréceselo. Tranquilo, no estás abriendo la puerta al enemigo, sino creando nuevas alianzas.

– Cuando alguien te pregunte si conoces algún profesional que domine algún tema ajeno a tí, piensa y estrújate bien el coco. Seguro que conoces alguno, y si haces que se conozcan, habrás solucionado el problema de dos personas de un plumazo y de paso, habrás afianzado relaciones.

– Cuando tu “competencia” tenga éxitos merecidos y haga las cosas bien: felicítales, dales la enhorabuena. Eso te honra, y además de mostrar humildad, estás siendo coherente con tus principios.

– Cuando algún colega publique temas interesantes o posts de calidad en las redes sociales: no esperes ni un momento para difundirlo. Si es bueno y lo difundes, tu criterio y tu marca personal, también lo serán. (Esto puede ocurrirte a pesar de que tu colega, sea insoportable…).

– No bloquees a los que consideras “competencia” profesional: deja que todos vean lo que sabes hacer y dales la oportunidad de generar debate. Con ello mostrarás apertura, flexibilidad y, sobre todo, seguridad en lo que haces y la imagen pública que proyectas.

 

Para finalizar con buen sabor de boca, y a pesar de haber vivido esta situaciones desagradables que comentaba, también me he encontrado con personas maravillosas que me han facilitado participar en proyectos interesantes, que han confiado y han creído en mí. Compañeros que me han recomendado y me han tenido presente en muchas ocasiones, personas con la que se han creado vínculos que van más allá de lo meramente profesional…

 

A todas ellas GRACIAS INFINITAS!!! Todo lo que he recibido es inmensamente mayor que lo dado. De ahí que crea a ojos cerrados tanto en el refrán de “Manos que no dais, qué esperáis” como en el de “Es de bien nacidos, ser agradecidos”.

 

Imagen: pinterest.com

He dudado mucho de escribir este post, y más en este momento. Y mis dudas tienen que ver con la cantidad de textos que hay sobre este tema, pero no por no caer pesada o no ser un tema innovador, si no porque tenga el mismo efecto en ti que el resto: NINGUNO!

Te imagino con un hacha frente a la escalera que te llevará a conseguir que te citen para una entrevista, agarrándola bien fuerte para ir destruyendo cada peldaño que te hará acercarte más al empleo que buscas.

Y te imagino así, porque no me explico que después de tantos artículos sobre ello, tanta información al respecto, tantas personas dedicadas a ayudarte a pasar este proceso y aún así, sigas cometiendo los mismos errores. Tienes frente a tí una escalera más segura y corta hacia el objetivo que buscas y te empeñas en coger la tortuosa, la de costumbre o de ir poniéndote trabas a ti mismo.

Disculpa si el tono del post te resulta duro, incluso cruel en algún momento al sentirte identificado con lo que lees, pero he visto que mi esfuerzo por utilizar un lenguaje positivo y meloso, para llegar a ti de manera más dulce, no me resulta eficaz.

Con lo que me he propuesto decírtelo de otra forma, centrándome en lo que NO es bueno para ti en el proceso de selección, sobre todo el parte que más expectativas genera pero que también más disgustos da: la fase del envío de candidaturas, ya sea como respuesta a una oferta o como autocandidatura.

Bien, vamos al grano. Prepárate porque vas a ver muchos NOes, y en mayúscula, a ver si con esta fórmula consigo que te quede grabado a fuego:

 

– Descripción de la oferta: NO me envíes correos para preguntarme por lo que se pide en la oferta de trabajo si NO te lo has leído antes varias veces. Antes de enviar un mensaje al correo que trae la oferta difundida (o sea, que sí que has leído parte, ajá…), por favor, repásala varias veces. Léete bien el texto, las condiciones, las fechas, las referencias… NO olvides comprobar que la oferta venga con una imagen adjunta donde aparezcan más datos de los que figuran en la red social o medio en la que sale publicado. Pero sobre todo, piénsatelo dos veces antes de enviar un correo preguntando por datos que puede que ya estén publicados. Simplemente piensa en la imagen de despiste o desinterés que estás transmitiendo, y desde ya, estás dejando en tu #marcapersonal.

 

Invasión del espacio, sobrepasar límites: si la oferta NO ofrece datos de la empresa que selecciona o fecha concreta de duración del contrato, te aseguro que es que NO quiere hacerlo, sus motivos tendrá. Y si no estás de acuerdo en este tipo de procesos, es tan sencillo como no participar. Lo que NO es aconsejable es que te pongas en contacto con la empresa o persona encargada del realizar el proceso a través de diferentes redes sociales y saturar su correo con mensajes para pedir más información, a sabiendas de que el anuncio no la ofrece. Lo mismo que conseguir el teléfono de quien lleva a cabo la selección, sin conocerla de nada, y llamar (insistentemente), enviar whatsapp o 30 mensajes. NO y NO, así NO.

 

– Plazo de recepción de candidaturas: si una oferta tiene un plazo de recepción de cv, respétalo: NO me envíes una candidatura fuera de plazo, después de una semana o incluso un mes, y además me digas en el mail que ya sabes que está fuera de plazo, pero “por si suena la campana” (verdad verdadera que me ha ocurrido). Las fechas de admisión de candidaturas dependen de inicios de contrato, proyectos o decisiones del cliente, por lo que una vez que finaliza el plazo, es muy poco probable que se admitan más. De ser así, lo que se hace es volver a publicar la oferta ampliando el plazo. Y digo yo, ya que me lo envías fuera de tiempo, hazlo con estilo, con gracia y NO me digas, cosas como “por si acaso”, “haber si hay suerte” o “por probar, no pasa nada”. NO me digas eso, NO me lo digas, por favor.

 

Envío de candidatura: al enviar tu cv, tu carta de presentación, tu portfolio o aquello en lo que me puedas transmitir que te elija a ti frente a otros participantes en el proceso, NO te olvides de adjuntarlo!. Si está vacío, me hará perder el interés por tu perfil pasando rápidamente a otros candidatos que sí lo han añadido al correo. Comprueba que todo está anexado antes del envío en el formato más accesible para la mayoría de sistemas operativos. Y si no es así, NO dejes de recordármelo en el correo, te agradeceré muchísimo el no pelarme con el documento hasta darme cuenta de que no tengo el programa adecuado para descargarlo.

 

– El contenido del mensaje: la guinda del pastel. NO sé ni por dónde empezar…. Puedes saludar de manera más formal (Estimad@s Señor@s) o informal (Hola!), pero hazlo. Cada vez que abro un mail y me encuentro directamente con un documento adjunto, se me quitan las ganas de abrirlo, te lo prometo. Siento ser tan sincera, pero a la mayoría nos pasa y creo que es bueno que lo sepas. El contenido del mail indica tu estilo y forma de relacionarte con tu entorno, y este que te acabo de comentar, NO me gusta en absoluto.

Si te apetece, aprovecha para hacer una pequeña introducción de lo que puedes aportar al puesto de trabajo, de las ganas de trabajar en el sector de la oferta o sobre cómo has conocido la noticia, pero bajo NINGÚN concepto me quieras dar pena, ni contarme tus miserias. Estoy buscando personas que me cautiven por sus #talentos NO por sus necesidades, espero que me comprendas a pesar de la crudeza de mis palabras. Es así.

Y por favor, NO te desvalorices en las primeras líneas en las que te conozco. NO me cuentes que no tienes nada de experiencia en el sector y que posiblemente te descarte. NO me digas que eres demasiado joven/mayor para el puesto y que seguro que ya hay candidatos mejores que tú… Por Dios! Ponle ganas y #ponteenvalor! Necesito que te creas que tienes mucho hacer en este proyecto y en esta oportunidad para poder creérmelo yo, NO me lo pongas tan difícil a los 3 minutos de conocerte.

 

Información sobre tí, elaborada y diferenciadora, tu #marcapersonal: cuando abra los documentos adjuntos, NO es bueno para ti que me encuentre una carta de presentación dirigida a otra persona o que tu cv tenga como última fecha de actualización la del estreno de Harry Potter. NO es bueno, NO lo es, y cada vez que ocurre esto me haces pensar en, más allá de que nadie está libre de cometer errores, si pondrás el mismo interés, atención y esfuerzo en el puesto de trabajo para el que postulas. Necesito ver una propuesta de valor en toda regla, ya sea con el formato del cv, el contenido del portfolio, los enlaces a los que me diriges de tu blog o perfiles sociales, a las imágenes que anexas sobre tu trabajo… Algo que me diga rápidamente que NO eres uno más del montón, porque yo sé que no lo eres, pero me pierdo ante esa información caótica y desactualizada que me ofreces.

 

– Pedir información sobre el estado de la candidatura: si la persona de contacto te ofrece la posibilidad de solicitar información sobre el estado de tu candidatura (que es lo suyo…), hazlo! Pero NO a los 2 minutos de haber recibido el correo donde se te informa de ello y dentro del plazo de recepción de candidaturas. Y si de paso, cuando te responden sobre la fase en la que se encuentra tu cv o cualquier tipo de información adicional que hayas solicitado, lo agradeces, NO estaría de más. A los que nos dedicamos a estas cosas, también nos gusta que nos valoren y agradezcan el trato amable y correcto.

 

En fin, pues poco más puedo añadir sobre los motivos sobre los que posiblemente NO te permitan pasara a la siguiente fase del proceso de selección, al siguiente peldaño de esa escalera que parece no tener fin para ti. Si NO te ha resultado ofensivo, hiriente ni demasiado directo, házmelo saber, me pondré ahora mismo con una segunda parte que tiene que ver con las entrevistas en este mismo tono.

Imagen: google.com

 

Este post le resultó tan gracioso al Programa Aquí hay trabajo de la 2, que tuvieron a bien hacer un pequeño resumen de mis ironías. No imaginas la ilusión que me hizo! Te dejo el enlace para que lo puedas disfrutar como lo hice yo en su momento.

 

Si te apetece trabajar este y otros aspectos que te limitan para conseguir tu OBJETIVO PROFESIONAL, aquí tienes varias opciones para que pueda acompañarte en ese proceso tanto de manera presencial como online.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Y por si te apetece verlo en formato vídeo, te lo cuento de forma muy ágil aquí mismo.

 

Ahora, ya no tienes excusa para NO hacerte responsable de la parte que te toca.

El compromiso del empleado

Suena mi móvil, descuelgo y una voz al otro lado me dice:

“Jéssica, necesito una formación sobre motivación y fidelización, quiero que comprometas a mis chic@s con la empresa”

Y yo, a este lado, me quedo con cara de póker pensando en cómo salir airosa de una petición tan compleja como ésta. Con las técnicas y métodos que utilizo, con mi propuesta y aportación a tu organización, te podré ayudar (y puede que mucho!), pero no te confundas: el compromiso de tus colaboradores, depende de ellos y de ti, de tu organización.

El actual paradigma cambiante, fluctuante, incluso a veces abrumadoramente volátil en el que vives, hace que el mundo laboral sea su reflejo. Vamos, este entorno VUCA del que todo el mundo habla. Y es un entorno real, por eso no te voy hablar de organizaciones del futuro, pues es un hecho que las reglas del juego del mercado laboral han cambiado. Por eso no quiero, ni voy tratar sobre transformación digital o nuevas tendencias como algo lejano, porque es evidente que ya están aquí. Sí, aquí y ya mismo.

Y para poder adaptarse a estos cambios tan rápidos, tu manera de entender las nuevas formas de aprendizaje, desarrollo profesional, empleo… se necesita tiempo. A tu cerebro le está costando, y al mundo empresarial, también. Por eso, con este post me gustaría ayudar a disipar esa neblina que pesa sobre determinadas ideas envejecidas y ayudar a tener más claro el nuevo papel del empleado y colaborador en las organizaciones actuales.

Sabes de sobra de la importancia del compromiso del empleado con la organización, de la necesidad de que tu colaborador sienta como suya la marca que has creado. No es nuevo para ti, que un empleado comprometido y satisfecho con su trabajo, es un empleado productivo. Mi pregunta es ¿qué haces esperando por fórmulas mágicas de motivación y compromiso enlatadas en formaciones que huelen a rancio? ¿No pretenderás conseguir que tus colaboradores se contagien del impulso necesario en 10 horas gracias a un ppt y a un buen formador (por muy bueno que sea)? Porque ya te adelanto, que SÓLO con eso, no harás nada.

 

Cuando me pides que te ayude en esta tarea, en realidad me estás pidiendo a gritos (pero todavía no lo tienes claro) que te ayude a definir, desarrollar o poner en marcha algo que tienes en mente pero quizás no seas capaz a concretar. Creo (y entonces creo bien) que estás pensando en potenciar tu marca de empresa de cara al empleado para conseguir lo mejor de él como colaborador, creo que estás pensando en trabajar tu imagen de manera tan profunda y convincente que consigas que tu colaborador se quiera quedar contigo a pesar de tener otras (incluso mejores) opciones. Y entonces cuando creo que estamos hablando de lo mismo pero en distinto idioma.

Aún siendo poco partidaria de tanto anglicismo, haré referencia a ello con los conceptos de Employee Advocacy y Employer Branding. Hace un buen rato que llevo hablándote de ellos y puede que tú, pensando en ellos, y aún así, nos suenen un tanto raro. Pero no lo es, ni raro ni complicado de poner en marcha, tan sólo es cuestión de creer de una vez por todas en el cambio de paradigma laboral.

Pienso que cuando me pides que te ayude a motivar a tus empleados en realidad quieres conseguir que tus colaboradores sean tus mejores embajadores, lo que se conoce como Employee Advocay. Y si es así, estás en lo cierto: nada que genere más confianza y capte la atención de un cliente que sea el propio empleado, dentro y fuera de la organización, quien luzca con orgullo la “camiseta” de la misma. Nada más atractivo que un colaborador funda su esencia con la de la empresa de la que se siente parte y la haga una sola, a través de las redes, las conversaciones cotidianas y los clientes. Nada que comprometa y fidelice más al talento que deseas en tu organización que un empleado transformado en embajador. Nada tan creíble y humano como escuchar de primera mano el orgullo que supone trabajar para y con tu equipo a alguien que forma parte de él. ¿No suena genial? Pues puede conseguirse y no es tan complicado…

Junto con este concepto, aparece el Employer Branding, que supone la base necesaria para que podamos hablar de los embajadores de marca que buscas, además de otras cosas, claro. Esto implica la construcción y gestión de tu estrategia como marca empleadora, es decir, cómo gestionar el talento actual y potencial de tu empresa de cara a tu imagen de marca como empleador. Supone tener en cuenta e investigar cómo es percibida la marca de tu empresa tanto en el mercado laboral como en los empleados actuales. Cuidar al detalle la forma de difundir ofertas, reclutar candidatos, atraer talento o desarrollar procesos de selección, hará que tu marca genere valor. Pero claro, para eso necesito que tengas claro a quién quieres atraer, para qué y cómo, y eso no siempre es fácil porque a menudo, no se ha pensado en ello. Al menos como estrategia como tal.

Y para poder trabajar todo esto, no puedo ni quiero dejar de hablarte del pilar de todo ello: el PVE o Propuesta de Valor al Empleado. Es el alma de la empresa en forma de cultura y valor organizacional, son los atributos que la representan y el mensaje que transmiten los colaboradores y empleados, los actuales y los futuros, con los que cuenta y a los que se quiere atraer. La PVE, tu PVE tendrá que ser específica, fiable, estratégica, acorde a los valores de empresa, diferenciadora y que aporte valor (vamos, de ahí la V…).

Ahora llega el momento en el que piensas que estoy exagerando, que estoy hablando de grandes empresas, multinacionales o grandes departamentos de gestión de personas en organizaciones imponente. Pues no, te equivocas. En España, y precisamente en Gijón (Asturias), tenemos el caso de Techpump, una empresa tecnológica especialista en desarrollo web, con varios millones de usuarios al día provenientes de casi cada país en el mundo, que ha diversificado su negocio en los últimos tiempos con marcas como Siroko (clothing y gafas de sol) o Footbie (plataforma colaborativa de vídeos donde el contenido es exclusivamente sobre fútbol), que se unen a otras, de contenido adulto, ya consolidadas como Cumlouder.

Pero lo que me interesa de esta empresa, no es tanto su volumen de facturación o el servicio que venden, sino su PVE. Con una plantilla de algo más de 50 empleados y con departamento muy, muy pequeño de gestión del talento, cuidan al detalle el proceso global de selección de sus candidatos, los cuales llegan muchas veces de los propios colaboradores actuales. Disponen de espacios de descanso abiertos y salas donde comer y charlar en momentos de ocio, sin  horario ni momento determinado para hacerlo. Las zonas de trabajo son comunes y aquellas que necesitan otra estructura, están interconectadas de alguna manera y son visibles y accesibles para todos. ¿Para qué te cuento esto? Pues para que sepas que la inversión en esto de la marca del empleador o del empleado como embajador no requiere tanto de dinero como de la mentalidad de la organización, y de la gana que le pongas a tu PVE.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imágenes cedidas por Techpump.

Con este «breve» resumen te he querido contar, que si quieres que tus colaboradores, las personas que trabajan contigo o para ti, te digan a ojos cerrados “Sí, quiero” y se comprometan con tu proyecto, deberás hacer mucho más que llamar y pedir un curso de motivación y compromiso. Esto, es sólo el principio…

Imagen: lacristinafotografia.com

 

 

Gestión del cambio

La vida es cambio permanente y ese cambio implica gestionar y controlar aquellos aspectos que no nos conducen al éxito, sin perder por ello la esencia de lo que somos.

Como ya sabrás, soy una apasionada de la inteligencia emocional, y como hacía tiempo que te hablaba sobre ella, hoy me apetece algo relacionado con una de las competencias más deseadas de la inteligencia emocional, pero también de las que más esfuerzo conlleva: el autocontrol. Y lo es, porque cuando hablamos del autocontrol, de la gestión de las emociones y su funcionamiento, nos entran dudas de cómo ponerlo en práctica, pero también del efecto que supondrá en nosotros.

De sobra sabes que el hecho de no controlar tus pensamientos (“Voy a equivocarme”) y los efectos fisiológicos que conlleva (sudoración, taquicardia, etc) conduce a un determinado comportamiento (bloqueo mental, por ejemplo). Pero te sigue ocurriendo, te parece que no tienes control sobre ello y NUNCA podrás cambiarlo. Nada peor que un totalitarismo en estos casos…

Pero ¿y si los consiguieses controlar? ¿Tendrías en algún momento, la sensación de ser un farsante, uno actor, de fingir?… Aún saliendo beneficiado del cambio logrado, de controlar el comportamiento que te perjudicaba, podría quedarte un resquemor de no estar haciendo lo que realmente te apetece. Esa es una lucha interna y constante del ser humano: ¿Hago lo que me apetece o lo que es mejor para mí? ¿Me dejo llevar o controlo mis impulsos? ¿Soy natural y sincero o, por el contrario, artificial y forzado?

Voy a empezar a centrar, que me conozco…

Este post tiene dos partes, una de entrenamiento, más práctica y otra de reflexión, para que no tengas la menor duda de que gestionar y entrenar la gestión de tus emociones no te hace ser otra persona, sino ser mejor persona, esa versión mejorada de la que tanto se habla.

En este primer punto de inflexión, meramente práctico, me gustaría facilitarte el camino hacia la autorregulación (no te asustes por el nombre, no es tanto como parece), y por eso te cuento de forma muy breve cómo realizar una modificación de una conducta cualquiera que no te resulte beneficiosa. Intenta seguir estos sencillos, pero al mismo tiempo difíciles pasos:

1) Elige una situación que te produce malestar, por ejemplo: Hablar en público.

2) Analiza los pensamientos que tienes en ese momento, tu diálogo interno, por ejemplo: “Voy a meter la pata, voy a quedarme en blanco”.

3) Detecta los efectos en tu cuerpo, por ejemplo: “Sudoración de las manos, aceleración del pulso…”

4) Reflexiona sobre lo haces finalmente en esa situación desagradable, por ejemplo: “No consigo articular palabra, me bloqueo”.

5) Ahora piensa si es posible pensar de otra forma, de alguna que te conduzca a conseguir tus objetivos, por ejemplo: “Tengo el tema controlado, lo voy a hacer bien, voy a ir punto por punto…”. Te estoy hablando de pensamientos alternativos, una conversación contigo mismo diferente a la que tenías hasta ahora mismo.

6) Y con este pensamiento alternativo, creado por tí fuera de contexto, anticipa el comportamiento alternativo que se generaría en tí, por ejemplo: “Hablar tranquila y sosegadamente en la exposición en público, desarrollando punto por punto sin bloquearme”. Te estoy pidiendo que amplíes tu registro de conductas, sobre todo en aquellas en las que saldrás beneficiado.

Para mejorar tus resultados, puedes acompañar estos sencillos pasos con técnicas como la visualización, la simulación o el anclaje, de los cuales hablaré más en otros posts. Pero de momento, vamos a ir poquito a poco, pero avanzado en los cambios.

 

La segunda parte del post es la que tiene más miga, para mí, la más interesante pues es la base de uno de los principales temores ante el cambio: ¿seré un actor de mí mismo? ¿perderé naturalidad? Eso depende única y exclusivamente de tí. El hecho de decidas cambiar parte de tu comportamiento como forma de mejora, no implica perder tu esencia, es simplemente una transformación, un progreso del cual eres consciente y partícipe.

Por lo tanto…¡siéntete orgulloso! Crece, cambia, mejora todo lo que puedas y quieras, porque con ello harás mejor tu vida y la de quienes te rodean. No temas enfrentarte a comentarios como “Uy, ¡cómo has cambiado!» o «¡No pareces ni tu sombra!”. Me parece a mí que es mejor recibir esos comentarios que aquellos que reflejen que eres igual que hace 10 años, algo que por otro lado, es imposible. Pero es sólo una idea, claro…

Eres (somos) producto de una evolución constante, de un cambio permanente, pero no sólo dentro del contexto de la especie, si no desde el mismo instante en el que naces y hasta que deje de existir. Así que cambia, prospera, renueva actitudes y pensamientos que ya no te sirven. Y todo ello, sin perder la esencia de lo que eres, porque no hace falta dejar atrás aquello que eres ni te hace mejor, tan sólo cambiar y pulir lo que te limita.

“Renovarse o morir”, eso dicen ¿no?. Pues te invito a avances, a que te transforme y mutes y a que seas mejor, así de sencillo. El desarrollo personal y la mejora continua es un proyecto de vida, aunque a veces pienses que en el camino has dejado de ser quién eres. No lo dudes, serás tú pero mucho mejor, y créeme, eso es bueno.

Serás tu mejor versión, y lo mejor de todo, es que al mismo tiempo seguirás siendo, en esencia, tú.

Imagen: Google.com

Hoy tenía planificado publicar un post sobre otros contenidos, pero ya sabes que cuando la inspiración llega, no se puede luchar contra ella. Más bien, hay que aprovecharla.

Por varios motivos personales y profesionales, esta semana ha sido muy intensa, tanto para lo bueno como para lo malo. Y recordando una interesante conversación con dos grandes amigas, surgió este debate: en las redes sociales se percibe tu estado ánimo, ya sea bueno o no tan bueno, y al mismo tiempo, las redes sociales generan emociones en tí. Por lo que decidí hacer mi propia guía sobre cómo gestionar las emociones en las redes sociales.

Vamos allá!

1.- Las redes sociales unen, pero no atan: es decir, te hacen conocer a personas y generar relaciones, pero éstas pueden desaparecer a lo largo del tiempo, ya que nada es permanente. Es necesario que lo sepas y hagas uso de ello siempre que lo creas conveniente, pues también lo harán contigo… Nadie ha dicho que tengas que ser por siempre seguidor o amig@ de todos, lo serás mientras te aporten o aportes, recuerda que estás en todo tu derecho.

¿Cómo superar cuando alguien deja de seguirte?

¿Cómo dejar seguir a alguien o salirte de un grupo «sin ser visto»?

¿Qué hacer cuando te bloquean?

Me asusta que este tipo de preocupaciones abunden cada vez más en nuestras conversaciones y lleguen a generar trastornos del estado de ánimo cuya causa no existían hace 20 años.

2.- Tu número de amigos/seguidores no está directamente relacionado con tu impacto: tener mil amigos o seguidores, no significa tener mil apoyos o mil fans. Significa que tienes a mil usuarios que puede que vean tu perfil… o no. Asúmelo, te será mucho más fácil seguir disfrutando de las redes sociales y no “sufrir” cuando dejes de tener seguidores o contactos.

3.- No vas a gustar a todos: al hilo de un post anterior, no se puede gustar a toda la red, por lo que tendrás detractores, opiniones en contra o hasta enfrentamientos. No entres en ese juego, te desgastará y no es necesario para seguir en las redes sociales. No des valor a aquellas opiniones que no lo tengan, tenlas en cuenta lo necesario para mejorar y avanzar.

4.- Reflexiona sobre lo que generas en las redes sociales: no solamente como forma de conseguir más adeptos o mejorar tu imagen, sino porque aprenderás de tus errores y entrenarás tus competencias. Utiliza el feedback que recibes como forma de saber aquello en lo que estás teniendo éxito y saboréalo, pero también analiza lo que no consigues e intenta encontrar el motivo.

5.- Aprende: el entorno virtual está lleno de oportunidades de aprendizaje, de tu propio sector o de otros por conocer, pero también de personas y de sus experiencias. Quédate con lo mejor de cada uno de ell@s, y ofrece también tu mejor versión. Agudiza bien todos tus sentidos y crea contextos de aprendizaje, incluso de los que tengan un matiz agridulce (de esos, es de lo que más se aprende).

6.- Sé auténtic@: lo mismo que percibimos las emociones o intensidad en lo que se publica, también percibimos con el paso del tiempo quienes “inflan” su imagen o fingen aptitudes/actitudes. Y eso no gusta a nadie, así que si no quieres recibir regalos envenenados, tampoco los hagas. A todos nos cautivan las personas auténticas, que no venden humo y cuyos perfiles desprenden sinceridad.

7.- Te han decepcionado: Si descubres que alguien no es como tú pensabas: no pasa nada. Las personas nos creamos expectativas sobre los demás que en muchos casos no se cumplen, y en este entorno es mucho fácil equivocarse. Valora si quieres mantener esta relación y sigue con tu vida sin enfadarte, no le dediques energía ni tiempo a relaciones que no van a llegar a ninguna parte.

8.- No recibes lo que das: se habla de compartir, generar conocimiento, crear relaciones. Pero notas que no recibes lo que esperas… Puede, que además de haber puesto demasiada esperanza y esfuerzo en determinadas relaciones, quizás no estés en el lugar adecuado. La red es muy grande, no lo olvides. Busca tu hueco, seguro que lo encuentras, no desistas.

9.- Disfruta de las oportunidades: las redes sociales te permiten conocer a personas que de no ser por esta vía, habría sido casi imposible. Crea vínculos, cultívalos, mímalos y déjate querer. Siente el apoyo que recibes en aquellas ocasiones que no te esperabas (o quizás sí…) y agradécelo. Este mundo te da maravillosas sorpresas que debes recibir con los brazo abiertos, hay PERSONAS extraordinarias por descubrir.

10.- No todo lo que ocurre en las redes tiene que ver contigo: ¿te has parado a pensar en la cantidad de información y personas que se dan cita en el mundo virtual? No vas a tener capacidad para asimilar todo lo ocurre, ni falta que te hace, ya que todo lo que acontece no tiene relación contigo ni te aporta. Y no sólo me refiero a los contenidos o debates, sino a los conflictos inherentes a las relaciones que también se dan en este contexto. No todo gira entorno a tí, así que despersonaliza y relájate, que quizás ese comentario tan ofensivo no vaya por tí.

Espero haberte ayudado a gestionar las emociones que te puedan generar las redes sociales, si se te ocurre alguno que sumar a la lista, no dudes en comentarlo (estoy haciendo uso de los consejos 5 y 9 😉 ).

 

Todo esto me hace pensar que no estamos preparados a nivel emocional para un uso consciente de las redes sociales como una herramienta y canal de comunicación que nos ayude en el día a día. Y es posible que en nada, comencemos a ver trastornos mentales y del estado de ánimo que no existían hace 30 años y cuya causa provenga del mal uso de la red a nivel mundano y profesional.

Por ello, tengo por objetivo presentarte en nada una formación específica sobre esta temática dirigida a aprender a gestionar las emociones en el uso consciente de la red, tanto a nivel personal como profesional. Y lo mejor de todo, es que no estaré sola en este proyecto…

 

Imagen: shutterstock.com

Si quieres trabajar este y otros aspectos relacionados con la gestión de emociones que te impiden tener un mayor equilibrio en tu vida, puedes hacerlo a través de los diferentes programas de formación que aparecen en la web. Son programas totalmente personalizados para personas y empresas según tus necesidades.

También podemos trabajarlo en el formato de procesos de coaching individualizado, donde entrenaremos las competencias emocionales que bloquean tu desarrollo y avance en la gestión de tus redes sociales y tu desarrollo profesional.

Pero si lo que te apetece es algo flexible que combine ambos aspectos, tu formato es la formación online, donde trabajos aspectos más teóricos desde tu casa a la hora que más te convenga y los acompañamos de tutorías o sesiones de coaching, según la temática elegida.

 

Tú decides.

No olvides, que para lo que necesites y pueda ayudarte, soy #TuPsicologa.

Este es un post muy especial para mí y me gustaría hacértelo llegar de la mejor forma posible. Me va a resultar complicado transmitirte el cúmulo de emociones que supone celebrar mi primer cumpleblog: un año compartiendo reflexiones, ideas, ilusiones y, sobre todo, aprendizajes.

Me gustaría contarte cómo ha sido el camino hasta llegar aquí, quiénes me han acompañado y el motivo por el que me apetece soplar, como poco, dos velas. Sobre todo, me gustaría que lo supieras, porque tú tienes mucho que ver en ello.

EL ORÍGEN

Pues no sé muy bien cómo empezar, porque no tiene una fecha concreta, pero sí tiene muchos protagonistas, muchas manos cercanas que ha ayudado para conseguir dar el salto.

Jaime Gayol, mi marido, que antes de saber yo misma que iba a tener un blog, y mucho menos mi propia web, se encargó de comprar los dominios para hacerlo posible…dos años antes de su estreno. A eso le llamo yo tener visión! Por darle el formato y apoyo tecnológico que necesitaba y saber plasmar lo que estaba en mi mente y tanto me costó materializar. Por seguir en la mejora continua que todo esto requiere y aguantar mis momentos de “enfado tecnológico”. Gracias por anticiparte y formar parte de uno de los primeros pasos para llegar a este primer aniversario, y por ver tanto bueno en mí, desde el inicio.

Mi prueba de fuego público, más allá de las redes sociales donde poco a poco fui ganando en confianza, ha sido LNRE (La Nueva Ruta del Empleo). Y a pesar de que ahora mismo ya no colaboro activamente, es de bien nacidos ser agradecidos, siempre lo he considerado mi “lanzamiento oficial” y mi punto de partida. Significó una forma de empezar a compartir y aprender de una comunidad ya formada, muy interesante en su momento y de la cual me he llevado grandes regalos y aprendizajes, además de lo importante en realidad: las personas.

Luego está Rebeca Rodríguez Escudeiro, gran profesional y mejor persona (parece una frase hecha, pero es tal cual en su caso). Por esos cafés y comidas en los que el tema con el que finalizabas siempre era el mismo: “necesitas un blog, una página web donde mostrar todo lo que eres”. Gracias por creer en mis posibilidades antes que yo misma, gracias por ser incansable!

También tiene mucho que ver Elena Arnaiz, que con sus empujones virtuales y sus “puyitas”, consiguió encender en mí la necesidad de tener un lugar propio donde dar rienda a suelta a mis pensamientos y dar forma a todo lo que puedo hacer para acompañarte en tu desarrollo personal y profesional desde la psicología. Ella, no es realmente consciente del poder que tuvieron nuestras conversaciones en esta decisión, en la de no seguir siendo una “sin techo digital” como diría Alfonso Alcántara. Así que, de nuevo, gracias!

EL CAMINO

Aquí quiero centrar mi esfuerzo en contarte quiénes han sido mis «compañeros de viaje» en este año, y me gustaría comenzar por mis referentes en la red, que son muchos y muy variados. Y lo son por lo que consiguen transmitirme e inspirarme, por todo lo que aprendo de sus palabras, por la persona que hay detrás de cada perfil y que, en muchos casos, he conseguido la suerte de poder abrazar. Lo son, porque viendo sus resultados, su trayectoria y su esfuerzo, me hacen querer ser mejor cada día, y en ellas estoy… Ellos son, y anticipo que el orden no tiene relevancia, Pilar Jericó, Mertxe Pasamontes, Eva Collado Durán, Merce Roura, Andrés Pérez Ortega, Alex Rovira, Rafael VidacGuillem Recoloms, Víctor CandelMercedes Romero, Rosa Montero, Almudena Lobato,  Javier García, Eloy Cánovas, Isabel Iglesias, David Barreda, Iñaki González

Y me quedo muchos en el tintero, que cada vez son más habituales en mis lecturas y estoy segura que pronto pasarán a formar parte de esta lista de imprescindibles e incluiré en mi segundo aniversario.

No puedo, ni debo olvidarme de aquellos profesionales que también me han hecho ver en lo que NO quiero llegar a convertirme, incluso por verme reflejada en algún momento en ellos y decidir reconducir hacia dónde quiero ir. Gracias! Es tan importante saber hacia dónde quiero ir como hacia dónde no. En este caso, sobran las etiquetas ;). En esta misma línea, también he descubierto y constatado que no soy blog de buen gusto para todos, y eso forma parte del propio aprendizaje y mejora continua, con lo que también agradezco cuando me haces llegar que no estás en sintonía conmigo y no te gusta ni lo que hago ni lo que soy. Mientras sea con respeto y me aportes, me encantará saber de ti, seguro que aprendo.

Pero sin duda alguna, en este camino de crecimiento quiénes me han acompañado, apoyado y ayudado a llegar aquí, han sido personas como tú. Detrás de cada contacto de las diferentes redes sociales (Facebook, Linkedin o Twitter), de los suscriptores del blog y sus comentarios, hay un inmenso aporte para mí. Y por si acaso no te ha quedado claro cada vez que interactuamos en las redes, mi homenaje particular es este, es para ti.

A tí, antiguo y actual alumno, desde Paz Gf de los certificados de profesionalidad, pasando por Javier, Alicia Ordoñez sin olvidar a Araceli Fernández Sela o Kira López García. Desde los alumnos del PIE I (Teresa Martín, Lucia Conci Galimi, Gemma Prado y resto de participantes) y a los del Programa CEFET (Dolores Holgado, Jaquelin Madeira, Noelí Fernández, Eva Martínez Mielgo, Isabel González…todos realmente!) ambos del Ayuntamiento de Oviedo de la mano de Ana García Turbón.

A tí, que has sido alumno de alguna de las 24 ediciones de los talleres para mandos intermedios de Club Asturiano de Calidad, o de las 2 ediciones del programa «Ponte las pilas» de la Agencia de Activación Juvenil del Ayuntamiento de Gijón. A tí, que has formado parte de alguna de las acciones formativas en las que hemos coincidido a lo largo de estos 12 años y te encargas de hacerme llegar que lo vivido en común, no ha caído en saco roto.

A tí, que has llegado y te has convertido en imprescindible para mí, por tus comentarios y aportaciones, por hacerme reflexionar y mejorar cada día mi estrategia: Pedro A. Muro, Sandra Fernández Climent, Marigely Espínola, Juana María Hernández, Daniel Vilá, Beatriz Arroyo, Élia Guardiola, Kike Iglesias y a otros tantos que no menciono más por motivos de espacio que de importancia.

Y a tí, que confías en mí para que te acompañe en tu proyecto de vida, en tu camino hacia el cambio y lo haces a corazón abierto frente a frente o a miles de kilómetros gracias a la magia de la red. A tí, que me permites entrar en tu organización y hacerme partícipe de ella durante un tiempo para facilitar la mejora que buscas y depositas en mí parte de la esperanza de conseguir los mejores resultados en ella. A tí, a mi cliente, debo gran parte de las historias que cuento en mi blog, gran parte de las reflexiones que me gusta compartir desde aquí y que es motivo de este agradecimiento.

LA META

Sencillamente seguir, esa es la meta. Seguir sumando: referentes, aprendizajes, crecimiento, experiencias, personas. Continuar escribiendo esta historia, de la que tan solo el primer capítulo, me ha confirmado lo que ya intuía: siempre me llevo más de lo doy, siempre recibo infinitamente más de lo ofrezco.

No me voy a extender en la meta, porque lo quiero es escribirla contigo, junto a ti y para eso necesito conocerte y escucharte, leerte y conectar contigo.

Ya sabes donde encontrarme para formar parte del segundo aniversario, te espero.

Gracias por adelantado por leerme…

 

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En estos últimos años, estamos asistiendo a una encarnizada guerra por el talento. Son muchos los motivos que ha generado esta guerra: la globalización, la valoración de las competencias más allá de la formación, la inmediatez y potencialidad de las RRSS, el acceso al conocimiento… en definitiva a la democratización del talento. Y esto, ha hecho mucho daño en el mercado laboral, pero no de la forma en la que piensas.

Organizaciones con un poder infranqueable (o eso creían), jefes (que no líderes) con dotes de mando sacadas de una chistera, colaboradores que bloquean el flujo de conocimiento en las empresas, haciéndose imprescindibles, socios vagueantes y vividores a costa del esfuerzo titánico de la otra parte del negocio…. Pero esto, empieza a ser historia, aunque todavía queda mucho por hacer.

Quiero compartir contigo las situaciones más frecuentes que me encuentro en el mercado laboral y que tienen mucho que ver con esta guerra por el talento de la que te hablo, y cuya situación conocida por todos, tiene los días contados:

– Colaborador valioso: sí, eso mismo. Eso que tanto cuesta admitir, y mucho más todavía verbalizar, a tantos jefes, directores y compañeros. Cuando un empleado comienza a destacar, a ser eficaz y eficiente, a innovar en sus tareas, a obtener resultados…. Resulta ¡que molesta! Incomoda, genera miedos, tensiones y hasta conflictos (internos) personales. Deberíamos “clonar” a estas personas, debería ser un comportamiento a replicar, debería existir una parte de la empresa que se dedicase a saber qué está haciendo bien para poder extenderlo a toda la organización, o al menos, a la parte en la que sea posible. Debería…

Cuando un trabajador empieza a destacar por su valor es tan sencillo, como valorarle. Y no me refiero solo a nivel económico, sino a nivel de posibilidades de desarrollo en la empresa (eso te interesa, y mucho!), ayudarle a gestionar su ego y los cercanos que puedan sentirse en peligro. Hacer que quiera seguir creciendo en tu organización, que mejore día a día y con él, todo tu equipo, tu departamento, en definitiva, todo su entorno. Déjale que explore sus límites dentro de la organización, quizás te encuentres con que nunca quiera irse y desarrollar todo su potencial contigo, pero eso sólo ocurrirá si le tratas bien.

Y nunca, nunca, le oprimas, amenaces o rebajes. No le des a realizar tareas en las que te está diciendo a gritos que ya no es rentable, déjale hacer lo mejor sabe aunque no sea aquello por lo que inicialmente le has contratado. Comprométele, ese famoso engagement del que tanto hablan las nuevas tendencias está al alcance de tu mano y puede que lo estés desaprovechando.

– Socios vividores: en la era del emprendimiento, con la burbuja de la liberación de profesionales independientes, no siempre te atreves a dar ese salto al vacío que es crear tu propia empresa. Y en ese momento de desesperación, que se acompaña a veces de instantes de iluminación, buscas y no siempre encuentras, al más adecuado de los socios. Personas que saben hacer lo mismo que tú, con lo que podríais hacer el doble (como poco); personas que saben hacen cosas diferentes y necesarias a las tuyas, con lo que podríais complementaros y hacer crecer juntos vuestro negocio; personas que saben hacer las cosas mejor que tú, con lo que podríais mejorar día a día vuestra idea de empresa e ir innovando a cada paso que dais juntos. Y digo “podríais” bien dicho, porque ese socio se convierte en un lastre, en una carga que deja de hacer lo que había prometido o lo que nuestros ojos vieron en él en un principio. Ese socio, se transforma en una especie de asalariado desmotivado con horarios fijos inamovibles y funciones estrictamente definidas, se convierte en alguien ajeno a la idea por la cual nació la relación, y con cero implicación en un proyecto vital que exige de acciones diferentes para los resultados deseados: un sueldo digno y una forma de vida.

– Colaborador boicoteador: en todas las organizaciones existe alguno, siempre te encuentras con algún empleado que tiende a ocupar esta posición en las empresas. McKinsey desarrolló en los años 60 la famosa NineBox Matrix/Grid que fue mejorada más tarde por General Electric como forma de detectar y favorecer el desarrollo y potencial de los colaboradores de la organización, haciéndoles crecer de forma conjunta y obtener mejores resultados. En toda organización, equipo o departamento siempre habrá alguien “encantado” de obstaculizar el crecimiento globlal, de bloquear y enturbiar el conocimiento del cual se nutren las empresas. Siempre existirá alguien con deseos de hacerse (lo necesita, y mucho) imprescindible, de retener por la fuerza, de secuestrar e impedir que el talento que le rodea, vea la luz, olvidando su propio perjuicio como parte integrante de la misma organización. En realidad, hace tiempo (incluso nunca) que no se siente parte de ella.

A veces, esos colaboradores tienen posiciones privilegiadas en la empresas, siendo jefes, coordinadores o directores de departamento. Mucho peor todavía, flaco favor le hace al fenómeno que la democratización del talento que estamos viviendo. En algún momento ese bloqueo que generan, se esfumará dando paso al desarrollo que no han permitido hasta ahora; en cualquier momento, ese secuestro les impactará directamente y verán peligrar su puesto; mañana mismo, ese talento secuestrado verá la luz y habrá cavado su propia tumba laboral. Cierto, que por el camino dejan muchos cadáveres, pero no pierdas la fe y actúa…

Ahora llega la parte más difícil del post, donde una vez que te hayas identificado como parte integrante de alguna de las situaciones, te toca hacer, pasar al acción. Y eso sólo depende de tí:

Dignifica tus actos, tus tareas, tus responsabilidades, en cualquier contexto y en cualquier situación. Hazte valer, comunica con respeto, aclara y ayuda a entender qué haces bien y qué puedes hacer mejor todavía. Para ello es necesario que, de una vez por todas, creas en tí, en todo tu potencial y también en aquello que has de mejorar, pero sin duda alguno, creer en tu valor y mostrarlo.

Marca los límites de tu relación laboral, da igual que seas colaborador, socio o director. Negocia qué es lo que esperas de la otra parte para obtener el mejor de los rendimientos de la relación que os une.

Pon de tu parte: no olvides que todo esto tiene que ver con relaciones formadas por varias piezas, y tú eres una de ellas. Propón, cambia, reformula, cede, gestiona, respeta, ayuda…siempre con el objetivo de un bien común del cual formas parte.

Aprende y mejora cada día, el talento es algo vivo que tiene que ver con mucho más que el conocimiento y las funciones laborales. Tiene que ver con las relaciones, con el liderazgo, con la innovación, con el compromiso, con la actitud. Y todo ello conlleva un cambio y una búsqueda de la excelencia permanente como persona.

Ten paciencia: da tiempo, no todo el mundo reacciona de la misma forma ni necesita el mismo tiempo para asumir estas situaciones. No siempre resulta agradable ver qué alguien es mejor que tú. Admitir, aceptar y beneficiarte de ello supone un gran esfuerzo que todos estamos dispuestos a realizar.

– Intenta, en la medida de tus posibilidades, asumir que tu responsabilidad tiene un límite y asume hasta dónde llegas. Qué parte depende de ti, y qué parte no. Y una vez asumida, y puesto en práctica hasta el último de tus recursos, no permitas que te afecte tanto como para no seguir siendo la persona que un día creyó en sí misma y en sus posibilidades.

Y si después de todo esto, no has conseguido que la situación cambie…. Huye, corre, escapa! Estás desperdiciando tu talento, estás escuchando cantos de sirena que te anestesian y no te dejan llegar a ser todo lo que puedes. No temas, lo has intentando, has puesto todo de tí y aún así, ni tu jefe, ni tu socio, ni tus compañeros lo han sabido valorar. Y en caso de que no puedas escapar de la situación (estoy segura de que siempre se puede, pero no a cualquier precio…), busca por todos los medios gestionar su impacto en ti y mantener viva la esencia de tu talento. Esa, nunca muere…

Imagen: google.com

Dicen que todos pasamos por momentos de crisis existenciales al menos un par de veces a lo largo de la vida.
Dicen que cada cierto tiempo, nos desprendemos gradualmente de partes vitales que ya no nos sirven, cual muda de una serpiente, y que nos van transformando poco a poco, hasta que llegado un momento, podemos no reconocernos ni ser reconocidos por quienes nos rodean.
Dicen que somos el producto de pequeñas y minúsculas acciones que vamos poniendo en marcha durante toda nuestra existencia y cuyo resultado actual es difícil de comprender si lo analizamos de manera aislada.
Dicen todo eso, y yo lo creo…

Lo creo porque lo veo día a día como espectadora privilegiada en primera fila de vidas ajenas que pasan delante de mis ojos. Vidas de las cuales aprendo y observo, entro y salgo intentando empaparme lo justo para desprenderme de lo superfluo y quedarme con lo mejor de cada persona. Y de ese aprendizaje vicario (aprender de los que hacen otros), en el cual me he visto tan reflejada como totalmente fuera de contexto, he conseguido extraer unas conclusiones que me han ayudado a comprender la necesidad de pasar del sacrificio a la elección como trasfondo de todas esas situaciones con las que abro el post.

El vincular durante tanto tiempo el esfuerzo, el éxito, el amor o la maternidad/paternidad al sacrificio nos ha perjudicado de una manera tan profunda, que a veces, ni somos consciente. Sacrificar significa “Abnegación, renuncia o privación que se hace en favor de algo o de alguien” y te aseguro que mientras ese alguien no seas tú mismo, o al menos en parte, no será la forma de vida más adecuada.
Si consigues cambiar la actitud sacrificada y de renuncia en beneficio de alguien, frente a la de la elección, a la de decidir para favorecer a la otra parte, sin olvidarte nunca del tuyo propio, la vida cobrará otro sentido.
No será fácil, tendrás que luchar contra quienes te tilden de egoísta, de egocéntrico. Tendrás que convivir durante un tiempo con una letra escarlata en el pecho que te marcará como ególatra, pero te prometo, que una vez superada esa fase, los lastres de tus sacrificios pasados cada vez pesarán menos y darán paso a una tremenda liberación.

Para ello me he servido de mi propio aprendizaje basado en los de las personas que me hacen partícipe de sus vidas en momentos cruciales, y a las cuales nunca estaré lo suficientemente agradecida por haberme allanado el camino. Confío en que puedan servirte a ti también:

– Estudios: estudia, fórmate, aprende y crece profesional y personalmente a lo largo de toda tu vida. Pero hazlo de manera que uno implique lo otro, es decir, genera conocimiento que puedas aplicar y que te enriquezca a partes iguales. Uno sin lo otro, pierde valor y con el tiempo, se desvanece.
Estudia lo que te aporte, aprende todo cuanto consideres que suma en tu vida, cambia y reajusta tantas veces sea necesario para llegar al resultado más beneficioso para tí. Esto no implica que no te encuentres con partes del estudio o aprendizaje difíciles, costosas o que decepcionen, todo ello forma parte de la elección. Pero esa decisión también conlleva que cuando pese más lo negativo que lo positivo en ese camino de crecimiento, quizás sea el momento de tomar otra dirección.

– Empleo: trabaja, sé productivo, aporta a la sociedad, pero no te olvides de tí mismo. Y elige un empleo en función de lo que necesites en cada momento: dinero, desarrollo profesional/personal, libertad, prestigio, cambiar, independencia… Siempre que sea tu elección, será válido, pero también supondrá unas consecuencias. Será más o menos difícil acceder a él, implicará más o menos responsabilidades, será más o menos dificultoso cambiar a otro cuando lo que nos aportaba ya no cubre nuestras necesidades actuales. El empleo, al igual que el desempleo, es una circunstancia más de tu vida, dale el valor que tiene para ti, elige la actitud a tomar y en consecuencia, actúa.

– Familia: este es un tema difícil de abordar, pero allá voy. La familia es un grupo de personas con el que estás emparentado y te unen vínculos de consanguinidad y/o afectivos. Y a veces, no van unidos. Ni es nada triste, ni poco frecuente, es algo natural que debemos asumir y afrontar. Son relaciones impuestas por la genética, que en muchos casos vienen acompañados de amor incondicional, pero en otros no. Por todo ello, puedes elegir la relación que quieres tener con tu familia e incluir a personas nuevas en ella, pero como en cualquier relación, ha de ser consensuado y eso conlleva negociaciones, acercamientos y cesiones, siempre en búsqueda de un beneficio común. No existe la familia perfecta en tamaño, forma o estructura, existe la familia funcional que sirve como núcleo de apoyo de quienes la forman.

– Amistad: puedes tener un mejor amigo, amigos de los de toda la vida o amigos por etapas vitales. Puedes tener un sinfín de conocidos con los que compartir momentos y no profundizar en ninguna relación. Puedes tener la idea de amistad que te apetezca, y será la correcta, siempre y cuando sea comprendida y aceptada por la otra parte. No hay una amistad ideal, sino tantas amistades como relaciones existen. De ahí que las amistades cambien, desaparezcan, se transformen, tengan idas y venidas, eso es síntoma de que están vivas, como las personas que las conforman. Y de ahí que una amistad no deba implicar un sacrificio, sino una elección.

– Amor: con el amor hemos topado! Ese amor perfecto, duradero que duele tanto que oprime… Ese, no tiene porque ser el amor que busques tú. La idea de amor, es muy similar a la de amistad o familia: es personal e intransferible, y no es más que eso, una idea. Por lo tanto, habrá tantos tipos de amor como de relaciones sentimentales. Pero si algo tengo claro, es que el amor no debe doler, ni hacer daño, ni perjudicar a una de las partes. El amor debe complementar, hacer crecer y mejorar, sacar lo mejor de cada cual, y no tiene porqué hacerlo para siempre, tiene que hacerlo mientras dure. Si bien es cierto, el amor, como cualquier relación, necesita de cuidados y conlleva elecciones, pero no debería acarrear sacrificios…

En definitiva, cualquier situación o momento vital por el que pases que signifique más renuncias en beneficio de alguien que de ti mismo, supone un sacrificio. Y a mí, me gusta más pensar en elegir, en decidir, en asumir responsabilidades que en llevar pesados yugos emocionales.

Imagen: @Anka Zhuravleva.

A estas alturas, hablar de Millenials y mercado laboral, no es una novedad. Tampoco pretendo marcar un hito en ese sentido, pero sí compartir contigo una visión sobre este concepto que ha conseguido liberarme de la carga de no pertenecer a esta poderosa generación.

¿Qué son los Millenials? Son los nacidos entre 1982 y 2004, etiquetados como vagos narcisistas desde el momento en el que se conoció su existencia (no te pierdas el artículo “No pida perdón por ser Millenial” de Rubén Romeo Santos). Podría decirse que son las personas que actualmente han impulsado el cambio en el mercado laboral y económico en el que te encuentras.

Y por lo tanto, te bombardean con infografías sobre sus gustos, tendencias y cómo adaptarte a ellos… Gracias!!! Tendrías que dar infinitas gracias a todos aquellos posts y artículos que te lleguen sobre la Generación Millenial, pertenezcas o no a ella, ya que sin esa información te resultaría más difícil acceder al mundo laboral o predecir la evolución del mercado en el que vives.

Pero verás, es que yo pertenezco a la Generación X, que tampoco está nada mal, y resulta que ya me están empezando a quitar peso e importancia en el mundo profesional y me comienzan a hablar de Diversidad Intergeneracional, como forma de integrarme en las organizaciones.

Disculpa, ¿en qué momento me he perdido? Vayamos por partes:

– cierto que perteneces a una generación marcada por un contexto socioeconómico y político que ha marcado tu forma de ver y entender el trabajo (y la vida), ¿pero tan diferente es quien ha nacido en 1980 al que lo ha hecho en 1982?.

– de acuerdo que los avances tecnológicos han determinado que ciertas generaciones no hayan vivido ciertos procesos, pero eso no las hace ni mejores ni peores que las anteriores generaciones.

– claro que las nuevas generaciones generan cambios, porque todas las generaciones han sido la “nueva generación” en algún momento.

– por supuesto que en las empresas comienzan a convivir generaciones muy diferentes con conocimientos y experiencias tan dispares como enriquecedores, pero eso no significa que no se vayan a adaptar y aportar las unas a las otras.

– es evidente la necesidad de extraer conclusiones de cada generación, época o contexto global con el objetivo de facilitar su conocimiento y poder predecir la evolución de la misma, pero ¿eso significa que una vez “clasificado” dentro de esa generación no puedas cambiar de etiqueta?

 

Aquí esta pasando algo y yo no me entero, o yo lo veo todo mucho más claro y sencillo de lo que realmente parece ¿Te pasa a tí lo mismo o forma parte de mi “punto de locura”?.

 

Te voy a contar 6 pautas básicas para hacer que todo sea más sencillo a la hora de encontrar tu hueco o gestionar talento en el mundo laboral:

El talento ha existido siempre, y siempre estará ahí, sólo hay que saber detectarlo. Para ello necesitarás saber qué tienes, de dónde partes, a dónde quieres llegar y dónde puede encajar ese talento, tanto si es tuyo como si es el de otros.

No etiquetes: busca patrones de conducta, estilos de vida y formas de trabajar que te faciliten adaptarte a lo que se pide en el mercado laboral, pero sé flexible. Amplía tu visión y no permitas que una fecha de nacimiento, limite la posibilidad de ver lo que hay detrás de la persona.

Ten todos los sentidos en alerta para detectar qué es lo que se necesita en cada momento y tú puedes ofrecer, con mayor o menor esfuerzo.

Adáptate a los cambios, amóldate a las necesidades que percibas y piensa cómo puedes cubrirlas o qué necesitas cambiar para poder hacerlo.

Aprende: progresa, avanza, crece… necesitas estar en permanente aprendizaje y mejora continua.

Innova, no esperes a que el “cambio” te pille: crea, propón, intenta, cambia, sé generador de nuevas ideas. Puede que tú seas la nueva generación y tengamos que ponernos a pensar cómo etiquetarte…

 

Como puedes ver, estas pautas son aplicables a cualquier generación, y son la síntesis de lo que he observado en personas exitosas de diferentes edades, contextos y profesiones que se han ido adaptando y haciendo a sí mismos con el paso del tiempo.

En el fondo, los Millenials no dejan de ser como una Gioconda sacándose un selfie: son personas, como tú y como yo, influenciadas por la época en la que han nacido y que les toca vivir.  Pueden ser tremendamente modernos e innovadores en unas facetas de su vida y completamente tradicionales en otras, como cualquiera de nosotros. Y para muestra, una foto ;).

¿Cómo se llama esa generación? Yo la llamo la Generación de las PERSONAS que desean ser mejores…

 

Fuente de la foto: www.scientificast.it

 

#Millenials #desarrolloprofesional #etiqueta #adaptación