Arrastramos ambiciones que no son las nuestras, y por lo tanto, desempeñamos trabajos y ocupamos puestos, que no sentimos como nuestros. Para, finalmente, vivir vidas, que no se acercan a lo que llamaríamos propias.

La idea de ambicion, tanto personal como profesional, siempre ha estado asociada a conceptos más cinéfilos y socioculturales que personales. De ahí, que las ambiciones y aspiraciones, vayan cambiando con el devenir de los tiempos. Querer ser misionero en África, médico, abogada, peluquera, futbolista, actriz, modelo, influencer, youtuber o streamer, tiene mucho que ver con la época en la que vives y te desarrollas como persona.

Aún así existe un factor común en toda época: éxito (=fama) y dinero. Y pobres de aquellas personas que muestren públicamente en su entorno laboral y personal que sus aspiraciones no consisten en ascender de manera continua en un organigrama, ganar más dinero o ser más reconocido cada día. Pobres…

La ambición, tiene mucho que ver con el sentimiento de felicidad, éxito y bienestar, por lo tanto, un concepto personal e intransferible, aunque sí influenciado por el contexto socioeconómico. Con lo que, tus ambiciones y prioridades son tan tuyas como seas capaz de defenderlas y perseguirlas, aunque se alejen de cuentas bancarias rebosantes y despachos con mesas de caobas en rascacielos.

Ahí estará tu dificultad: saberte igual (o más) que el resto, pero con tus propias ideas de éxito y crecimiento individual. Lo cual muchas veces es visto en las empresas como falta de fuerza o ausencia de interés por el proyecto. Y en los contexto más personales, como un conformismo barato, ser un mediocre en una acomodación constante,

En los procesos de selección, tiende a valorarse muy positivamente que los candidatos tengan ansias por crecer y aspiraciones de crecimiento, a pesar de que los puestos que vayan a ocupar se encuentren en organización sin esa posibilidad. Un completo sin sinsentido: seleccionar a personas ambiciosas para entornos donde no pueden crecer. Fracaso absoluto asegurado, pero aún así, se valora positivamente esa ambición, cuando más desmesurada, mejor…

Han de saber aquellos que insisten en el constante crecimiento y detestan la acomodación, que ya Piaget en su momento (1896-1980), decía que en todo proceso de aprendizaje es necesario un período de acomodación donde se asienten los nuevos esquemas de aprendizaje. En resumen: sin descanso, ni base dónde apoyarse ya «acomodada», no habrá ni nuevos aprendizajes, ni crecimiento, ni ambición.

Dejemos que las personas tengan sus propias ambiciones, que hasta para eso parece que tengamos que ser clones.

Las escaleras siempre han sido de subida y de bajada, usémoslas según necesidad.

Imagen: diseño propio.

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