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Intentaré ser breve.

Me cuesta, lo sé, pero lo intentaré.

Lo del salario emocional, ya está pasado de castaño a oscuro.

 

Siguiendo la línea del buenismo que tanto ha dado a los creadores de Mrs. Wonderful y todo aquel profesional que haya prostituido la psicología positiva, llevan unos cuanto años dale que te pego con el salario emocional.

 

Y siguiendo con esta línea, lo hacen de manera simplona y vacía.

 

¿En qué cabeza cabe que vas a dar más valor a poder ir en bici al trabajo para así ser coherente con tu defensa del medio ambiente…si no te da para comprar una bici?

¿A quién se le ocurre pensar que es más importante tener un comedor o un gimnasio si el salario no te da ni para un sándwich o un chándal? Y mira que Decathlon lo pone fácil con sus conjuntos a precio de saldo…

 

Te lo resumo: a quienes insisten en la importancia del salario emocional, centrándose en la parte alta de la pirámide de Maslow, se olvidan de que carece de sentido si la base es deficitaria o no se cumple. Yo creo que es porque los colores superiores de la pirámide son muy del estilo arcoíris, unicornios y @lavecinarubia. Y eso, como bien sabemos todos, lo peta.

 

Esta famosa pirámide pronto cumplirá 100 años (es de 1943) y aún sigue vigente, en boca de muchos, pero a veces tengo la sensación de que lo hace… sin sentido alguno.

 

Menos usada es la teoría de los factores higiénico-motivacionales de Herzberg, de 1959. Y creo que es así por ser más tristona, más gris, que vende menos, vamos. Esta teoría, te dice muy brevemente, que existe dos tipos de factores que favorecen la satisfacción e insatisfacción del empleado en el contexto organizacional:

 

– los factores higiénicos, que de NO darse, generan insatisfacción (mucho más duradera y difícil de transformar que la satisfacción). Y entre ellos, (oh, sorpresa!) menciona el salario, la seguridad y medidas higiénicas, la política y cultura de empresa o el tipo de supervisión (liderazgo?).

 

– los factores motivacionales, son aquellos, que de darse, generan satisfacción y aquí sí, aparecen los mantras en los que se basan los discursos huecos del buenismo perverso: reconocimiento, independencia, promoción o responsabilidad.

 

Pero insisto, los factores motivacionales, los que son más facilones de vocear en posts y recomendaciones de gurús, no sirven de nada si tu vida corre peligro o lo que cobras no te da para pagar tus gastos. Y esto excluye entrar en si tienes más gastos de los deberías, porque aquí nadie es juez de nadie. O no debería serlo…

 

Sin embargo, los factores higiénicos son los determinantes para generar esa base de compromiso, confianza, satisfacción y felicidad tan deseada en el empleado pero que se busca por la vías inadecuadas.

 

Y ahora, me pregunto los motivos (me bien al pelo) que nos ha llevado a aplaudir esta falacia:

 

  • ¿falta de conocimiento del comportamiento humano?
  • ¿exceso de osadía de opinar y sentenciar sobre aquello que nos venga en ganas?
  • ¿cuestión de moda?
  • ¿necesidad de decir sólo aquello que (pensamos) se desea escuchar?
  • …..

 

Sea lo que sea, el salario emocional por sí sólo, no traerá más que falsas expectativas y frustración.

 

Con lo sencillo que es no frustrar y desmotivar y te empeñas en querer motivar, siendo algo totalmente personal en intransferible.

 

Con lo que si quieres seguir leyendo sobre salario emocional, llena tu almacén de tazas llenas de frases molonas, aprovisiónate de cojines rebosantes de lentejuelas y búscate un buen departamento de gestión de personas que sepa hacer procesos de selección sin descanso.

 

Porque eso es lo que te espera: continuos procesos de selección para lograr empleados y colaboradores felices, motivados y comprometidos con tu proyecto.

 

Y ahora, sal al pasillo a llenarlo de abrazos y sonrisas, pero no te olvides de que el salario sea como poco, según convenio y que las condiciones de seguridad básicas, se cumplan.

 

Imagen: google.com