Con este título, quizás te parezca que el contenido que viene a continuación es blandengue o sensiblero, pero nada más lejos de la realidad.

Mi #PersonaConAlmaAnónima de hoy me ha regalado esta maravilla de experiencia transformada en relato, que no nada más y nada menos que una realidad que está ahí latente, hace mucho daño y nos gusta muy poco enfrentar. Pero cuando llega, lo hace sin piedad y arrasa.

No ha podido con ella, incluso la ha hecho más fuerte, pero no estaba preparada y costado ver la parte de la historia que tiene que ver con el título, porque como todo en la vida, tiene luces y sombras.

Yo, veo en ella lo que ella cree ver a su alrededor: siempre hay luz si saber mirar. Quizás pronto, algún día, consiga ver y aprovechar la que tiene ella…

 

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Conseguir mi primer embarazo fue rápido y sencillo, pudo ser la suerte del principiante… pero estaba a rebosar de fertilidad, fue tan sencillo que creí que que todo saliese bien era “lo normal”.

Nadie me había dicho nunca lo contrario.

Tras 42 semanas llegó al mundo mi regalo, mi hija, aterrizó directamente en medio de la burbuja de expectativas que yo me había creado… ¡y la explotó!.

Entonces  asomó lo que unos llaman baby blues y otros depresión postparto. De repente me vi en medio de un cóctel de hormonas en el que no entendía muy bien lo que ella necesitaba pero tardé más tiempo en entender lo que necesitaba yo.

Tras varios meses vuelvo a quedarme embarazada, esta vez con más dificultad(parece que llegados los 30 las posibilidades de quedarse embarazada rápidamente empiezan a ser inversamente proporcionales a las ganas que se tienen) y con este bebé un regalo diferente: el aprendizaje.

Durante la ecografía de las 20 semanas el médico se queda con una parte de mi corazón…A partir de ese momento se suceden un montón de pruebas y diagnósticos para acabar perdiendo a mi hija (he aquí la mariposa) a los 6 meses de embarazo.

Nadie debería vivir esto. Nunca.

Un oscuro abismo se planta de forma abrupta ante mi, esos deseos , anhelos e ilusiones se desvanecen ante la realidad que de repente me ha tocado vivir, pero sorprendentemente la madre naturaleza me carga de la adrenalina que necesita un animal salvaje para sobrevivir y me convierto en la versión de mi misma más fuerte que nunca haya imaginado.

No es olvido, es costumbre , aceptación y porque no decirlo es un poquito de resignación.

Llega el aprendizaje.

Las distintas etapas del duelo fueron sucediéndose de una forma salvaje pero natural y el destino pone en mi vida al bebé arcoíris.

Este embarazo es el más duro y tan agridulce…, se mezclan todas las pruebas médicas con los sentimientos de incertidumbre hasta que lo tengo en brazos, a él.

La vida es caprichosa.

Cada gota de lluvia, cada lágrima, ha merecido la pena para poder disfrutar hoy plenamente de mi sol y mi pequeño arcoíris.

Si estás pasando o has pasado por alguna de estas etapas no rechaces nunca a una mano que te ayude o un hombro que te consuele. Nunca te sientas sol@.

Pongámosle nombre: infertilidad , aborto, muerte perinatal, depresión postparto, fracaso en la lactancia materna… acabemos con los tabúes de la maternidad.

 

Imagen: pinterest.com

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