Hay determinados personajes públicos, y digo bien personajes porque para calificarlos como personas tendrían que cambiar mucho las cosas, que han hecho mucho daño. Y lo han hecho de una manera, aunque sus formas digan todo lo contrario, tan sutil, tan lentamente, que sin darnos cuenta, está tan dentro de algunos de nosotros, que ni siquiera somos conscientes de ello.

Hemos ido permitiendo que sus “ideas” calen en nosotros y hemos hecho de sus aberraciones nuestra bandera. Me gustaría compartir contigo uno de los que más molesta, tanto por su forma como por su contenido, y sobre todo porque se ha convertido en lema de un nutrido grupo de personas con el que convivimos: la sinceridad.

Desde pequeños nos han educado en el valor de la sinceridad y la honestidad, a no decir mentiras por el daño que pueden llegar a causar. Hemos ido aprendiendo que las falsedades tienen consecuencias negativas para quienes los realizan y para quienes son objeto de ellos… Creo que hasta ahí todos lo tenemos claro, al menos en mi caso.

Pero poco a poco algo ha ido cambiando en la sociedad, y han aparecido determinados tipos de personajes en los cuales su estandarte es la sinceridad, y discúlpame, han hecho y hacen, mucho daño. No voy a poner nombres, confío en tu imaginación para que los identifiques rápidamente, y los vayas situando a lo largo de esta lectura.

Ese estandarte que empuñan con tanto orgullo y valentía está mal definido y peor denominadoNo es sinceridad: es falta de educación y de respeto, es crueldad, es en definitiva ignorancia. Y me gustaría explicarte como veo yo las premisas de una sinceridad socializada, necesaria pero al mismo tiempo respetuosa:

– “Si lo que vas a decir, no es más bello que el silencio, no lo vayas a decir…” : más de uno y de una deberían escuchar esta joya de los 80 de El último de la fila. A veces, si no tienes nada que aportar, o la forma en la que lo vas hacer crees que no es la adecuada… cállate. El silencio es una forma más de comunicarse y hay que saber entrenarlo y usarlo. Quizás ese es el momento, aprovecha!

– No hagas daño gratuitamente: no puedes escudarte en la sinceridad para infringir daño o maltratar a otra persona por el simple hecho de que para tí es un “dato objetivo”. Existe una herramienta que forma parte de las habilidades sociales llamada asertividad, te invito a que la busques en internet o algún manual, te será de gran ayuda ;).

– Opina cuando te pidan opinión: existe un mal endémico en nuestros días, y es que todos sabemos de todo. Por ello, cuando conversas con alguien y sin que te pida tu opinión al respecto, vas y opinas… Pero si la otra persona solamente quería contarte algo que le había ocurrido o pensado, le interesa tanto tu opinión como a ti su historia: nada!.

– Juzga y valora tras conocer, al menos, parte de la historia: y ya puestos a opinar, ¿por qué no juzgar? Así de paso te quedas tan ancho y como es lo que piensas y para tí es la verdad ¿quién tiene derecho a llevarte la contraria? Yo juzgo porque sí, y punto! Creo que estás equivocado, ya que la verdad es uno de los aspectos más relativos de la vida. Sería interesante que comenzases a plantearte si verdad de los otros también existe y es la misma que la tuya.

– Descalificar e insultar no es sinónimo de sinceridad: insisto de nuevo en la asertividad, que supone la habilidad para defender los intereses y opiniones propios, respetando los de los demás. Si no eres asertivo, aprende, y si te cuesta, mientras tanto no insultes. Además ser una falta de respeto, es un claro indicador de cual es tu nivel de educación, piénsalo.

– La guinda del pastel“Es que yo soy así, y me apetece decirlo” unido a “Si no te gusta, te aguantas porque es la pura verdad”. Esta es la fórmula magistral en la que se apoyan este tipo de conductas y pensamientos, cuyo argumento se desmorona al mínimo atisbo de empatía y cercanía. ¿Te gustaría que los demás te dijesen eso a tí? ¿Y te gustaría que, además, lo hiciesen de esa forma? ¿Cómo estás haciendo sentir a esa persona que tienes enfrente al “soltarle” tu verdad a bocajarroEmpatiza, verás como las reglas del juego cambian.

Estas “recomendaciones” son fruto de mis propias meteduras de pata y de la falta de empatía que he tenido en algunas ocasiones, por lo que quisiera aprovechar para pedir disculpas a todas esas personas a las que les he dicho esas innecesarias o desafortunadas “verdades como puños”. A todas ellas, mil disculpas, sabed que ahora pienso que la sinceridad, la descarnada y cruel…está sobrevalorada.

Artículo originalmente publicado en Dreamscoachtrue.com.

Fuente de la foto: sacredsexyu.com

0 comentarios
  1. Camilo Girón
    Camilo Girón Dice:

    Totalmente de acuerdo contigo Jessica, pues la sinceridad mal entendida hace mucho daño, quisiera aportar algo, si bien es cierto la Sinceridad tiene que ser acompañada con la Asertividad y Empatía que son manifestaciones de la Prudencia, muchas veces eso no basta para que una persona sea confiable, pues la persona sincera reconoce algo que ha hecho pero no se compromete a más, en cambio la persona veraz no solamente reconoce lo que ha hecho sino que se compromete a esforzarse para no repetirlo en el futuro y, lógicamente da muestras de ello, por tanto, pienso que la Veracidad es más importante que la Sinceridad, porque no sólo pone en práctica la Inteligencia (reconocer algo que ha hecho) sino que además involucra a la Voluntad (comprometerse a no repetirlo).

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    • jessica
      jessica Dice:

      Hola Camilo. Ante todo, muchísimas gracias por comentar y compartir tu visión en mi blog. Los valores que propones (veracidad, voluntad) son aún más complejos de conseguir que la sinceridad sobre la que trata el post. Y quizás esa complejidad, tan poco tratada en nuestra educación (filosofía, ética, etc.) nos la haga tan dejada y tan poco usada. Un error que deberíamos comenzar a enmendar. Un abrazo enorme!

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