A veces escribo un post para hacerte llegar aquello en lo que te puedo ayudar, otras para compartir conocimiento, otras como fruto de una reflexión o una opinión. Este de hoy, como otros muchos que no te he explicado al principio, es por intentar aclara(me)…

 

Como dice la Programación Neurolingüística (PNL) cada uno de nosotros ve el mundo desde su perspectiva y nos creamos una realidad a la que llamamos mapa. Pues yo, tengo un mapa concreto sobre la diferenciación, y de esto me gustaría hablarte hoy.

 

Referentes en marca personal a los cuales sigo y me ayudan muchísimo a crecer y a mejorar cada día (David, Andrés, Eva, Elena Guillem por poner algunos ejemplos) inciden en la diferenciación como un factor clave en el éxito de nuestra propuesta de valor, siendo ésta la que haga que nos elijan frente a otros y nos posicione como la mejor elección posible. Vamos, que destaquemos entre el resto y digan: “Yo quiero a est@!”.

 

Y ahí empieza mi debate interno que quiero compartir contigo a ver si consigo aclararme. Más allá de la necesidad de profundizar en lo que te hace diferente al resto (siempre tendiendo a ser mejor, claro, porque para mal ya vamos por naturaleza) y de sacar partido a esas características que ya poseemos, ¿no crees que se nos está yendo de las manos lo de ser diferente?

 

A nivel profesional buscamos destacar, ser mejores que el resto, tanto cuando estamos en una organización, como mientras buscamos estarlo o al ser nuestros propios jefes (eufemismo barato de ser autónomo). Para destacar y ser la opción elegida, hay que saber en qué se distingue, en qué se es bueno o mejor que el resto, cuál es nuestro potencial en uno u otro contexto. Y crear nuestra propuesta de valor, en base a esos matices que nos diferencian de los demás para que se más fácil que nos elijan frente a otros. Y hasta aquí, amén…

 

Pero de aquí en adelante es donde me pierdo al observar tanto en la red como en el directo, diferenciaciones que son auténticas obras de teatro, guiones de Hollywood de ciencia ficción y dramatismo absoluto, disfraces al fin y al cabo.

 

Quiero que sepas, que ya eres diferente al resto de la humidad desde el minuto 1 que naces, salvo que tengas un hermano gemelo homocigótico (esto no es ningún insulto…), pues tu código genético es único. Y de ahí en adelante, nadie como tú podrá percibir, sentir, aprovechar, asimilar y devolver al mundo el impacto que ha tenido en ti la educación, contexto, valores, estudios y experiencia de vida que has tenido. Con lo que lo único que tienes que hacer es…ponerte manos a la obra y darle forma. Es decir, conocer en profundidad todo eso que ya posees y estructurarlo en un discurso y propuesta formal de objetivo profesional. Pero parte de la base que ya lo eres, ya lo tienes, ya lo haces, aunque quizás no lo sepas o no sepas qué hacer con ello, algo para lo que el autoconocimiento es vital (ya sabes que soy muy fan).

 

Esa diferenciación ya existe, pero lo hace dentro de un contexto en el que es muy posible que hagas cosas parecidas a lo que hacen otros, ya que estás influenciado por la misma cultura, bebes de las mismas fuentes, perteneces a una misma generación y te mueves en los mismos círculos…. Y ¿sabes qué? Que no pasa nada porque seas igual al resto de profesionales en muchas factores compartidos, porque al mismo tiempo también tienes matices muy sutiles que hacen tú seas único. Esa es la auténtica diferenciación de tu proyecto personal, de tu objetivo profesional.

 

Una cosa es definir tu propuesta de valor en base a lo que te hace diferente, que ya tienes o puedes llegar a dar forma. Y otra muy distinta es ponerse a inventar la cuadratura del círculo, a innovar de tal manera que llegues a deformar la autentica esencia que te define. La diferenciación que tiene éxito es aquella que, a pesar de estar definida estratégicamente y gestionada de manera profesional, es planificada y tiene un objetivo, no deja de ser algo natural y coherente.

Definir ese elemento diferenciador y hacerlo a través de un proceso de gestión de marca personal dista mucho de sentarte a idear (por no decir falsear) qué es lo que tienes que hacer nuevo, que te haga diferente al resto, pero que nada tiene que ver contigo ni eres capaz de defender en tu objetivo profesional. Esa diferenciación que te hace destacar, no deja de ser un anticipo de todo lo demás, pero de algo que ya eres.

 

Cuando en esta diferenciación, empiezan a aparecen artificios nuevos, acciones impostadas (viene del término impostor, no te digo más), creaciones alejadas de lo que te hizo plantearte definirla y hacerla comprensible y visible para el resto, le resta valor en lugar de sumarlo. Y además, es algo evidente para ese público al que te diriges y al que quieres convencer, porque tarde o temprano, te cansarás de fingir lo que no eres o no va contigo.

 

De seguir así, si nos ponemos tontos que esto de diferenciarse por diferenciarse, llegará un momento en que se ponga de moda ser del montón (por no decir normal y entrar en discusiones sobre la «normalidad»).

Imagen: Marco Grob (Lady Gaga)

0 comentarios
  1. Alberto Casero
    Alberto Casero Dice:

    Excelente post, agudo y certero en mi opinión. Curiosamente y acorde con tus agumentos, se analizaron las diferencias entre los productos líder en varios sectores y aquellos que eran solo de calidad standard. Los resultados destacaron que la diferencia estimada entre unos y otros era de apenas un 10%, ese pequeño porcentaje es el margen que marca la diferencia entre la excelencia y el «uno más del montón «.
    Me parece muy adecuado el insistir en que ya nacemos diferentes así que ya tenemos parte del camino andado.
    La observación que haces sobre si se nos va la olla con la diferenciación, yo también me la hago, pero respecto de la inteligencia emocional. No nos estaremos olvidando la inteligencia racional? Si es que existe a estas alturas de la pelicula, claro. Quizá se insiste demasiado en la preferencia por el poderoso sistema limbico? Yo no lo sé. Quizá fuera un tema interesante.
    Saludos y gracias por tu interesante reflexión.

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    • jessica
      jessica Dice:

      Mil gracias por comentar Alberto. Ante todo, gracias por aportar tu visión sobre la «ida de olla» que a veces creo que nos devora con el tema de la diferenciación. Así, simplista, sólo por ser diferente que puede llegar a hacer de uno mismo un esperpento. Gracias por el dato que aportas, siempre sumando!
      Por otro lado, yo que soy muy fan de la inteligencia emocional, siempre la he entendido desde un punto de vista de lo más racional… Es decir, cuanto más la trabajas de manera profunda y con entrenamiento, y la incluyes en tus hábitos y conductas cotidianas, más te alejas de lo irracional e impulsivo. A veces, tenemos esa idea que comentas por una errónea divulgación de la emociones, con lo que tomo nota del tema, porque interesante es un rato.
      Un abrazo enorme y gracia de nuevo.

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