El verano sirve para muchas cosas,  además de descansar, viajar o hacer algo diferente a lo que haces el resto del año.

 

Como cada verano, aprovecho el cambio de ritmo para hacer reajustes que voy aplazando durante el “curso”: la estrategia en redes sociales, los diferentes perfiles  en la red, la web, la gestión de la red de contactos…y el blog.

 

En estas semanas me pondré a fondo con el mío, pero el resultado ya lo verás a partir de septiembre. Ahora, prefiero contarte lo que me ha aportado en estos 2 años publicando quincenalmente (más o menos…) y todo el ensayo previo en los diferentes perfiles o en colaboraciones periódicas 9 años atrás.

 

Lo que te voy a contar no tiene nada de didáctico, para eso ya tienes otros perfiles en la red especializados en posicionamiento, marketing online o marca personal. Esto es, sencillamente, mi historia amor con el blog…

 

1.- Me ayuda a estar en forma: no soy especialmente deportista, en lo que a nivel físico se refiere, pero lo de darle al coco, es otra historia. El blog, me obliga a estar al día, a no acomodarme, a leer mucho, estudiar, investigar, indagar y conocer nuevas temáticas, profundizar en unos aspectos y descartar otros. Mi cerebro a veces echa humo y necesita tomar distancia, pero es un ejercicio constante a muchos niveles.

 

2.- Me proporciona un espacio para crear:y no cualquier espacio, MI espacio. Donde soy la dueña y señora de todo lo que se cuece, y donde me arriesgo a que te encante, lo compartas, me acompañes y crezcamos juntos…pero también a que me ignores, me critiques, me odies o incluso te burles. Es blog acaba siendo una seña de identidad, una parta imprescindible de tu estrategia de marca. Esa es la cuota que se paga por la exposición, pero la pago gustosamente porque implica la siguiente…

 

3.- Me hace más fuerte:tras cada post, cada publicación y repercusión en la red, siempre toca analizar lo ocurrido. No soy muy cuidadosa con las analíticas (debería serlo ya lo sé, pero no lo soy), pero además de los números valoro otros aspectos del efecto del post en la red. Y a veces, me ha sorprendido para bien y ha llegado lejísimos, más de lo que podía imaginar, pero otras, no he conseguido conectar a pesar de que me encantaba el contenido, lo había preparado a conciencia y estaba hecho con todo el cuidado. Incluso, en otras ocasiones, se ha malinterpretado y usado en mi contra. Y todo esto, que ensancha el ego y escuece a partes iguales, lo que consigue es forjar carácter y asentar pilares, si te lo curras y sudas, claro.

 

4.- Me permite desarrollar mi forma de expresarme: con todo el trajín de lecturas, aprendizajes y asimilaciones, conseguir resumir todo lo que quiero contar en un texto con una estructura lingüística adecuada y dotarla de estilo propio, supone todo un reto. Y hacerlo, cada 15 días y conseguir que sea entretenido, pero profesional y que refleje mi estilo, hacerlo de manera coherente con el resto de redes sociales y que se pueda ver mi esencia fácilmente a través de unos cuantos posts. Buf… parece más complicado de lo que es al leerlo así de golpe, pero sí que supone un ejercicio de autoconocimiento y cambio constante que va más allá del “hoy tengo que publicar”.

 

5.- Me sirve para hacer llegar lo que hago (y lo que puedo llegar a hacer):puedes enfocarlo desde el punto de vista de emprendimiento, de búsqueda de empleo, desarrollo profesional o gestión de tu marca personal, pero un blog es una especie de cv vivo y tarjeta de presentación virtual mucho más completa que les dice a quienes te leen a lo que te dedicas. Y según tu capacidad redactora y productiva, también de contar historias, hacer tutoriales o guías didácticas o lanzarte al mundo del videoblog como yo en este 2018. De cualquier forma, es una vía de comunicación más para hacerte llegar mis conocimientos, mi experiencia, mis capacidades y competencias pasadas, actuales y las futuras: todo lo que puedo hacer por ti, contigo, te lo cuento a través de mi blog.

 

6.- Me ofrece la posibilidad de hacerte llegar quien soy:esta parte es un poco más dolosa. Aunque personalmente es la que más me gusta, también soy consciente de que es una de las más temidas. Esa exposición a la crítica, al rechazo, pero también a gustar y a conectar con personas que hablamos antes, es mucho más arriesgada si va ligada a los que eres, y no tanto a lo que haces. Inevitablemente…ocurrirá, cuando tu posts lleguen y gusten, creerás que gustas tú. Y en el caso contrario, pues también tiene que ver contigo.

Incluso, más allá de esto de los likes, en tu forma de redactar, opinar, las temáticas te tocas, tus enfados o diplomacias, se dejará entrever tu forma de ser y eso es tremendamente bonito pero atrevido. Porque hará que llegues a muchas más personas y lo harás de verdad, de corazón pero al mismo tiempo, también hará que te rechacen de forma más clara al abrirte. Y por si fuera poco, esto conlleva….

 

7.- Me da visibilidad:aquí no me extiendo mucho, porque se basa en algoritmos, posicionamientos, SEO y demás temas que parece que domino pero sólo tengo localizados. En resumen: es una secuencia lógica después de probar con perfiles más profesionales (LinkedIn), serios (Twitter) o informales (Facebook o Instagram), supone el siguiente nivel de interacción con tu comunidad para llegar más lejos. El dónde y el para qué, ya lo pones tú, como te decía al principio, a mí me toca revisar de nuevo los míos este verano.

 

8.- Me hace llegar a más personas:y si eres más visible, llegas a más personas, y si llegas a más personas, pues conectas más, venden más, creces más, eso ya es a gusto del consumidor. Porque digo yo que a estas alturas del post, ya sabrás que el blog tiene que tener un objetivo, una estrategia, vamos! Tiene que ver con el punto 5, pero exponencialmente a cuantas más personas llegues, a más les llegará tu mensaje

 

9.- Me proporciona un estructura profesional en la red:en mi caso es un blog dentro de una web profesional, pero no tienes porqué tener una web como tal. Puede ser un espacio virtual que te sirva para expresar ideas, generar debate, ofrecer soluciones, profundizar en aficiones…pero no lo olvides que lo haces dentro de una estructura que, además de dejar una huella digital, lo haces en un formato que implica (supuesta) profesionalidad. En este punto, menos es más: si vas hacerlo, hazlo bien. Cuida los detalles, elabora los contenidos, revisa su impacto, estudia los resultados, sírvete de sus beneficios…..

 

10.- Me ocupa mucho tiempo: y no lo digo como algo negativo, pues es una inversión más en mi campo de trabajo. Pero no te equivoques: el blog, no nace, crece y se reproduce por sí mismo, hay que cuidarlo muchísimo y dedicarle horas de trabajo y de análisis para que no se muera. Pensar en hacerte un blog como forma de monetizar tu existencia en la red a corto plazo es una especie de chiste, y además malo. Un blog es otra cosa, sobre todo es un espacio propio donde expresarte, comunicar y disfrutar de contar cosas, con el objetivo que sea, pero como todo en la vida, no es gratuito y sus resultados siempre son a medio-largo plazo. El tamaño de esos plazos, dependerá única y exclusivamente de tu esfuerzo, inversión y capacidad de trabajo.

 

Imagen: google.com

 

 

 

 

 

Espero que ni te plantees una media sonrisa al leer su nombre, porque es tan excepcional como ella.

Esta brillante matemática asturiana, posee una de las mentes más talentosas y despiertas con las que haya compartido conversaciones en los últimos tiempos. Apasionada de los números y del aprendizaje constante, lidera un departamento de Data Analytics en plena expansión en una empresa tecnológica asturiana tan ocupada (no preocupada) en los resultados como en la gestión del talento que atesora en sus filas.

Conversar con ella es un lujo siempre que lo hacemos, y cuando ella cree que soy yo la que da luz a muchas de sus dudas, la eternamente agradecida por lo aprendido soy yo. Consigue hacer sencillo lo complejo, logra que ames  (aunque sea mientras estés a su lado) y comprendas los números tanto como ella y sobre todo, ha conseguido expresar con palabras y muchísimo criterio científico lo que yo no soy capaz a defender en muchos foros: la importancia de la psicología, de la parte humana en todo este tsunami del Big Data.

Talento asturiano en femenino que viene pisando fuerte, yo que tú, no le perdería la pista.

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La creciente tendencia del uso del análisis de sentimiento para contextualizar la ingente cantidad de comentarios, opiniones, gustos, …. que se manifiestan diariamente por múltiples canales resulta muy útil para extraer información subjetiva que se complementa a la analítica del dato objetivo, sobre todo para entender su polarización (positivo, negativo o neutro) y actuar en consecuencia (potencia, contrarrestar o incentivar, respectivamente).

 

 

Su objetivo primordial es extraer aquellos términos semánticos que expresen un sentimiento particular para conocer la opinión, las actitudes, las expectativas sobre un tema en concreto y analizar el comportamiento de los usuarios ante un mensaje lo que permite determinar su impacto y anticipar la reacción.

Sin embargo, no resulta nada sencillo debido a que el lenguaje natural es ambiguo, ya que ni siquiera entre nosotros nos entendemos en todas las ocasiones (y sino remitámonos a los malos entendidos).

En el fondo todos hacemos instintivamente análisis de sentimiento, está el que habla y el que escucha e interpreta lo que se ha dicho, es la interpretación la que en ocasiones aboca a una divergencia llegando a un análisis erróneo. Entonces si entre nosotros existe la divergencia, ¿cómo podemos conseguir hacérselo entender a una máquina, si ni siquiera nosotros no lo tenemos claro?

En el diseño de estos sistemas se combinan distintas áreas:

 

 

La algoritmia de la minería de datos encuentra patrones que conduce al procesamiento del lenguaje natural, el cual transforma el texto en un idioma que una máquina pueda comprender a lo que le sumamos el Big Data para la recabación masiva de información que permite refinar el desempeño de los algoritmos y finalmente la inteligencia artificial utiliza la información obtenida con el PLN para determinar las categorías de sentimientos y sus polaridades.

Y si vamos un poco más allá, de utilizar este nuevo conocimiento para beneficiar a las estrategias de negocio en sí (como es la mejora de percepción de marca, fidelización, …) para realmente comprender la psique de forma masiva, es decir la psicología del dato.

En ocasiones la psicología ha visto limitado su alcance por la imposibilidad de acceder a una gran cantidad de individuos en su ambiente natural, pero gracias al Big Data esa información está disponible y gracias a las redes sociales esa información se genera en un contexto natural para las personas, sin embargo, el problema es que los psicólogos como individuos ya no pueden lidiar con los métodos tradicionales para abordar esta masividad de información no queda otra que evolucionar.

Gracias a todas las nuevas tecnologías y técnicas que surgen resulta más sencillo, económico y con menor dilatación en el tiempo elaborar extrapolaciones de la información analizada de muestras muchísimo más grandes de individuos.

De hecho, ya se trabaja en investigaciones que intentan vincular el comportamiento en redes sociales con ciertas características de personalidad, lo que puede incluso a conducir a desarrollar algoritmos para detectar comportamientos depresivos dependiendo del tipo de publicaciones.

Otro estudio usa el análisis de los “me gusta de facebook” combinadas con pruebas de personalidad para discriminar características como orientación sexual, sustancias adictivas, edad, genero opiniones políticas, personalidad, ….

Y si damos otro paso más, una vez conseguido que nosotros como especie nos comprendamos mejor ¿y si se lo hacemos comprender a las máquinas?, una nueva fase para la inteligencia artificial e incluso robots (como elemento físico con el que interactuar).

El gran obstáculo para escuchar y comprender a una persona es el reconocimiento de emociones entonces la búsqueda de un patrón de reconocimiento que aprenda por sí mismo a evaluar las expresiones faciales como la dilatación de las aletas de la nariz o cuánto de entrecerrados están los ojos sumado a la monitorización del pulso o concentración de oxígeno en la sangre dan la posibilidad de ponderar las emociones.

Una vez que la máquina a comprendido las emociones, tiene que procesarlas para que nos sea verdaderamente útil, llegando a ramificarse en función de sus objetivos.

Entre la IA “social”:

  • El robot asistencial: detectar hacia que interlocutor dirigirse y en que tono de voz hablarle.
  • El robot que no se cansa de responder siempre a lo mismo: dedicado a personas con enfermedades como el alzhéimer o la demencia o incluso para la enseñanza.

También IA “amiga/psicóloga”: un robot que supla la necesidad de compañía, que escuche, tenga una conversación, proporcione consejo e incluso aprender sobre la filosofía de la vida, una especie de psicólogo y coach al mismo tiempo.

El futuro no solo nos conduce a análizar datos masivos derivados de las nuevas tecnologías, y ver el crecimiento del arquitecto de datos, del científico de datos, sino además hay obtener tantos puntos de vista distintos como sea posible y uno de ellos es el aspecto psicológico de los datos, lo que perfila una nueva profesión: el psicólogo de datos. Esta profesión permitirá profundizar en el aspecto deontológico para saber diferenciar entre los que podemos saber y lo que necesitamos saber de una persona para contribuir a la mejora de su salud metal y calidad de vida.

Si quieres saber más de Bonisú Fernández, ya sabes…

Imágenes: google.com

 

He puesto “deberías” para captar tu atención (y espero haberlo logrado), pero en realidad lo que quiero decir es “me gustaría”.

 

Me gustaría que al finalizar este post te planteases el motivo de porqué al usar determinadas palabras, te suben escalofríos por la espina dorsal cuando en realidad pueden ser la llave a conseguir tus objetivos.

 

Me refiero a determinadas palabras tabú que en principio no lo son, no deberían serlo o incluso ni siquiera las usas en tu día a día. Y de ahí que sean tabú sin serlo. Como  ya sabrás, tabú viene de un vocablo polinesio que significa “lo prohibido”, por lo que llevado al lenguaje, hace referencia a palabras prohibidas.

 

En la relación que estableces con los tabúes, cometes fallos al ignorar su origen y asumirlos sin más, de manera implícita acatas su uso y los incluyes en tu forma de sentir, pensar y actuar. Y al ignorar ésto, sientas las bases de algo que puede ser perjudicial para tus resultados vitales. De hecho, en la mayoría de ocasiones no eres consciente ni siquiera del propio uso o desuso de estos conceptos en tu día a día.

 

Hay tantos tabúes como personas, como historias, como culturas, como formas de pensar, y para ello muchos expertos han dedicado horas de estudio y nos ayudan a intentar eliminar o manejar su uso nocivo, desde los sexuales, políticos, raciales o la propia muerte.

 

Hoy me apetece centrarme en una palabra clave que aparece de manera recurrente en mi profesión: ESTRATEGIA.

Y ahora, dime ¿qué imagen o expresiones te vienen a la mente cuando aparece esta palabra en tu discurso, ya sea privado o público?

¿Cómo?

¿Qué ni tan siquiera la usas?

 

Las palabras más frecuentes con las que se relaciona son frío, calculador, táctica, militar, manipular, guerra… Y si entramos en detalles de imágenes, suelen tener que ver con campos de batallas sangrientos, armaduras invencibles o ejércitos que se dirigen irrevocablemente a la muerte. Quizá consideres que me he puesto en plan “drama”, pero drama es que el vivo yo en cada proceso, con cada cliente, cuando nos ponemos a fijar unos objetivos y definimos los pasos a seguir para conseguirlos… y surge esta palabra.

Sencillamente, una estrategia es la guía de las acciones meditadas y evaluadas de manera reflexiva que te van a dirigir a un fin, desde enamorar a una persona que ignora tu existencia, hasta conseguir escribir un libro pasando por encontrar un trabajo que se amolde más a tus necesidad actuales.

Querido, cómo no me vayas con mente de estratega por la vida te quedas para siempre en la casilla de SALIDA, y resulta que tu fin es llegar a la meta, y además, antes y menos cansado que los demás. Pues empezamos bien.

 

Necesito, y además, con urgencia, que te sientas un estratega sin que te estremezcas, sin sentirte frío ni calculador (coletilla por excelencia al respecto de esta palabra que, personalmente, me maravilla). Necesito que te consideres el comandante de tu ejército, el capitán de tu barco, sin que ello implique necesariamente que eres un tirano o un actor que falsea sus intenciones.

 

Lo que ocurre es que, al igual que con los tabúes y su origen en ti, te pasa con tus intenciones, con tus objetivos. Que los tienes pero los ignoras, sabes que están ahí pero no los tienes claros, definidos. Y cualquier estrategia sin objetivo, es un sinsentido. Normal, que al hablarte de ella, te veas enfundado en una pesada armadura medieval que te bloquea y te ralentiza, normal.

 

Quítate ese peso de una vez: ser estratega es tan necesario como el respirar, porque será la única forma en la que consigas vivir de verdad. Y puedes hacerlo, serlo en tus relaciones personales, en tu profesión, en tus aficiones, porque yo tengo claro que cada vez que emprendes una acción, buscas algo. Y tú, deberías tenerlo claro también. Esto, y también lo qué buscas, de ahí la confusión en todo esto.

 

Necesito que alejes de ti la sensación de que ser un estratega es no actuar de corazón, ni de buena fe, ni con nobleza. El cine bélico nos ha hecho mucho daño al respecto, las consecuencias de las decisiones políticas que vivimos a nivel mundial también, la propia narrativa con tintes oscuros, ha hecho que vinculemos esta palabra a algo nocivo y de lo cual queramos huir a toda costa.

 

Te pido por favor, que empieces a usarla con otras connotaciones, con aquellas que la asocian al control sobre tu vida, a la gestión de los factores que dependen de ti y que impactan en tu éxito. De hecho, trabajo habitualmente con mi propia fórmula al respecto, que me funciona tremendamente bien para trabajar los resultados óptimos y de la que, si te apetece, te hablaré en otro post e incluye, irremediablemente la ESTRATEGIA en una de las fracciones de las que se compone:

 

(OBJETIVO ESPECÍFICO  + ESTRATEGIA DEFINIDA)   X   ESFUERZO   = RESULTADOS ÓPTIMOS                                              

                                                         HUMANIZACIÓN                                                                                              

No puedo (ni tiene sentido) cambiar el motivo de porqué has desterrado de tu vocabulario la palabra estrategia o de porqué la usas con un matiz turbio, pero sí quiero ayudarte a que reflexiones sobre cómo incluirla en tu discurso de forma sana, y comprender que te puede hacer más poderoso.

 

Yo, sólo quiero que seas estratega de tu vida, de tus batallas y que veas la vida de forma más clara. No detrás de una coraza que limita y no permite avanzar, sino desde la claridad que te permita tener más luz y foco en lo que te propones, y sobre todo, en cómo conseguirlo.

 

 

 

Para ello ya sabes por dónde debes empezar, por punto de partida de cualquier proceso: el autoconocimiento. Sabes de sobra lo vital que considero esta herramienta de desarrollo para el ser humano, por lo que te invito a que profundices en ella si te apetece en el enlace.

 

Imágenes: Pinteresto.com y Pixabay.com, respectivamente.

 

 

 

 

 

No, no es el título de ninguna canción de emisora Millenial ni lo que piensas cuando se te atasca la cápsula de la Nespresso. Es lo que pensó la protagonista de esta historia cuando su horizonte laboral empezó a volverse oscuro.
Y obviamente, el problema no era el café ni la cafetera…

Te cuento a través de mis ojos esta historia que ha tardado más de un año en ver la luz y ha tenido que ser a través de los míos, porque los de la protagonista aún se nublan al hablar de ello.

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Me veo caminando como cada día, paso a paso voy cruzando aceras y calles que me llevan a mi trabajo. No canto ni bailo porque soy de carácter reservado, pero si pudieras verme “por dentro”… lo estaría haciendo. ¿Sabes esa sensación de sentirte bien y plena con tu vida, con tu trabajo? Pues esa, soy yo. Sólo que por fuera, no se ve.

Llegar a la oficina y sentirte una más del equipo, estar alineada con los objetivos de la empresa (con lo difícil que es eso!) , saberte valorada… Eso es lo que hace que cada día vaya con una sonrisa a trabajar, a pesar de los imprevistos y dificultades que surgen. Como en cualquier contexto donde conviven personas, porque las organizaciones están hechas de eso, personas.

 

Y me veo allí tan feliz, en mi puesto de trabajo: llamadas, clientes, informes, papeles, visitas… Todo fluyendo, con pequeños tropiezos que se solventan con esfuerzo y colaboración de todos, y con ganas de ir a más, siempre de ir a más.

Así me veo hasta que un día, después de muchas sutiles señales de el cambio estaba por venir, se hacen evidentes mis sospechas: soy un estorbo. Cuando alguien llega nuevo a un equipo siempre hay una fase de reajuste, con recelos y desconfianzas por ambas partes, que con el tiempo desaparecen si hay buena intención y ganas de colaborar. Pero cuando el fin de esa incorporación es otro, obviamente los resultados también.

 

La aparición de una nueva persona en escena, precipita una serie de acontecimientos tan desagradables como despidos, ceses fulminantes, cambios drásticos en funciones. Todo ello acompañado de la peor parte de esta historia: desprecios, insultos, mentiras, menosprecios, bloqueos, presiones, faltas de respeto… que se expanden como el lodo en toda la organización. Tardan en llegar a mí, por la posición que ocupo, pero me afecta igualmente el hecho de ver como aquello avanza como la peste y no puedo hacer nada. Es más, sé que tarde o temprano llegará mi hora.

 

Y llega. Llega el momento: ¡maldita cafetera! Me resulta más fácil culparla a ella y que sea foco de mi ira, sobre todo, de mi frustración. Porque unas cápsulas de café (sí, como lo lees, unas cápsulas!) son la gota que colma el vaso en esta situación de mi anulación en la empresa se instala de manera permanente, y contra la que lucho todo lo que puedo. No es mucho, porque no en realidad no sé ni contra qué ni contra quién lucho, pero lo intento.

Durante meses, incluso años, la sensación de impotencia e indefensión se apodera de mí, llegando a generarme enfermedades como consecuencia de resistir en este ambiente tan hostil. Pero no es fácil dejar un trabajo que te gusta, en el que llevas media vida y para el que sabes que estás hecha, y sobre todo, sin saber el motivo por el cual todo ha cambiado y ya no es lo mismo.

 

¡Maldita cafetera! Me vuelvo a repetir una y otra vez. ¿Es por usarla más de lo debido, por dejar atascada la cápsula o por terminar el Ristretto y no reponerlo? No acabo de encontrar el motivo real de la decisión de mi despido un día de verano, previo a mis vacaciones. Y la culpo a ella, a la maldita cafetera. A sabiendas de que esto no tiene que ver ni con el café ni mucho menos con la cafetera, pero sí tiene su poso amargo cuando lo calientas más de la cuenta.

 

Después de montar y desmontar mil hipótesis sobre la cafetera y su influencia en mi futuro laboral, y a punto de tomar rumbo al sur como destino de vacaciones, soy despedida. Así, sin más. “No vuelvas más” tan sólo eso. Y ya no lucho, porque ¿contra qué? ¿contra quién?

 

Cruzo el país de punta a punta, esperando que el aire cálido del sur secase las lágrimas que he derramado durante el combate que había empezado por la maldita cafetera y de la cual no había podido tomar parte en realidad. Esas lágrimas que me acompañan a lo largo del viaje y que en parte, también son un indicador del alivio que siento porque todo ha acabado. Yo, nunca habría tomado la decisión por mí misma, no habría sido tan valiente. O quizás mi valentía fue la de quedarme y defender mi postura y aquello en lo que creo de la mejor forma que pude.

 

Aún hoy no tengo la respuesta, sólo sé que el sur, como siempre alivia mi dolor y me ayuda a ver de forma más clara la liberación que supuso para mí. Pero también aún hoy, se me nublan los ojos al pensar en todo lo que influyó en mi carrera, para mi acceso de nuevo al mundo laboral, en mi vida…y para no soportar ver una Nespresso a menos de 10 metros nunca más.

 

Imagen: Daria Grad-Berdak (pinterest.com)

* Dedicado a una persona excepcional con la que comparto mucho más que una vida: mi marido, Jaime Gayol.

Y de Facebook, de Linkedin, de Instagram, de Pinterest. O de cómo el peso de las redes sociales se puede volver una losa en nuestra contra….

Cuando ya pensaba que mi vida “social” era estable y tenía controlados Facebook y Linkedin como herramienta de trabajo y forma de difusión profesional, va y aparece él: Twitter. Sé que la gran mayoría de vosotros ya le conocíais o incluso sois influencers, pero no es mi caso.

A pesar de tener la cuenta activa hace casi 7 años, era un noviazgo que no había comenzado, simplemente nos habían presentado y ahí había quedado la cosa. Pero en estos últimos meses, la relación parecía que empezaba a tomar forma. Había comenzado a trabajar mi marca personal de manera más intensa y había visto claramente que era algo necesario y muy positivo, diría que casi imprescindible, el saber moverse adecuadamente en esta red.

 

Me encontraba inmersa en conocer su lenguaje, en seguir a los perfiles que me interesaban, en adaptarme a su ritmo y además amoldar mis necesidades a lo que me ofrecía. Pero en realidad, lo que me encontraba era agotada!!! “Da igual” me decía, “no desistas, lo dominarás” Y mientras persistía, tenía claros mis objetivos y quería llegar a un determinado número de tweets al día, de tener cierto número de seguidores y de que mi puntuación de Klout aumentase, me di cuenta de que me estaba perdiendo algo importante: mi vida.

 

Un día cualquiera, después de una larga jornada sin ver a tu familia, sin tener tiempo para tus amigos ni jugar con tu hija, me dispongo a “currarme” el Twitter y oigo a mis espaldas: “Cariño, de verdad, le tengo celos a Twitter”. Y aquella frase de mi marido me rompió por dentro, fue una bofetada de realidad para mí.

 

Aquí es donde empieza realmente la reflexión que vino días después de esa frase lapidaria que marcaría mi relación con Twitter y demás redes sociales: sé que es importante la presencia en la red, pero es más importante aún la presencia en mi vida. Siento contradecir a quienes predican que si no estás es como si no existieras, que no se debe dejar de publicar ni un solo día, a quienes insisten en estar activo y ser visible en la red, en estar pendiente de todo lo que ocurre. Lo siento de veras.

 

Se lo agradezco, de corazón. Creo en la sabiduría y bondad de sus consejos, en la necesidad de crear una imagen profesional estudiada y difundirla a través de las redes, de tener visibilidad y de estar ahí. Pero también necesito hacerlo a mi ritmo, con mis objetivos y según mis necesidades y sobre todo, sin ahogarme ni perderme nada de lo que está fuera la red. Necesito evolucionar en mi marca personal al mismo ritmo que en mi vida profesional, sin dejar a un lado y mimando como se merece mi vida personal, mi familia, mis amigos, mi tiempo…

Necesito sentirme presente en el café de la sobremesa con amigos, en la conversación banal durante la película después de cenar, pintando nubes en el aire con mi hija o hablando con mi madre por teléfono. Necesito estar presente en mi vida y no perderme ni un solo minuto.

 

He llegado a la conclusión de que no necesito 50000 seguidores, que no puedo (ni quiero) publicar al día 100 tweets, de que no tengo por qué ser una influencer… O al menos de momento, ya que ni estoy preparada para conseguirlo ni es necesario en mi realidad actual, ahora mismo es el momento de tomar decisiones respecto a Twitter y a mi vida.

 

Por eso, para los próximos meses me he propuesto estos sencillos objetivos para hacer que todo esto sea más fácil para mí y los que me rodean:

 

  • Restringir el uso de las redes sociales en tiempo y espacio: 5, 10 o 30 minutos, una jornada completa, pero que sea limitado y solamente en unos espacios en concreto (oficina, trabajo, despacho)
  • Dejar los dispositivos móviles en silencio en reuniones sociales, tiempo de ocio y de familia. Desconectar realmente y disfrutar de esos momentos.
  • Fijar unas metas realistas y adaptadas al tipo de vida de cada uno: aunque lleve tiempo, es necesario definir una estrategia y desarrollarla en un plazo determinado, mientras que por ello no suponga una pérdida de contacto con la “realidad física”
  • Aceptar las limitaciones e intentar aprender cada día, intentando que sean cada vez menos, pero sin prisas ni presiones.
  • Disfrutar con lo que se hace, sea el tiempo que sea…

 

Bien, pues ha llegado el momento de empezar a cumplir los propósitos y estar presente en cada momento de mi vida. Porque por si fuera poco, este verano me he abierto una cuenta en Instagram…

Y tú ¿estás presente en la tuya?

 

Fuente: Pixabay.com

Tengo la sensación de que hasta que no te hablo de etiquetas, tipologías, clasificaciones y demás encasillamientos, cualquier tema sobre el que te hable no adquiere seriedad.

Y como quiero hablarte de manera muy seria sobre la delegación, he diseñado expresamente para ti, para que me hagas caso y me prestes atención de la buena, una serie de síndromes que impiden una delegación eficaz:

– Síndrome “Porque yo lo valgo”: Se trata de responsables de departamentos que piensan y hacen ver de manera muy clara, que nadie puede hacer las cosas tan bien como ellos. Básicamente les es imposible, dado que el tamaño de su ego inunda todo e impide ver la realidad del potencial que pueden tener al lado, del talento a desarrollar y explorar en su equipo. Infinitamente más sencillo dar ese golpe de melena tan característico del anuncio, que pensar que alguien, que además tienes a dos palmos, puede hacer sus tareas mejor que ellos, más rápido y de manera más efectiva.

– Síndrome “Porque yo lo digo”: Son personas al mando, que creen que el proyecto en el que se encuentran inmersos es su cortijo: ordenan, mandan, atan y desatan a su antojo. Y en ese antojo está el de no delegar, o el de hacerlo con criterios poco objetivos como el de “porque me da la gana”. Y ¿qué consiguen con esto? Además de alejar a sus colaboradores e infundir miedo por doquier, se sobrecargan de tareas de manera innecesaria. Lo cual incrementa su enfado pensando que tienen a su cargo un equipo inútil, dándose la razón a sí mismo sobre la idea de que sólo quien manda (casualmente él) puede hacer las cosas que se tienen que hacer. Y vuelta a empezar…

– Síndrome del “Conejo blanco”: Este no me lo he inventado yo, pero lo he traído aquí porque es muy frecuente encontrarse con personas con responsabilidad en las empresas que siempre, siempre tienen prisa. Y si no la tienen, se la crean, al igual que la ansiedad y exigencia extremada que transmiten a sus colaboradores. No consiguen tener un hueco en su agenda para desarrollar a su equipo, para detectar el talento oculto para formar, guiar, tutorizar, hacer crecer. No lo tienen nunca, y el motivo no es el tiempo, porque ese siempre va al mismo ritmo. Cuestión de prioridades

– Síndrome del “Gollum”: No voy hablarte de la personalidad múltiple que presenta este odioso y tierno personaje creado por Tolkien. Te voy a hablar de la necesidad, incluso compulsión, que tienen algunas personas de guardar cual tesoro conocimientos, funciones o responsabilidades. Ignorando que, lejos de ser una muestra de poder y competencia, es un reflejo de la inseguridad y el miedo a ser prescindibles, a que alguno de sus colaboradores sea mejor, a que alguien que no sea él. Ya sabes, “mi tesoro…”.

– Síndrome del “Psicólogo”: Como lees, del psicólogo como lector de mentes, como adivinador de pensamientos y predictor del futuro. Aunque con buenísima intención, hay personas que ocupan puestos de responsabilidad, cuyas artes adivinatorias les hacen saber (sin contrastar con los realmente interesados) el nivel de capacitación, preparación o interés de sus colaboradores. Casualmente, estos superpoderes siempre tienden a la creencia de que los componentes de su equipo NO quieren responsabilidades, NO saben hacer las cosas bien, NO están preparados… Y eso, es mucho más cómodo, aunque tremendamente agotador, que ponerse manos a la obra para dar forma a todo el talento que existe al alcances de sus manos.

– Síndrome de “La buena madre”: Al igual que en el caso anterior y con la mejor de las voluntades, en las organizaciones también existen personas con responsabilidad que intentan proteger a sus equipos. Y lo hacen con tanto esmero…que bloquean el desarrollo del mismo. Es habitual verles diciendo frases como «Ya tienen bastantes los pobres» o «Para eso yo soy quien más cobra», con las cuales lo único que consiguen es generar limitaciones donde no las hay y dependencias innecesarias. Y el equipo por su lado, puede que deseoso de adquirir nuevas funciones y tareas como forma de sentirse valorados y mientras, la casa sin barrer…

 

Es posible que mientras lo hayas leído se te haya escapado alguna que otra sonrisa socarrona imaginando a cualquiera de tus (ex)jefes al lado de alguno de estos síndromes tan comunes. Conste que me haría una ilusión tremenda resultarte entretenida… Pero también es posible que alguien, en algún lugar, le haya venido tu cara a la mente al leer cualquiera de estos síndromes que nos alejan de una delegación eficaz.

Sea como sea, ninguna de las dos opciones tiene gracia. Así que háztelo mirar y no me hagas tener que inventarme otro síndrome, al menos, en lo que a delegación se refiere.

Imagen: Shutterstock

Lo prometido es deuda, y me comprometí a compartir contigo la trilogía completa sobre las entrevistas de trabajo antes de finalizar el año…y aquí estoy. Voy justa, lo sé, pero creo que merecerá la pena. Y si no esa así, al menos habré cumplido mi palabra.

 

Esta última parte, es donde te voy a contar mi propia experiencia como candidata a diferentes procesos y proyectos (sí, los de Recursos Humanos, también pasamos por estos procesos…). Y lo voy hacer desde la sinceridad de abordar la necesidad de profesionalizar el sector y dotarlo de la seriedad que se merece. Porque he de admitir que me han hecho entrevistas de las cuales he deseado salir huyendo, me he encontrado con entrevistadores que hacían cualquier cosa menos entrevistar, he sentido vergüenza ajena y he aprendido lo que NO se debe hacer si quieres que tus candidatos te valoren, se encuentren cómodos y te ofrezcan toda la información que necesitan saber para tomar la decisión más adecuada.

 

Te lo voy a contar tal cual lo he vivido y me lo han hecho saber muchas personas que han participado en procesos de selección, “serios” y no tan serios. Y te lo voy a contar desde el NO, de nuevo, que parece que tiene más efecto:

 

No me hagas esperar 3 horas para recibirme, ni como forma de ponerme nerviosa o desestabilizarme, ni como excusa de que te ha surgido un imprevisto. Si no puedes atenderme, me lo dices y vuelvo otro día (o no…). Si piensas que no tengo nada mejor que hacer que estar esperando aquí horas y horas, para que finalmente no me hagas ni caso, es que has guardado bajo 4 llaves en tu cajón el trato humano y respetuoso a quien ha invertido parte de su tiempo y esfuerzo en ir a conocerte.

 

No me leas mi currículum tal cual, para eso no vengo, que ya me lo sé yo de memoria. Pregúntame por una determinada formación, una experiencia laboral en concreto, céntrate en una ausencia de actividad profesional determinada. Pero ¿leer mi currículum como un papagayo en mi presencia? No sé, no lo veo… ¿qué consigues con eso más allá de darme una malísima impresión y hacerme pensar que no te has preparado nada?

 

– No me digas que te cuente un poquito mi trayectoria profesional mientras te lees mi currículum por primera vez, porque te aseguro que lo notaré. Porque no sé si lo sabes, pero eso, se nota, y mucho.

 

– No te dirijas a mí por otro nombre, tanto en la entrevista como cuando me has citado para vernos. ¿De verdad no te has leído bien con quién vas hablar o entrevistarte? Ya no te digo nada, de que me llames para otro puesto diferente al que he enviado mi candidatura. Si no vas a pasarme ni una porque todo cuenta en nuestro encuentro, esto también va por ti ¿o quieres decirme que tienes un doble rasero?

 

No me hagas perder el tiempo ni te andes con rodeos para contarme lo que necesitas en tu organización. Aunque tu estilo no sea directo, lo cual respeto muchísimo, a ninguno de los dos nos favorece el hecho de no saber lo que queremos. Te prometo que iré a la entrevista con los deberes hechos ¿puedes asegurarme tú lo mismo?

 

– No me convoques a puestos para los que no estoy capacitada en cuanto requisitos mínimos (y lo sabes, o deberías saberlo) o para los cuales tengo que desplazarme 350 km. Sobre todo si ya tienes al candidato seleccionado… No te imaginas la inversión que supone este tipo de acciones, si lo hubieras anticipado, no te lo estaría contado en este post.

 

No te ofendas porque te haga preguntas sobre mis funciones, responsabilidades o salario en el futuro puesto de trabajo. Sobre todo cuando las hago tras la manida invitación “¿tienes alguna duda o cuestión que quieras tratar?”. Porque ya que estamos, me apetece tratarlo antes de tomar una decisión y saber si quiero o no realmente comprometerme con tu proyecto y hacerlo mío.

 

No me hagas preguntas que sabes que no te voy a responder, aquellas que sabes que puedo perfectamente no hacerlo, que suponen una falta de respeto o que sencillamente, no son relevantes para el desempeño del puesto de trabajo. O ¿es que crees que sí pueden serlo el hecho de estar casada, tener hijos o estar en edad de tenerlos? Déjame que te demuestre que no es así, aunque este tipo de preguntas ya dice mucho de ti y de tu organización.

 

– No me pases pruebas ni tests sin sentido, y ya de paso, no me hagas participar en dinámicas que hayas visto en algún video de Youtube y que te hayan resultado “divertidas”. Quizás pienses que te estás luciendo conmigo o simplemente quieras rellenar tiempo, pero te aseguro que si me hacen sentirme ridícula y no me aporta nada, no conseguirás obtener de mí todo lo bueno que tengo. Así, no.

 

No me trates como una ignorante, un trapo viejo o una cría. Es cuestión de respeto, así de simple. Trátame como una persona con la que puedes llegar a un acuerdo y obtener un beneficio mutuo, y si no es así, tan amigos. No hagas un mal uso tu situación de (supuesto) poder, nunca se sabe realmente quién tiene la sartén por el mango en la vida.

 

– No te despidas con un “ya te llamaremos” si es que no tienes pensado hacerlo. Explícame que sólo me llamarás en caso de ser la persona seleccionada en un plazo determinado (que deberías tener previsto con un margen de error, obviamente), y me dejas mucho más tranquila y con vía libre para seguir mi camino. No me tengas como alma en vilo pendiente del mail o el móvil o haciéndome sentirme una pesada al tener que ser yo quien llame para saber el estado de mi candidatura.

 

Podría seguir con un montón de NOes al igual que lo he hecho hace unos meses en este post sobre las entrevistas, pero en resumen te diré que todo proceso de selección mal enfocado, poco preparado o carente de profesionalidad es una nefasta estrategia de marca para la empresa que lo realiza. Quien sale disgustado, ofendido u ojiplático de una entrevista, es un prescriptor (para mal) de la imagen de la empresa para la cual optaba a formar parte y de la que sale espantado. Y yo, lo que quiero, lo que deseo, son organizaciones que se esmeren en elegir, formar y preparar a las personas que las integran para que hagan que esta búsqueda de talento sea lo más efectiva posible y todas las partes salgan ganando. Incluso cuando no hayas sido seleccionado, salgas por la puerta con un buen sabor de boca y te conviertas en un embajador de marca…esa para la cual no has llegado a trabajar, pero te gustaría.

 

Pero claro, para esto hacen falta ganas y buenos profesionales…

 

Imagen: google.com

 

 

 

Almudena Lobato… ¿cómo te explico yo lo significa esta psicóloga sevillana para mí? Empezaré por el principio, por esa conversación de teléfono en la que nos pusimos voz y que fue la primera de muchas (siempre nos quedamos con ganas de más, sobre todo cuando la cobertura nos deja a mitad, jajaja). Es ahí donde me cuenta con detalle su trayectoria profesional, su proyecto de Personas en Positivo, su familia, su vida…y donde rápidamente percibo la calidad humana que hay detrás de ese perfil en la red.

Esta mujer guapa a rabiar y lista como el hambre, te llega con una dulzura y una suavidad que hace que quieras que se quede en tu vida para siempre. Y lo hace porque siempre tiene una buena palabra, una sonrisa, un gesto amable. Siempre sabe qué decirte, en el momento adecuado y de la mejor forma para que lo entiendas, para que te comprendas (sí, a ti mismo, a ti…). Y además, tiene la cabeza tan bien amueblada como capacidad para hacer que lo desagradable no te haga daño, pero te llegue y aprendas. Y lo hace así, sin despeinarse, porque sabe de lo habla y cómo hacerlo.

Hace tiempo que le abrí las puertas de mi vida y de mi casa, ahora tocaba la del blog y ni siquiera me ha dado tiempo planificarlo. Fue decirle que la quería ver dándose un paseo por aquí, y enviarme este regalo en forma de post. Vaya por delante, que el regalo ya lo había recibido al tenerla presente en mi día a día, pero esto…esto es para enmarcar.

Que la disfrutes, yo lo hago a diario (lo mejor de todo, sus audios de WhatsApp que se quedan a mitad 😉 por «fallos técnicos»).

 

Jessica es una persona Bonita, así con mayúsculas. De esas personas bonitas de las que trato de rodearme cada día y siempre que puedo, porque me hace mejor, porque me hace bien. Porque lo suyo es tuyo, sin más, porque sí, porque te lo quiere dar. Es un regalo y yo tengo mucha suerte.

Gracias Jéssica por compartir conmigo tu casa, una vez más, ahora también por aquí. Feliz contigo cerquita.

 

Me gusta, me gustas.

Si fuese un ave, sería nocturna. Me gusta la noche, su silencio, su calma. Me gusta alargarla, sentirla, sentirme, sentirte, como parte de ella.

Me gusta la noche, su cielo, su luz entre tanto oscuro. Porque da igual cuanta oscuridad me rodee, cuando alzo la vista siempre encuentro luz, mi luz, tu luz, siempre está allí, esperando a ser contemplada. Como tú, como yo.

Me gusta la noche por que nunca es igual, por más inmóvil que permanezcas contemplándola, ella simplemente pasa, sucede, cambia. No hay un único mapa escrito entre tantas estrellas. Así, como la vida.

Me gusta la noche, porque cuando trato de escucharla, escucho el sonido de la vida respirar. Y entonces, al contemplar, al escuchar, me doy cuenta de que todo lo que me importa respira, ahora, junto a mí, muy cerca, y el resto puede esperar.

Me gusta el cielo azul del día, limpio, sin horizonte, con el único límite que el que pone la mirada. A veces se pierde junto al mar, tocándose ambos con disimulo, tan juntos y tan distintos a la vez. Cada uno en su lugar y en perfecto equilibrio.

Me gustan los días con nubes porque al mirarlas soy más consciente del tiempo que pasa, que marcha y se va. Soy más consciente de la imposibilidad de agarrarlo, de agarrarte, de retenerte pero sí de vivirte, de vivirme.

Me gustan los días con niebla. Esa que sólo te deja ver cuando te acercas, esa que te susurra en la cara su aire fresco, como quien comparte un secreto. Como tu vida, más clara cuanto más dentro, cuanto menos miedo.

Me gustan los días oscuros, esos que calan hasta los huesos, de agua y de viento, esos que parece que nunca terminan, pero que siempre pasan. Esos que dan vida tras la tormenta, que llenan de color cada momento. Esos que son necesarios en este ciclo de idas y venidas. Esos que te llenan las manos cuando antes sólo las veías vacías.

Me gusta la vida, porque es cuanto tengo. Me gustan sus días con cada una de sus noches, porque esa es mi vida. Y sólo cuando me gusta acepto, agradezco y doy permiso para que me alumbre en esos momentos no tan buenos.

Me gusta, sin más, sin menos. Me gusta sin preguntar por qué sí o por qué no, me gusta tener un para qué, un para mí, un para ti, un para vivir. Me gusta sin luchar, me gusta dejar llegar, lo bueno, lo malo, tal cual. Porque cuando no puedo elegir acojo, abrazo, me encojo, me agrando. Me gusta porque cuando puedo elegir, me escojo, te escojo.

Y te escojo a ti, sin más, con tus días buenos y tus días malos, porque no quiero que seas distinto, sino tú, sino yo. Y te escojo a ti para que te escojas, para que elijas, para que te elijas, para que vivas, para que te vivas, para que te guste tu vida, mi vida, sin más, sin menos, aquí, así, ahora.

Me gusta. Me gustas. No hace falta más, ni menos. Haces falta tú, hago falta yo, y que andemos. Hace falta acompañar la vida, acogerla, sentirla, abrigarla, crearla, compartirla, mejorarla. Sí, así, con todo tu miedo. Sí, así, con cada paso andado. Sí, así.

Me gusta, me gustas. ¿Andamos?.

Un saludo y buen camino.

 

Almudena Lobato.

P.D. Estas palabras las escribo como personita pequeña que forma parte del mundo, de la enorme naturaleza, las escribo al amor, a la aceptación y al agradecimiento, como partes del camino para andar una vida positiva y saludable, con uno mismo, con otro.

Gracias Jessica, por darme la posibilidad de compartirlas.

 

Si no la conocías, ahora ya no tienes excusas para no perderla de vista, y podrás hacerlo a través de:

@lobatopsicologa

Facebook: Almudena Lobato Montero

www.personasenpositivo.com

 

 

 

 

 

Mirada chispeante, diálogo interesante y montones de historias por escuchar de sus viajes en furgoneta. Detrás de esa cuidadísima barba (con aceite de Argán, nada más y nada menos), se encuentra Pedro Gallo, director de Recursos Humanos de Atiun después de haber estado en puestos de responsabilidad de Alsa durante años y de haberse sacado el doctorado en Psicología y Psicometría.

Como de costumbre, no son los cargos ni títulos lo que me hacen querer que esté en #PersonasConAlma, sino su capacidad crítica teñida de un sentido del humor que me hace querer quedar a comer con él (comida sana, eso sí) cada vez que voy a Gijón. Le encanta preparar con tiempo el menú semanal y compartir risas con su hija, y además, dibuja muy muy bien (la foto es suya, al igual que el dibujo).

Como comprenderás, tengo motivos suficiente para querer que sepas de él a través de mi blog y lo hago con esta crítica a las nuevas formas de selección de personal que parecen estar poniéndose de moda, facilitadas por las nuevas tecnologías y la falta de profesionalización del sector. Sobra decir, que coincido plenamente con él ;).

Que lo disfrutes, tanto como lo hecho yo ( y haré). Aprovecho para adelantarte que formará parte de la mesa redonda sobre el impacto de las nuevas tecnologías en el empleo del S. XXI que podrás disfrutar este 22 y 23 en #Focoviedo, el Foro de Empleo del Ayuntamiento de Oviedo de este año.

¿Por qué lo llaman Reclutamiento cuando quieren decir Marketing?

Pasado, presente y futuro de la selección de personal

Imaginad: Sicilia 1920…

Reconozco que a estas alturas, con unos años de experiencia en el ámbito de la Gestión de Personas, cuando miro a mi alrededor no puedo evitar sentirme en cierto modo como Sophia Petrillo en Las Chicas de Oro, los procesos, el trabajo en Recursos Humanos y la forma de entender las relaciones dentro de la organización han sufrido una transformación, diría que radical, en los últimos veinte años. En ocasiones, eso me hace sentir algo desubicado.

No mayor (no me siento viejo aunque el hecho de que muchas de las personas de las que están leyendo esto no hayan pillado la referencia inicial indica lo contrario), pero sí desubicado.

Desde el hoy veo con otra perspectiva aquellas discusiones con mi padre sobre lo que era y debía ser la función de Recursos Humanos en la empresa. Él vivió un época donde la conciliación, la flexibilidad horaria, la humanización de la vida en el trabajo quedaban relegadas a un segundo plano por detrás de lo que entonces se consideraba importante, la negociación y la administración de personal; mi visión era (y es) otra, digamos diferente. Vivíamos épocas diferentes, vivíamos realidades diferentes. Ahora soy yo el que, en muchas ocasiones, dice chachi piruli queriendo quedar de moderno. Cosas veredes, Sancho…

Sin embargo, reconociendo mi desubicación y el hecho de que los cambios son inherentes al crecimiento y al desarrollo de cualquier actividad y, por supuesto, al paso del tiempo, hay cosas que desde una perspectiva profesional y, hasta cierto punto psicológica, me tienen inquieto. Una de ellas tiene que ver con las actuales tendencias de reclutamiento y selección.

Quienes me conocen o han leído alguno de mis post saben que huyo del adoctrinamiento como de la peste. Líbreme Dios de querer sentar cátedra ni aleccionar sobre nada, pero no puedo dejar pasar esta fantástica oportunidad para expresar en alto un pensamiento que hace tiempo me acompaña y me preocupa.

Se impone el concepto de Marca Personal. La Red nos ha hecho más visibles que nunca, nos ha expuesto más que nunca. Los que no usamos Twitter somos la resistencia, pero implícitamente reconocemos que ya no entendemos su uso. Mientras en nuestro entorno personal y profesional el cuidado y la exposición correcta de la imagen en redes ha cobrado una fuerza tal, que ya se ha convertido en un elemento clave en el reclutamiento y selección de personas.

Probablemente mi inquietud provenga directamente de esa toma de conciencia. Cuando los perfiles sociales y los profesionales de una persona se confunden en una amalgama en la Red; cuando la descripción que haces de ti mismo está plagada de palabras clave, de tags, de enlaces; cuando lo que dices sobre ti rezuma posicionamiento, ¿en qué se convierte el trabajo del profesional de Selección?

Resulta que hoy orientamos nuestros perfiles profesionales a El Algoritmo. Antes hacíamos el curriculum con todo el cuidado del mundo para que el profesional de recursos humanos, avezado en la lectura e interpretación de perfiles, viera en nosotros aquellas competencias y capacidades que nuestra experiencia nos aporta, ahora existe un filtro previo en el que una compleja ecuación matemática es la que decide si aparecemos o no en la bandeja de entrada de un reclutador. Hemos reducido a estrategia de marketing un proceso tan delicado y tan profundamente imbricado en el concepto de Persona.

Quien haya tenido el interés y la paciencia de llegar hasta aquí puede estar pensando que tengo una opinión contraria a las redes o a la marca personal. Es un pensamiento lícito, pero no del todo acertado. Mi inquietud proviene del grave riesgo de reduccionismo al que se enfrenta el proceso de reclutamiento y selección. Me explico.

Una de las actividades en las que invierto tiempo cuando reviso mi perfil de LinkedIn es en recorrer mi feed viendo entradas de mis contactos y, sobre todo, los comentarios que suscitan. He podido comprobar que, sistemáticamente, son las críticas a los procesos de reclutamiento y selección las que mayor número de comentarios tienen y, sin lugar a dudas, las que generan más conflicto. Una parte importante de las personas que participan en procesos de selección tienen, y así lo manifiestan, la sensación de que se les juzga por cuestiones arbitrarias, alejadas del perfil profesional real y con poca o nula participación de la persona responsable del proceso.

En mi opinión, esto sucede en gran parte por la ausencia de lo que en Psicometría se denomina Validez aparente. Toda vez que El Algoritmo ya está presente, ya está actuando, y ya está dejando fuera y metiendo dentro del proceso a personas sin la participación activa de quien recluta, desde fuera el proceso no aporta la sensación de que se esté haciendo una evaluación real.

Si reducimos el proceso de reclutamiento a lo que resulte de aplicar El Algoritmo desprofesionalizamos una parte fundamental del proceso y lo que es peor, en mi opinión deshumanizamos un proceso que es fundamental y básicamente algo entre personas.

Se habla y se discute, cada vez más, sobre la posibilidad de que una inteligencia artificial basada en El Algoritmo pueda, en un futuro no tan lejano, realizar procesos de selección completos. Reconozco que no tengo una opinión formada a ese respecto, pero lo que sí sé es que la Inteligencia Artificial que venga se ocupará de aquellas tareas en las que la persona no aporte valor añadido, de aquellas tareas en las que El Algoritmo se baste y se sobre para realizar el trabajo.

Creo que nos toca pararnos a pensar. A los que nos dedicamos a esto con y por pasión por las personas nos toca reflexionar profundamente sobre lo que estamos haciendo y sobre cómo estamos integrando los cambios vertiginosos que nos trae la tecnología en nuestros procesos de trabajo.

Estamos en un punto en el que tenemos la oportunidad de decidir en qué convertirnos y qué hacer con las herramientas que tenemos a nuestra disposición, pero sobre todo, en un punto en el que reflexionar sobre cómo nos ven las personas para las trabajamos y a las que servimos de nexo entre su realidad personal y su desarrollo profesional.

Imagen: Pedro Gallo

Puedes seguirle en https://www.linkedin.com/in/pedrogalloalvaro/

Uno de los tesoros más codiciados y buscados en nuestra sociedad es el equilibrio: entre la vida familiar y profesional, con la pareja, en el grupo de amigos o en los equipos de trabajo. Pero también es necesario plantearnos el equilibrio en nuestra propia personalidad.

Hace casi dos años acudí a un taller solidario en Asturias sobre el Eneagrama de la mano de Cristina Cama, maravillosa profesional y mejor persona. Durante un fin de semana completo indagamos y profundizamos en nuestros rasgos de personalidad, intentando identificarlos dentro de los 9 eneatipos definidos hace miles de años por los sofistas. Y lejos de encontrarme con algo místico y mágico como pensaba, hallé una poderosa herramienta de autoconocimiento e indagación a nivel personal com muchísimas aplicaciones que quiero compartir contigo

En resumen, una vez que el resultado del test inicial te enmarca dentro de un eneatipo, te redirige hacia comportamientos positivos de otro eneatipo complementario al tuyo y al mismo tiempo, da luz sobre los rasgos negativos que desarrollas respecto a otro eneatipo que te “descentra”.

Vamos, que busca la toma de consciencia sobre el equilibrio de tu personalidad. Y me pareció tremendamente interesante además de extrapolarlo a otros aspectos vitales, algo muy habitual en mí…

 

El fin de semana dio para mucho, pero la asimilación de la información y las experiencias adquiridas ha dado para mucho más. Después de días dándole vueltas, y en la búsqueda de mi propio equilibrio interno creo haber encontrado la respuesta a muchos de los equilibrios que tenemos presentes en el día a día y a los cuales no damos la importancia que se merecen.

Por ello, me he propuesto hacer un listado de los que he detectado, dándole también un uso en el desarrollo personal y profesional para poder compartirlo contigo:

 

– Equilibrio en la personalidad: con técnicas como el eneagrama o simplemente a través de ejercicios de autoconimiento, define tu personalidad básica en 5-6 rasgos y busca aquellos rasgos que sean opuestos. Es hora de empezar a ponerse metas en el cambio de actitud y modificar aquellos aspectos que te sean perjudiciales, y para ello puedes usar aquellos comportamientos que tengan que ver con tu “opuesto”, al igual que recomienda en eneagrama. Si tu rasgo es la impaciencia, tu contrario sería la paciencia, la cual tiene comportamientos relacionados con la espera, la reflexión, etc. Con ello conseguirás una guía de conductas alternativas a poner en práctica de manera gradual que dará sus frutos con el paso del tiempo y mucho esfuerzo.

 

– Equilibrio en las parejas: habitualmente las parejas que se mantienen con éxito con el paso del tiempo, lo consiguen porque que se equilibran el uno al otro. Comparten valores vitales básicos pero sus rasgos de personalidad son diferentes, y al mismo tiempo complementarios. Las personas impulsivas, suelen tener parejas reflexivas; las personas emocionales, suelen tener parejas más racionales. Por lo tanto, no busques una pareja igual a tí en personalidad y gustos, sino alguien que te complemente y aporte, que sume en tu vida.

 

– Equilibrio en las amistades: al igual que en la pareja, los grupos de iguales o las relaciones sociales que mantienes tienen aspectos básicos compartidos (gustos, aficiones, valores, etc.), pero cuanto más iguales sean a ti en cuanto a personalidades, más conflictos se generarán (“los polos iguales se repelen”). A pesar de parecer contradictorio, necesitas crear relaciones con personas diferentes a tí, que contribuyan a tu desarrollo y mejora personal y para ello no pueden ser iguales a tí. Relaciónate con personas que añadan con sus historias, gustos, experiencias y conductas diferentes a las tuyas a tu propia historia vital. Genera relaciones con personas de otra cultura, país o idioma, de una profesión distinta a la tuya, esto hará que se tu mundo se amplíe enormemente y con ello, tus posibilidades de cambio.

 

Equilibrio en los grupos de trabajo: con todo lo reflexionado hasta aquí, sería absurdo pensar que los equipos o grupos de trabajo han de estar formados por personalidades análogas. Todo lo contrario: debes formar parte o crear equipos que contengan cuanta más variedad de rasgos de personalidad y actitudes mejor. Con ello conseguirás enriquecer la visión de cada uno de los componentes y poner de manifiesto que otras conductas son posibles. En todo equipo debe haber un líder, un organizador, un mediador, un impulsivo, un optimista…y así hasta completar todos los roles que sean necesarios para el éxito de grupo. Cada uno de los roles cumple su misión, dejando espacio al resto de roles ocupar el suyo, incluso ayudando a que esto ocurra.

 

Qué importante esto del equilibrio, ¿verdad? Qué cerca lo tenemos de manera cotidiana y qué poco valor damos a lo que podemos hacer para encontrar esa deseada estabilidad que se escapa por momentos. Pero recuerda: esta armonía no es permanente, cambia y fluctúa al igual que lo haces tú a lo largo de la vida, por lo tanto no siempre se consigue y debes aprender a convivir con un “desequilibrio tolerable”.

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