De hace un tiempo a esta parte estoy viviendo algo en mi día a día profesional que no me gusta en absoluto. La peor de mis sospechas desde hace años se comienza a confirmar y creo que ha llegado el momento de hacer un llamamiento a la cordura, pero sinceramente, no sé por dónde empezar.

En los últimos meses he recibido varias peticiones de clientes para iniciar procesos de coaching que no he podido llevar a cabo y me gustaría contarte el motivo. En la sesión previa que siempre tengo con los posibles clientes (todavía no lo son hasta no finalizar dicha sesión), exploramos sus objetivos, su necesidades y expectativas y también sus antecedentes de salud mental. Sí, lo hacemos y a fondo. Exploramos juntos si existe en su historial médico precedentes de insomnio, ansiedad, depresión, fobias y de otras psicopatologías como el trastorno bipolar, los trastornos del espectro autista o los trastornos obsesivos-compulsivos. Para ello me hago valer del DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales) y lo repaso cada vez que me encuentro con algún caso que me genera dudas sobre la base en la que sustentará la relación con mi cliente: la transparencia y la confianza.

Y lo hacemos porque, de presentarse alguna de esas patologías, el proceso no puedo continuar adelante, al menos, no conmigo. Mi formación como psicóloga sanitaria, pero no clínica, no me permite continuar, aunque sí diagnosticar la psicopatología de base existente y que no es el foco de la metodología del coaching. Y este es el momento en el que le derivo a diferentes colegas de confianza que le podrán ayudar en lo que necesita.

Aunque yo creo que esta parte de la historia ya te le he contado antes (Jugando a ser dioses y El coaching, una “moda no exenta de vende humos), si es que no te la sabes tú por la clara diferenciación entre psicología y coaching que la democratización del conocimiento ha favorecido desde hace tiempo. Y bienvenida sea la popularidad y el acercamiento de la psicología y el coaching a la sociedad, pero que sea para bien, por favor!

Estos casos a los que me refiero, y que cada vez son más, recurren a la metodología del coaching como último recurso o alternativa a tratamientos psiquiátricos fallidos o terapias psicológicas inservibles para ellos. Incluso han pasado por “imposiciones de manos” antes de llegar a mí. Y lo realmente preocupante, es ¿cómo ha llegado a mí, a solicitar(me) un proceso de coaching cuando existe una psicopatología diagnosticada previamente? ¿en qué momento han podido leer o creer que el coaching es la cura para todos los males? Porque el coaching, a pesar de lo que se intenta hacer ver, ni cura ni sirve para todo.

La metodología del coaching se puede aplicar en el desarrollo de muchas profesiones para facilitar cambios y favorecer mejoras en personas sanas, y con sana me refiero a la ausencia de patologías del espectro emocional y/o mental. Mi temor convertido en realidad son esas personas que llegan a mí esperanzadas por haber oído en algún lugar, que con el coaching vivirían mejor, y mi problema radica en convencerles y explicarles que no es así. En muchas ocasiones he vivido incluso enfados y ofensas, los cuales asumo como parte del manejo de mi profesión, pero no es esa mi principal preocupación.

Cierto que cada uno comprende su realidad como quiere o como puede, pero lo que me preocupa terriblemente es el aumento de personas con problemas de salud mental claramente diagnosticados y de larga evolución, que acuden al coaching como la panacea para todos sus males. Además de que esto puede ayudar a proliferar la falta de escrúpulos y ética profesional (sí, seamos sinceros, es triste, pero es así), ese no es el objeto de esta herramienta.

Algo se está haciendo mal, algo estamos haciendo mal para ensuciar tanto, para emborronar lo que debería ser transparente y tender puentes hacia el bienestar de quien recurre al coaching para mejorar su vida. Algo se está transmitiendo mal a la sociedad cuando quien llega a mí, lo hace con tales confusiones sobre el uso de esta poderosa (que no omnipotente) metodología. A estas alturas, pensaba que estaría claro lo que es y lo que no es coaching, para lo que sirve y para lo que no, y mi sorpresa es que cada vez existe más confusión al hacerla extensible a todo.

Siento decirte que no es así, que no sirve para todo ni para todos, ni siquiera para todos los momentos vitales. Y si en algún caso existe la duda, ante la existencia de una enfermedad donde la persona llega a tí, desesperada y con problemas de salud mental, no te dejes llevar por la soberbia de los títulos o la necesidad de tener clientes, ni siquiera por las ganas de ayudar. Si derivas a esa persona al profesional adecuado, a pesar de su enfado y su insistencia, a pesar de sus halagos y hacer crecer tu ego, ya habrás ayudado y habrás desempeñado correctamente tu papel como profesional. En caso contrario, déjame decirte que estarás poniendo una losa sobre quien demanda tu saber hacer, aumentando aquellos problemas por los que acude a tí para solucionar.

No sé de dónde debe partir ese adecuado acercamiento a la sociedad, ni de quién ni cómo debe hacerse, pero te aseguro que yo no voy a ser partícipe de hacer enfermar aún más a quienes ya lo están por el simple hecho de no tener claros mis propios límites. No me atrevo a hablar de regulaciones, ni de sanciones, no me siento capacitada para ello, ni mucho menos con ganas de entrar en batallas para las cuales no estoy preparada. Pero sí me atrevo a contarte que lo que he vivido en estos últimos meses no es agradable, y es ver de primera mano el daño infringido a quiénes creen haber encontrado una cura para aquello con lo que deben aprender a vivir.

Como te decía al principio, no sé por dónde empezar más allá de la responsabilidad de mis propios actos y he pensado que si lo decía en voz alta, me sería más fácil llegar a la respuesta…

 

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La necesidad de ser aceptados, como seres sociales que somos, nos lleva muchas veces a no comprender que no podemos gustar a todo el mundo. Y esto también ocurre en los procesos de selección.

En muchas de sesiones de formación suelo contar una experiencia personal que me cambió la vida, produjo en mí lo que se denomina “insight”: en términos coloquiales, “ver la luz”. Y hoy me gustaría compartirla contigo.

Cuando tenía unos doce años una amiga del colegio y yo nos enfadamos. Al llegar a casa, le conté a mi madre lo sucedido: mi amiga (hasta entonces) decía que ya no le gustaba, que le caía mal. Y eso se escapaba de mi comprensión: ¿cómo YO le iba a caer mal alguien en este mundo?. Mi explicación se basaba en que si yo era buena persona y hacía las cosas con buena intención, tenía que gustar a todo el mundo. Y mi sabia y cariñosa madre me explicó que no era así: no todos podemos gustar a todo el mundo, ya que cada uno percibe su contexto de una forma distinta y lo que para mí está bien, para el otro puede ser algo horrible.

Lo admito: fue doloroso, pero liberador al mismo tiempo. Y siempre agradeceré a mi madre que me lo explicase con doce años y no con treinta, por que de haber sido así, mi vida hubiese sido mucho más difícil de asimilar.

A lo largo de mi vida, me he ido encontrando con muchas personas con las que rápidamente percibes que no vas a “encajar”, y además creo que ha sido recíproco. ¿Motivos? Sistemas de creencias, valores, expectativas puestas en la relación, necesidades creadas, contexto en el que se da la relación… Son tantos factores los que influyen, que si lo analizásemos fríamente, lo complejo es gustarle a alguien y que sea mutuo.

De ahí que muchos de nosotros nos pasemos muchos años de nuestra vida intentando comprender esto, con lo sencillo (pero desgarrador según la circunstancia) que sería entender que no podemos encajar con todas formas de ver el mundo, ya que existe una persona y que además es cambiante.

Esto nos ocurre día a día: con amigos, con compañeros de estudio y de trabajo, con familiares, con parejas… Y a veces, es muy difícil de superarlo en función de la esperanza puesta en esa relación.

Sin ir más lejos, esto mismo ocurre en los procesos de selección: vamos con nuestra mejores galas, nuestra mejor sonrisa, dando lo mejor de nosotros…. Y resulta que ¡¡¡No gustamos!!! ¡¡¡No somos los seleccionados!!! ¿Por qué? Si soy la mejor opción… De acuerdo, eres tu mejor opción, pero desconocemos cuál es la opción de quien selecciona.

Olvidamos que en los procesos de selección se buscan candidatos con un perfil determinado en formación y experiencia, algo visible para todos habitualmente. Pero también se buscan competencias (eso para el siguiente post) y rasgos de personalidad que no son tan fáciles de percibir y puede que los tuyos no sean los adecuados para el puesto. No es cuestión de gustar o no, es más bien cuestión de encajar en lo que busca en ese momento.

Pongámonos en situación: están buscando a un jefe de equipo con rasgos conciliadores porque la empresa está en pleno proceso de cambio y hay mucha tensión en la organización. Y tú eres una persona decidida, con grandes dote de mando y muy enérgica y pasional. Mi pregunta es ¿eres la persona adecuada para el puesto? A pesar de que cumplas los requisitos en cuanto a formación, experiencia y determinadas competencias, hay un rasgo principal que buscan en tí. Y ese no ha aparecido durante el proceso, por eso no has gustado, por eso no has encajado. No es cuestión de que no sirvas para nada, no sirves en ese momento y en ese contexto, así que tranquilo…

 

Esto que te cuento tiene mucho que ver con el autoconocimiento, la base de la inteligencia emocional y uno de sus cinco pilares. Si te apetece profundizar en ello, te dejo uno de mis primeros vídeos al respecto en emisoras canal de Youtube (suscríbete!). En él, encontrarás varios vídeos sobre autoconcepto y autoestima.

 

 

Y para que te quedes con buen sabor de boca, me gustaría compartir varios recursos que creo que te pueden servir en el momento de la entrevista de selección para detectar qué competencia o rasgos se esconden tras las preguntas que te hacen, pero también para que superes no haber superado el proceso:

  • Observa: deja que sea el entrevistador quien lleve las riendas del proceso, analiza cada una de sus expresiones, movimientos y palabras y valora si son congruentes entre ellas. Esto no significa que te quedes inmóvil, significa que deber tener cautela y responder en la medida que requiera la situación, no cuando tú lo necesites.
  • Espera: no te aceleres, ten calma, deja que el seleccionador hable y explique todo lo que sea necesario, y una vez finalice su exposición, inicia la tuya con tranquilidad y seguridad. Es tu vida y tu experiencia, no dudes a la hora de dar detalles importantes para el puesto.
  • Empatiza: intenta comprender las emociones y sensaciones que hay detrás de cada mensaje del entrevistador, eso te dará pistas para elegir el matiz de tus respuestas.
  • Pregunta: recuerda que estás en un proceso de selección, no en un monólogo ni en un interrogatorio. Profundiza en aquellos aspectos en los que tengas dudas, en los que quieras demostrar tu pericia o en aquellos que veas que son del interés del entrevistador
  • Reflexiona: finalmente, si no has sido seleccionado, estudia cuáles han podido ser los fallos cometidos por tu parte y asume que quizás no eras el más adecuado para el puesto. Y piensa que no puedes gustarle a todo el mundo, nos pasa a todos… Incluso puede que haya sido bueno para tí que no le gustases.

 

Gracias mamá, por haberme liberado tan pronto de la necesidad de gustar a todo el mundo. GRACIAS!!!

Por si te puede ayudar, me gustaría compartir también contigo

Imagen: google.com

Los pasados días 8 y 9 de febrero Oviedo ha recibido la visita de Merce Roura, gracias a la propuesta de valor de Elena Arnaiz y al trabajo del fantástico equipo de Oviedo Emprende. Junto con Paula Sopeña, hemos compartido varias jornadas donde se presentó su libro “Cosas que debí decirte hace 100 años” y facilitó un maravilloso taller sobre “Comunica tu talento”. Gracias a todos por haberlo hecho posible y gracias por permitirme formar parte de ello!

Más allá de contarte la intensidad de las horas vividas, de los aprendizajes recibidos y de las miradas cómplices que se sucedieron a lo largo de esos días, quisiera compartir contigo lo que me llevo de la lectura de este libro y las reflexiones a las que me ha guiado.

Hablando con Merce en privado y viendo su capacidad comunicativa en público, pensaba en la coherencia de su marca personal, de su estilo y su impacto en las personas que estábamos presentes. Aunque parece que es algo natural y sin esfuerzo, te aseguro que detrás de esa aptitud para llegar a la gente hay muchas horas de preparación y superación, y lo mejor de todo, es que ella te lo cuenta sin tapujos.

Lo primero que me sorprendió de Merce al leer sus reflexiones es la generosidad que emana de cada uno de sus textos. En ellos, puedes descubrir la dificultad del ser humano, pero narrada en primera persona por ella, para superar las limitaciones, para darse cuenta de sus errores, para conseguir arriesgarse ante el inmovilismo de quienes la rodean. Y lo hace de la mejor forma que sabe, desnudando su alma sin pudor (aparente) y compartiendo con quienes la seguimos, su historia personal de cambios vitales. A veces roza lo íntimo, otras la descubres en un mundo soñado, pero …¿qué importa eso cuando te hace sentir que tú también puedes hacerlo? Gracias de nuevo, Merce por todo, por tanto.

 

“Ya nada fue lo mismo. Me volví imprudente, atrevida… Me reí de mí misma y de mis miedos. Me columpié en mis recuerdos amargos… Me salté mis códigos más barbaros…”

El virus de la osadía

 

Al seguir con la lectura de su blog y después de sus libros, me dí cuenta de que cada golpe de texto, era un continuo reto. Permanentemente consigue llevarte de una situación a otra y promueve en tí el deseo de mejora permanente, pero aliñado con grandes dosis de realidad donde no se olvida de contarte el esfuerzo y, muchas veces, el sacrificio que ello conlleva. En este momento, supe que sus pensamientos plasmados en papel eran mucho más que un simple libre de autoayuda, son ideas, deseos y acciones que te llevan a un grado de reflexión e identificación tan profundas que con sólo dirigirlos al lugar adecuado de tu vida, puedes obtener mucho más que el placer de leerlos. El reto al que me refiero, el duelo al que te enfrenta entre lo que eres y lo que quieres llegar a ser, es un camino que hay que recorrer, sudar y tropezar para descubrir que puede tener una meta asombrosa. Y si eres listo, no te lo llevarás solo al terreno personal, lo harás a nivel profesional y descubrirás que quitarse el abrigo no es tan difícil como parece, y que te permitirá quedarte en todas las fiestas que te apetezca.

 

No vas a soltarte y flotar? Notar que te invade la espuma y puedes porque quieres y brillas porque estás serena y compuesta. Que eres compacta pero si hace falta te articulas, te mueves, te deslizas…”

Quítate el abrigo

Si leyendo su libro había pensado que las palabras son importantes, disfrutando de su presencia, se confirmaron mis sospechas: el tremendo valor del lenguaje y la comunicación en la construcción de las relaciones, propias y ajenas. La forma de hablar, el estilo de comunicación y la exquisitez por la elección de cada palabra, forman parte del éxito y pulcritud de una persona. El lenguaje puede ser un arma de destrucción masiva, cuando por una mala elección decides usarlo contra tí mismo a través de un diálogo interno limitante y dañino. Pero también puede ser un afilado puñal contra el resto del mundo y las relaciones que destruyes, en lugar de construir, con navajazos lingüísticos e hirientes expresiones. Eres dueño de tus palabras y de tu forma de comunicar, y deberías saber cuanto antes, la importancia de los mismos en la generación de una realidad más cercana a lo deseas de lo que imaginas. Tus patrones lingüísticos y tu forma de comunicarte tiene mucho que ver en la manera en la que consigues generar el contexto en el cual desarrollar lo mejor de tí mismo. La inspiración para mejorar y usar el lenguaje como vía de desarrollo personal y profesional, obteniendo mejores resultados vitales, es otro de los regalos de estos días, de estas páginas.

 

“Y sobre todo, importan las palabras porque con ellas se construyen puentes, generan empatías. Importan porque convierten a la víctima en el dueño de su destino, porque generan oportunidades”.

Las palabras curan

 

No sé si es la última reflexión por ser la más profunda o la más importe, pero es la que más me emociona al compartir aquí. Y es la universalidad de las palabras de Merce… Me he sentido tan reflejada en algunos de sus textos, me he visto en la distancia en otros tantos y sé que pasaré por muchos de los que narra en su libro. He podido comprobar que muchas de las historias que vivo en primera persona y las otra que presencio en primera fila como espectador gracias a mi profesión, se repiten. No son exclusivas ni a tí ni a mí, sino que son un círculo vital en el que se mueve el ser humano que somos tú y yo, y que pueden ser plasmadas en forma de historias cortas, igualándonos a todos. Esa forma de igualar, de democratizar experiencias, hace que veas las miserias, talentos, potencialidades y dificultades de las personas. Porque a pesar de todo, y afortunadamente, nuestro lado humano prevalece siempre.

 

“Tanta insatisfacción por no poder llegar a ser la idea que tenemos de nosotros mismos y a veces de los demás es agotadora. …. El anhelo de perfección es un lastre. La perfección mata la motivación y las ganas. Mata los deseos y las pupilas inocentes”.

Insufrible perfección

 

Podría seguir contándote infinidad de aportaciones de esta experiencia en mi vida, pero prefiero que seas tú el protagonista de la tuya y que algún día, me cuentes, como yo lo estoy haciendo ahora, lo qué ha supuesto conocer en profundidad el alma de Merce Roura a través de lo que te ofrece.

Imagen: Oviedoemprende.es

Este no es un post cualquiera sobre personas tóxicas. Quizás uno más, pero no uno cualquiera. Para saber a qué me refiero tendrás que seguir leyendo hasta el final y no dejarte ni una sola palabra atrás…

Es cierto que, por lo general, no nos han educado sobre cómo generar vínculos o mantener relaciones sociales saludables, y que por lo tanto, vamos moviéndonos en este complejo mundo como podemos. En algunas ocasiones tenemos éxito y en otras no tanto, por lo que vamos dando tumbos y, con suerte, aprendemos por el camino cómo relacionarnos de manera exitosa.

 

La Doctora Lillian Glass, publica en el año 1997 el libro “Relaciones tóxicas: 10 maneras de tratar con las personas que te complican la vida”. Fue tal el impacto de esta obra, que 20 años después el concepto de persona tóxica florece muy a menudo en nuestra conversaciones. ¡Cómo nos gusta hablar de esas personas tóxicas que tanto nos estropean la vida y de las cuales debemos huir cual mofeta en celo!.

Voy ayudarte de manera muy práctica y rápida, y además como un auténtico profesional, a que te deshagas de esa persona tóxica que tanto te molesta y amenaza tu estabilidad mental:

1.- Ayúdala a ser consciente de su responsabilidad, de tomar las riendas de su vida. Y acto seguido, déjala sola en el camino que le toca emprender de nuevo con frases como “Eso es cosa tuya”, “A mí que me cuentas de tu vida”, “Yo no soy tu madre” (Bendita Jennifer López y su canción…) y cosas por el estilo.

2.- Hazla sentirse culpable de todo lo que le ha ocurrido, y de paso, ríete diciéndole que tú ya sabías lo que pasaría. Es lo que toda persona necesita escuchar cuando su mundo se derrumba y descubre que ella ha sido la principal precursora de ello.

3.- Llénate la boca con frases de Cohelo, de las que salen en las galletas de la fortuna y de las de las tazas de Mr. Wonderful. Y hazlo mientras montas un drama y te hundes porque hoy llueve y se te encrespa el cabello.

4.- Dile que es bueno aprender y mejorar cada día, saber que siempre podemos ser nuestra mejor versión. Pero ten cuidado, quizás se anime a apuntarse a alguna actividad interesante y quiera que la acompañes. Y tú ya vienes de vuelta de todo y no hay nada nuevo que te pueda aportar.

5.- Fomenta su autonomía y facilita su toma de decisiones, dicen que es lo que hay que tomar para empezar a ser feliz. Ah! Que no se te olvide pasar a ver a tu madre para recoger los tupper bien cargaditos el fin de semana, te estás quedando sin provisiones.

6.- Invítala a que amplíe su círculo de amistades, que conozca nuevos escenarios y aumente su red de contactos, que salga de sí misma. Aprovecha y díselo en persona, no todo se puede hacer a través del whatsapp o Facebook, y tú ya llevas varios meses sin salir de casa.

7.- Anímala a que pierda sus miedos, para que se lance a probar nuevos retos, a que fracase para saber lo que es el éxito. Puedes hacerlo mientras repasas el brazo desgastado del oso de peluche con el que duermes abrazado.

8.- Infórmala de que la mentira no lleva a ninguna parte, de que hay que aceptarse y quererse, de que hay que afrontar la realidad de manera valiente. Y hazlo cuando quedes con ella para contarle lo bien que te va con tu pareja, esa con la que has roto hace semanas y nadie sabe.

9.- Cuéntale que lo importante son las personas, los valores, el interior, lo que nos aportamos… mientras corres en la cinta del gimnasio, después de comentarle lo fácil que es la receta de los zumos detox y le pasas el enlace sobre las últimas tendencias en moda.

10.- Ayúdala a entender que criticar y quejarse permanentemente no es la solución a sus problemas. Pero intenta no mezclarlo con otros temas pendientes que tienes que hablar con ella, como son la separación del vecino del tercero, la manía que te tiene tu compañera de trabajo y lo difícil que es conseguir mejorar en el mundo profesional con la cantidad de enchufados que hay….

 

Ilustra a esa persona con todos tus conocimientos sobre psicología de la vida y de la calle, esas cosas que no se aprenden en las universidades y que vas extrayendo del día. Y hazlo para que lo aplique lo más rápido posible, pues no tienes ni tiempo, ni ganas.  Y si no eres capaz de ello… ¡Huye! ¡Corre cuanto puedas! Tienes enfrente a una persona altamente tóxica, y será un cargo en tu vida, ni se te ocurra plantearte qué tienes qué ver tú en esta historia ni en qué puedes ayudarla.

 

Moraleja: Cansada de leer y escuchar hablar sobre las personas tóxicas y siendo espectadora de la confusión que ello genera, me he decidido a compartir contigo mi visión sobre esta polémica forma de etiquetar a las personas.

No existen personas tóxicas, sino comportamientos, hábitos, situaciones, relaciones nocivas para cada uno de nosotros. Entre la importancia de detectarlos e intentar resolverlos y etiquetar a personas como tóxicas y apartarlas de tu vida de manera radical, puede haber un término medio.

Si huyes de todo aquello que te resulta doloroso, nunca aprenderás de ello. Si evitas aquello que te resulta perjudicial sin intentar asumir tu parte de responsabilidad ni cómo resolverlo, no comprenderás la forma de no volver a repetirlo. Estás boicoteando tu propio aprendizaje y capacidad creativa, estás limitando tu capacidad para gestionar relaciones y conflictos, y estás obviando que quizás, sólo quizás, seas tú ese parásito emocional del que tanto huyes.

Como dice Marcela Serrano en su libro Para que no me olvides: “En los tiempos de mi abuela nada se echaba a la basura. Tampoco la experiencia. Un beso era casi único en la vida y se atesoraba. El dolor se guardaba con rigor para no olvidarlo. Así aprendieron de él. En los tiempos míos, medias, dolores y besos, todo se consume, todo se rompe, todo se desecha”.

Tú decides qué hacer con esas personas, con los sentimientos que te generan y también decides si das otra oportunidad. Porque también has de valorar si nunca has tenido este tipo de comportamientos o te has visto involucrado en alguna relación dañina. Tú eliges si deseas deshacerte de personas o de comportamientos, si prefieres sentenciar para siempre esa relación o generar y facilitar aprendizajes para ambas partes.

En definitiva, tú eliges si ver belleza donde los demás, incluso tú por momentos, sólo ven despojos.

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Cada día es más frecuente el uso de las redes sociales (en adelante RRSS) en el día a día, desde el aspecto meramente personal hasta la faceta profesional más depurada. Y en ese amplio espectro, comienza una de las tomas de decisión actuales que más dilemas te puede generar en el uso de las RRSS: ¿qué relación quiero con las RRSS respecto a mi perfil?.

No voy a hablarte de #marcapersonal, para ello ya tienes a grandes como Eva Collado Durán, Guillem Recolons, Elena Arnaiz o Andrés Pérez Ortega, pero sí te voy a hablar de cosas que tienen que ver con ella y con tu relación con la información que ofreces sobre tí en la red.

Cuando decides usar una red social, sea del tipo que sea, lo primero que tienes que tener claro es que es un escaparate de tu vida, y no has de tener de miedo a ello, siempre que sea algo medido y realizado de manera estratégica. Sí, estratégica. Parece que cuando se relaciona esta palabra con el uso de las RRSS, se ponen los pelos de punta, pero nada más lejos de la realidad, y de lo necesario en este aspecto de tu vida.

Desde el momento en el que subes una imagen, una reflexión, respondes a una publicación, estás dando información sobre quien eres. Pero no es algo a lo que temer o rechazar, siempre que tengas claro cuál es la información que estás ofreciendo y sobre todo para qué la ofreces. Quiero que seas tú quien valores y decidas la intensidad de tu presencia en las RRSS, pudiendo ser desde casi nula o inexistente hasta desarrollar un Oversharing (o Síndrome de compartir todo).

Lo primero a tener en cuenta es un profundo análisis sobre la información que quieres compartir y ofrecer sobre ti en las RRSS elegidas, y saber que según la red, la información va dirigida a diferentes públicos que esperan diferente información sobre ti. Estás construyendo lo que se denomina identidad digital o lo que creas en la red sobre ti, que dará paso a la reputación digital, lo que dicen los demás de ti en la red.

Más allá de las pautas de los profesionales que he citado arriba y de los cuales he ido aprendiendo en esto años, donde hablan sobre la importancia del autoconocimiento, la diferenciación, la coherencia, la transparencia o la transmisión de valores, quiero centrarme en la reflexión sobre si estás presente, te expones o sobreexpones en la red. Es muy habitual, y cada vez más, escuchar aquello de “Si no estás presente en la red, no existes”, y esto, tanto a nivel personal como profesional, puede resultar muy duro de escuchar, pero sobre todo, de gestionar.

Si has decidido, por el motivo que sea, crear un perfil y comenzar a usarlo, piensa en que tu nivel de exposición tendrá determinadas consecuencias, las cuales deberán serán evaluadas previamente y deberán ser coherentes con los objetivos que pretendes con el mismo uso de la red. Esta fase previa, es la base de todo lo que vas a crear a partir de ahí, y no lo olvides: una vez compartida, la información deja de ser tuya y pasa a ser pública, siendo usada e interpretada por quienes la reciben. Muchos o pocos, relevantes o mundanos, son el resto de personas que la reciben, quienes manejarán esa información sobre tí, de ahí la importancia de que tengas una estrategia.

Hasta aquí, parece que lo único que he hecho es meterte miedo en el cuerpo, pero pretendo todo lo contrario. Quiero que te lances de una vez a usar la red como trampolín para compartir todo lo que eres y puedes llegar a ser al nivel que desees, pero que lo hagas con conocimiento de causa, y eso, requiere tiempo y estrategia (sí, ya lo sé, me repito, pero no me importa).

No suelo dar pautas ni consejos, no hay cosa que más me aborrezca me que pretender “ilustrar”, pero en este caso, sí que me apetece compartir contigo alguna reflexión que he tenido en estas últimas semanas sobre este tema y que tienen que ver con mi opinión sobre la exposición en las RRSS:

  • Publica aquello que quieres que se sepa, ni más ni menos, y hazlo de manera reflexiva, meditada, programada, que nunca sea algo impulsivo. No compartas datos personales que puedan poner en peligro el límite entre lo público y lo privado.
  • Comparte aquello que tenga que ver contigo, con quien eres, con lo que haces, con lo quieres o lo que sientes, pero hazlo de manera estratégica y planificada, incluso si es sólo a nivel personal.
  • Difunde única y exclusivamente aquello que tenga que ver contigo, en el momento en el que incluyas a alguien, valora si de verdad te beneficia o perjudica vincular tu identidad digital a la otra parte. No siempre es así y tendrás que aprender a gestionarlo.
  • Parecida a la anterior, pero al revés: antes de relacionar tu imagen a otros, piensa si puedes dañarles o no desean exponerse en la red de la forma en la que tú lo haces (menores que luego serán adultos, compañeros que no son usuarios de RRSS, personas con situaciones personales delicadas….). Pregunta o pide permiso antes, SIEMPRE.
  • No es necesario que subas a la red cada paso que das ¿no te resultan pesados ciertos perfiles? A mí, sí y no quiero ser uno de ellos… La sobreexposición puede llegar a cansar a quien te sigue o darle más información de la necesaria, llegando a ser peligroso.
  • Responsabilízate de que cada publicación y su efecto en tu reputación digital, los usuarios de la red interpretan a su antojo, pero lo hacen con los datos que tú proporcionas. De ahí la importancia de que lo crees sea real, transparente y coherente, pero sin dejar de perseguir un objetivo de impacto en tu reputación digital.
  • No tienes porque gustar a todo al mundo, de hecho, ni siquiera tienes que gustar, siempre que ese no se el único motivo por el que tienes redes sociales. Por lo que es importante que te prepares a recibir críticas, a gestionarlas y manejarlas como parte del «juego».
  • Asume que podrás controlar lo que compartes pero no lo que los demás opinen, por eso es tan relevante el papel de la coherencia y la seguridad a la hora de estar presente en la red.

Y ahora, si vas a estar presente en las RRSS, que sea con una buena protección para evitar la no deseada sobreexposición ;).

Imagen: Pixabay.com

 

Eso le digo al 2017, año de cambios y transformaciones, momento de tomar decisiones y emprender nuevos caminos. Pensarás que cada año es igual a fecha de 1 de enero, que no hay nada nuevo en mis palabras, y lo cierto es que, al menos en parte, tienes toda la razón. Pero en este 2017 se materializan ideas que han ido tomando forma a lo largo de estos últimos años y que han cogido fuerza en los últimos meses, y tú , tienes mucho que ver en ello.

No pretendo hacer balance del año anterior ni una declaración de intenciones del que ya está en marcha, tan sólo quiero contarte qué significa este año nuevo para mí, porque tú, formas parte de él, de una manera muy importante, más de lo que te imaginas.

2017 tiene un simbolismo especial para mí, pues de alguna forma, el número 17 siempre ha estado presente en fechas importantes para mí. Un día 17 nació mi padre, otro día 17 del año 2007 nos casamos (esta año se cumplirán 10 años!), otro día 17 nació mi sobrino y ahijado y también un día 17 comencé la aventura de hacer aquello en lo que creía y que poco a poco se transformó en mi forma de vida. Demasiados 17 como para no significar nada ¿no crees?

Te espero con los brazos abiertos, y ahora te lo digo a tí. Este año que se ha despedido hace un suspiro, ha sido un entrenamiento para estar en forma y afrontar este intenso 2017 que se presenta. Ha sido un aprendizaje y una preparación para desarrollar toda una serie de acciones en las que tú serás el protagonista principal.

Con cada mensaje, cada comentario, cada aportación que has hecho, has dado valor a lo que hoy toma forma. A través de tus palabras, de tus preguntas y tus dudas, de tus reflexiones y solicitudes, y de tus críticas más duras, me has ayudado a cerrar ciclos y abrir otros nuevos, y todo es gracias a ti.

Quizás te cueste llegar a comprender tu papel en esta decisión, pero te aseguro que estás ahí. Y es tan importante para mí, que te quiero hacer partícipe desde el principio en ella, y quiero hacerlo de manera que tengas un papel destacado, un papel estelar. ¿Qué cómo lo haré? Pues todavía estoy dándole vueltas para mejorarlo y hacerlo sencillo, pero voy a contarte qué pretendo compartir contigo a lo largo de estos meses. En unos días te explicaré cómo hacer a través de mis perfiles en las redes sociales, no te despistes!

Con el inicio del 2017 te quiero invitar a que formes parte de un ciclo de talleres y cursos mensuales para grupos reducidos en los que exploraremos a lo largo de 8-10 horas, aquellas temáticas que durante todo el 2016 te han resultado interesantes y así me lo has hecho llegar de diferentes formas. Y quiero que seas tú quien elija la temática de cada mes con tus votos en la web, y además, al hacerlo entrarás en el sorteo de una de las plazas de la temática ganadora. ¿Qué te parece la idea? ¿Te gusta?

Quiero premiar de alguna forma tu fidelidad en estos años, tu apoyo en estos últimos meses, tan decisivos e importantes para mí. Me gustaría agradecerte de alguna manera todo el tiempo que llevas a mi lado de una u otra forma y qué menos que hacerlo de la mejor forma que sé y puedo. Si recuerdas mi post para felicitar el año nuevo, estás dentro de la categoría SIN TI NO SOY NADA, y quisiera hacerte llegar mi gratitud de algún modo.

Esto es sólo el principio de lo que pretendo hacer durante este 2017 tan simbólico para mí, espero que me acompañes a lo largo del año y me sigas aportando tanto como has hecho desde el primer día. Estamos a 3 de enero, ¿te imaginas hasta dónde podemos llegar juntos a medida que pasen las semanas y los meses? Estaré encantada de poder comprobarlo si me permites pasar contigo las hojas del calendario.

Te espero con los brazos abiertos…

 

 

 

 

 

 

Fuente de la foto: pixabay.com

 

 

Jaqueline Madeira, es Doctora en Psicología, Especialista en Inteligencia Emocional y una de las profesionales de referencia a nivel nacional en P.A.S. (Personas Altamente Sensibles), un rasgo de personalidad caracterizado por una mayor actividad de procesamiento sensorial. Quienes poseen este rasgo, perciben y procesan las información sensorial de manera diferente.

Ella fue la primera #PersonaConAlma invitada a mi blog, y ni siquiera ambas sabíamos lo que suponía, tanto para ella como para mí. Han pasado tantas cosas en estos últimos 3 años que siento con la obligación de ponerle el nombre adecuado a este post y hacer visible de una vez por todas y para siempre, que su autora es Jaqueline Madeira.

Ella se centra tanto en los demás, que se olvida un poquito de sí misma (ya sabes que no me gusta nada eso, pero aún así, formas parte mi vida).

Ella ha dedicado horas de estudio e investigación a conocer este rasgo para ayudar a sacarle partido a quienes los poseen y aprender a vivir con él. Y lo hace a través de la psicología más rigurosa, con técnicas basadas en la inteligencia emocional y dirigido a la persona que quiere gestionar su cambio, pero también a todo su entorno.

Ella es una de las profesionales con mayor sensibilidad a la hora de trabajar la gestión emocional con niños, familias y adultos, para implantar programas de gestión emocional en una de los pilares del desarrollo: la educación. 

Ella, es una referente en muchas más cosas que todo esto que te cuento a nivel profesional, pero esa parte…me la reservo para mi propio disfrute. Te comparto tu faceta más visible, la privada es sólo decisión suya.

 


 

La imagen que representa el post me sugiere belleza, fragilidad, color y transparencia frente a un mundo rápido, confuso, borroso, y hasta caótico por detrás…, pero también dentro, ya que la condición de transparencia borra la distinción entre el exterior y el interior.

Y de esto precisamente vengo a hablar. Jessica, me brinda hoy la oportunidad de dar visibilidad a un rasgo de personalidad innato y recién descubierto. En la década de los 90, Elaine Aron, una Psicóloga americana, a través de la descripción de su experiencia personal y terapéutica descubrió que un porcentaje de personas son como ella, ALTAMENTE SENSIBLES (se calcula que en torno a un 20 % de la población). Este grupo de personas son conocidas desde la publicación de su libro como PAS, personas altamente sensibles. Desde entonces centra su trabajo en investigar y describir que es este rasgo, y que implicaciones tiene pertenecer a este grupo.

Cuatro son las características que inicialmente sirvieron para definir a las PAS, aunque conviene recordar que no todas las PAS son iguales y que cada una tiene un perfil propio de PAS entretanto sobre la misma base biológica común:

  1. Una alta capacidad de percepción sensorial, pueden percibir más olores y más sonidos de lo habitual, más intensidad en los sabores, darse cuenta de minúsculos gestos y contradicciones de las personas y sus emociones. Todo ello al mismo tiempo, lo que puede llevarles a una saturación, malestar o cansancio antes que los demás.
  2. Alta capacidad empática. De forma natural empatizan y vivencian el sufrimiento o la alegría de los demás como propios. La intensidad con que viven y sufren la crueldad y la injusticia puede llegar a sorprender. Ver y vivenciar la crueldad o la injusticia para las PAS es a menudo casi lo mismo, les paraliza, y les hace sufrir.
  3. Gran capacidad de reflexión. Las PAS son personas reflexivas, que constantemente están pensando, cuestionando y haciendo preguntas sobre el funcionamiento del mundo. Muchas de ellas, incluso de carácter existencial o hasta espiritual.
  4. Necesidad de momentos de soledad. Las PAS necesitan tener momentos de tranquilidad, refugiándose en el arte, la música o la lectura. Aunque también les gusta y disfrutan de la compañía de otras personas, buscan estar solas por momentos.

Además, pueden ser introvertidas o extrovertidas, son muy observadores pero nos les gusta ser observados lo que incluso puede afectar su rendimiento, les puede costar más tomar decisiones, se sienten molestos con situaciones violentas, son más sensibles a las críticas e intensas emocionalmente.

Da la impresión que las PAS nacen con un código moral y de valores ya aprendidos, como si supieran de antemano que es lo correcto, y sufren, por no entender que pasa en el mundo, con las contradicciones y mal hacer que son capaces de percibir desde muy pequeños.

Estudios e investigaciones neurológicas han demostrado que estas personas nacen con la parte derecha del cerebro más activa, y con un sistema nervioso capaz de captar un mayor número de estímulos y procesarlos con más detalles. Esto explica que perciban más olores, ruidos, y capten con más frecuencia detalles del ambiente, de las expresiones y gestos de los demás que a la mayoría de las personas pasen desapercibido. Estas características están presentes desde el nacimiento. Suelen ser bebés que lloran con más frecuencia, lloran por molestias a pequeños cambios de luz, temperatura, olor o ruido e incluso manifiestan más necesidad de contacto físico o de protección. A medida que van creciendo y pudiendo manifestar sus pensamientos sorprenden a su círculo familiar con preguntas y comentarios curiosos, considerados a menudo superiores a los que correspondería por edad. Incluso demuestran tener un conocimiento prematuro sobre sí mismos, o sus necesidades, nada común en niños pequeños. Las emociones las viven con tal intensidad que a veces abruma, sobre todo cuando se trata de emociones ajenas captadas y no comprendidas.

Volviendo a nuestra imagen…Pueden ser como una hermosa y frágil pompa de jabón. Grandes, con la belleza del color, y a la vez transparentes. Tan permeables que a veces se confunden con lo que esta fuera. Pero a diferencia de nuestra imagen, nada efímeros. Tienen dentro la ruta de un crecimiento personal que les empuja siempre hacia adelante. Aunque el intento de adaptarse al mundo puede desembocar en dificultades en forma de trastornos psicológicos, depresión, ansiedad o incluso somatizaciones. Esto es comúnmente una reacción al esfuerzo de intentar ver y sentir como los demás.

Y la pregunta es… ¿Por qué tener características tan, positivas y necesarias en el mundo actual, casi siempre genera tanto sufrimiento? En primer lugar, porque al ver y sentir de una forma diferente y minoritaria, los mensajes que se reciben desde pequeños es que esa forma de sentir es incorrecta, o demasiado compleja, e incluso, poco útil. En segundo lugar, por la intensidad de las vivencias: el mundo va demasiado rápido cuando necesitamos tranquilidad, demasiado egoísmo cuando necesitamos unión. El sufrimiento está casi siempre dado por el contraste con los valores trasmitidos por la sociedad, la educación y la propia vivencia interna. Es necesaria una reconciliación con el mundo que nos ha tocado vivir.

¿Qué hacer o qué es importante aprender?

Lo primero auto aceptación. Saber que es un rasgo con características que son en realidad regalos. Desarrollar el autoconocimiento es fundamental para sacar partido a las ventajas del rasgo y aprender a gestionar el estrés de las situaciones que no podemos cambiar o controlar. Es necesario equilibrar el exceso de estímulos, aprender que las diferencias se complementan, que podemos aprender unos de los otros y que cada visión aporta. Y que podemos desarrollar la necesaria RESILIENCIA. Pero sobre todo disfrutar, disfrutar mucho del silencio, de la naturaleza, del arte, de la música y de la capacidad que tenemos de vivir desde el corazón…

¿Quieres saber más? Pues acompáñanos en esta bonita aventura que empieza, un proyecto de PAS para Asturias. Os invitamos en los días 16, 17 y 18 de febrero en Oviedo, en la Facultad de Psicología a descubrir más de la mano de Karina Zegers de Beijl, presidenta de la Asociación PAS de España y máxima representante de este rasgo en nuestro país. También será emitido el documental SENSITIVE realizado por la doctora Aron, a partir del cual empezaremos un grupo de estudio. ¡Os esperamos!

Imagen: Pixabay.com

Si en la gestión de personas hay una máxima que se cumple es la de “Se contrata por las APTIDUES, y se despide por las ACTITUDES”, ¿qué puedo hacer durante el proceso de selección para predecir con mayor exactitud que el candidato será el adecuado? Indagar sobre sus competencias e ir un poco más allá, en las competencias emocionales. 

La lectura del cv y las preguntas sobre la experiencia, se ha quedado anticuadas hace tiempo en el proceso de selección. La entrevista por competencias, o entrevista conductual aporta más valor e información sobre lo realmente importante en la persona: la habilidades y aptitudes del candidato.

Actualmente hay un tipo de entrevista, en la que se trabajan las competencias o respuestas basadas en posibles conductas ante acontecimientos que tienen relación directa o indirecta con las funciones del puesto o la organización para la que se postula. Pero quiero cruzar esa línea, ir un poquito más allá, e intentar detectar la capacidad emocional del entrevistado en lo que será su futuro puesto a través de lo que yo llamo la entrevista emocional (basada en los componentes de la Inteligencia Emocional propuestos Daniel Goleman),

Te cuento cómo lo hago, por si te sirve de ayuda en tu búsqueda de empleo o en tu trabajo como seleccionador. ¿Empezamos?

Tras analizar el cv y ver que perfil en caja con el puesto (para ello deberás tener claro la DPT, y si no es así, ya vas tarde…), preparo la entrevista con cuidado y diseño posibles situaciones que se puedan dar en su puesto de trabajo en las que pueda valorar los siguientes aspectos:

  • Autoconocimiento: creo contextos reales, tanto laborales como informales, en los que la persona que tengo en frente deba poner a prueba su capacidad para percibir los propios sentimientos, identificarlos y ponerles nombre. No busco a eruditos del diccionario emocional, busco a personas que conozcan sus emociones y me cuenten cómo las detectan y las denominan. Según la pericia del entrevistado, podría hasta trabajar su comprensión emocional, indagando sobre su capacidad para identificar los motivos que subyacen a dichas emociones.
  • Autocontrol: siguiendo en la misma línea, propongo varios escenarios laborales y cotidianos, donde el candidato pueda explicar su capacidad para gestionar las emociones que le generan. Aquí trabajo las emociones desde el punto de vista de su intensidad (alta o baja, siendo la ira una emoción con alta intensidad) y de su carga (positiva o negativa, siendo la ira una emoción con carga negativa).
  • Motivación: en esta parte lo que trabajo con el candidato es su capacidad de enfocarse hacia el logro de objetivos y su forma de hacerlo, de superar fracasos y asimilar aprendizajes emocionalmente intensos. Me gusta trabajar también la competencia de motivar a otros, si posee o no habilidades para transmitir pasión y dirigir hacia otros hacia los objetivos, sin tener que ser necesariamente un líder.
  • Empatía: en este apartado, intento navegar con el candidato en las aguas de las emociones ajenas y detectar su capacidad, pero principalmente su interés, por comprender las experiencias emocionales de los demás. Pero también me gusta saber el uso que le daría a esa capacidad, tanto en situaciones laborales como en otras del día a día.
  • Habilidades sociales: y por último, trabajo varias competencias necesarias para el éxito social. Aquí solamente trabajo 2 o 3 para no alargar mucho el proceso y no agotar al candidato, y su elección depende de los requisitos del puesto. Investigo sobre la capacidad para resolver conflictos físicos y verbales o su habilidad para negociar, buscando encontrar aquello más acorde a lo que necesita la organización y el candidato posee actualmente o puede desarrollar en un futuro.

Espero haberte ayudo en cualquiera de las situaciones en las que te encuentres, pero recuerda una cosa muy importante: puedo diseñar las preguntas y crear las situaciones, pero las respuestas están en la otra parte. Y unas veces encajan con lo que se busca, pero otras no…. Así que, seamos lo más sinceros posibles con nuestras emociones.

Imagen: Pixabay.com

*Artículo publicado originalmente en La Nueva Ruta del Empleo.

 

 

 

* Artículo publicado originalmente en www.sintetia.com, un lugar que te invito a visitar e investigar por todo lo que te puede aportar.

¿Cómo empezar a hablarte de algo que no es ni nuevo, ni está de moda, ni es cool, pero todo el mundo está empeñado en que así sea? Pues empezaré por el principio, y es que voy a hablarte de lo que es el coaching (y por ende, de lo que no es) desde mi visión como psicóloga. Intentaré hacerlo de la forma más objetiva posible, pero ¿cómo despojarme de mi profesión y de los conocimientos y experiencias adquiridos en estos últimos 20 años?

El coaching es una técnica, metodología, procedimiento o proceso, pero no una disciplina ni una profesión, al menos de momento. Es una forma de trabajar utilizada por diferentes profesionales y siempre enfocada a acompañar en la fijación y consecución de objetivos de las personas con las que se trabaja.

Tendrán que pasar todavía unos cuantos años, y pesados trámites burocráticos, para poder tratar formalmente al coaching como profesión y que su presencia en las universidades sea catalogada como una carrera profesional. Pero esa ya es una guerra en la que, al menos de momento, no me apetece entrar.

Los procesos de coaching (que así se denomina el término) se desarrollan en múltiples ámbitos: personal, ejecutivo, organizacional, etc. Aunque yo siempre he sostenido que al ser un proceso que se desarrolla con y para personas, es muy difícil separar los ámbitos en los que se intenta parcelar al coaching. Considero que, como cualquier disciplina en desarrollo, busca targets adecuados para los clientes a los que se dirige y se nutre de técnicas de marketing con el fin de ampliar mercados y al mismo tiempo, especializar su aplicación. Y no digo que no sea correcto, sino que me resulta muy complejo separar la parte personal, de la laboral, del rol… porque todos ellos forman parte del objetivo central del coaching: la persona.

Y ahora la pregunta del millón: ¿quién puede ser coach?Pues potencialmente cualquiera….cualquiera que posea unas determinadas competencias para desarrollar labores tan complejas (y satisfactorias) como las de acompañar a personas en procesos de cambios y mejora vitales. Te estoy hablando de saber escuchar, comunicar, empatizar, analizar, sintetizar. Pero también de ser honesto, ponerse al servicio del  otro, crear conciencia, aprender permanentemente y un sin fin de aptitudes que tienen más de actitud que de conocimiento.

Prefiero dejar a tu criterio la decisión final sobre qué tipo de profesionales podrían denominarse coach, aún así me gustaría aclararte algún punto que defiendo desde hace tiempo.

Para mí es primordial una formación sobre el comportamiento humano, sobre la estructura cerebral donde se asientan los procesos cognitivos básicos (memoria, aprendizaje, atención, razonamiento), y sobre todo, en psicopatología. Un profesional que trabaje aspectos del desarrollo personal y profesional de las personas, de la manera en la que pretende hacerlo el coaching, debe tener nociones más que profundas sobre los diferentes trastornos psicopatológicos que se pueden dar en el ser humano. Y no con el objetivo de diagnosticar, sino de discernir, de percibir, que “algo” no está yendo bien y no es objeto de este campo. Porque se me olvidó decirte al principio, que el coaching, no es terapia, ni psicoterapia, ya que no es psicología, al menos en parte.

Volviendo al tema de la titulación o certificación (eso da para otro post) necesaria, valora tú mismo qué profesiones tienen más vinculación con los aspectos que trata el coaching. ¿Puede ser más profesional un ingeniero que un psicólogo en estos aspectos? ¿Puede presentar más aptitudes de las citadas arriba un abogado que un terapeuta? Por supuesto! Pero ¿cómo determinar quién es apto y quién no?¿Qué tipo de criba podríamos utilizar? Si lo entendemos como una metodología transversal y de largo recorrido, sería más fácil comprender que cualquiera puede ejercer como coach. Pero si queremos hacer de ello una profesión, deberá ceñirse, al menos en parte, a los cánones de las disciplinas a las cuales quiere equipararse. Por lo tanto, creo que sería interesante tomarse en serio las horas mínimas de formación, los contenidos imprescindibles que deben abordar, la necesidades de tutorización y supervisión de prácticas, la necesidad o no de requisitos previos.

Todo esto ya lo hacen las principales asociaciones internacionales y nacionales, pero son eso, asociaciones. Se dedican a definir estos aspectos sobre los que sería realmente importante que empecemos a tener en cuenta para poder adquirir un criterio formado sobre el asunto. Y también a acreditar a todos aquellos que hayamos pasado/pagado por su formación, supervisión, requisitos, etc. ¿Qué consiguen con ello? Intentar (y digo bien, intentar) dotar de profesionalidad lo que de momento se queda en metodología, pero quizás no sea suficiente. Se necesitan más pasos para crear unas bases sólidas y poder hablar de una nueva disciplina. Cierto que los tiempos cambian, haciendo que determinados oficios queden en el olvido y dejen paso a nuevas profesiones. Pero ya que lo hacemos, hagámoslo bien, mejor que hasta ahora, al menos, y disipemos el espeso humo que se cierne sobre el término y todo lo que rodea el coaching. Ese humo tiene un origen, y cuanto primero lo atajemos, más claridad aportaremos al horizonte que tenemos frente a nosotros.

Antes de finalizar, no quisiera dejar de contarte que el origen del coaching no está en los años 70 con el famoso “The inner game of tennis” de W. T. Gallwey, sino que se remonta a la época de los filósofos griegos unos 400 años a. C. con el método socrático, una de las bases del coaching. Irónicamente, pretendemos poner de moda una nueva profesión basada en una disciplina destinada a desaparecer de las aulas como es la filosofía. Complejidades del ser humano…

¿Comprendes ahora por qué no puedo decir que sea algo novedoso? Quizás sea relativamente reciente su aplicación en el ámbito de la empresa, o la búsqueda de interesantes nombres comerciales, que además bañamos con la enjundia que dan los términos en inglés. Pero ayudar a que las personas lleguen a tomar consciencia de sí mismos y de sus vidas, a tomar decisiones sin miedos y a conseguir sus objetivos a través de la mayéutica (basado en preguntas), no es algo nuevo.

¿Por qué nos recomiendan marcar la diferencia y crear valor, y por otro lado, nos invitan a ser clones? Incoherencias del mercado la laboral y de la vida misma…

*En contra de lo que pueda parecer, Steve Jobs es para mí un referente como empresario de éxito y persona que supo luchar por sus ideas, un ejemplo a seguir.

Se acerca la Navidad y todos estamos cargados de buenos propósitos e intenciones positivas, de recomendaciones que suenan mejor según las decimos que el plantearnos hacerlas.

Por ese motivo he dudado de la temática del artículo, pero no puedo ir en contra de mis instintos creativos y de lo que realmente me apetece compartir esta semana. Siguiendo los principios de la asertividad, que guían una comunicación directa, sincera y respetuosa, me he tomado la libertad de hacer uso de uno de los derechos asertivos básicos: tengo derecho a no estar de acuerdo y expresarlo. Y en esas estoy…

¡No quiero ser Steve Jobs! Estoy cansada de títulos de libros y artículos donde aparece su nombre, recomendaciones en todas partes de cómo parecerse a él y llegar a conseguir sus éxitos, de cómo logró sus objetivos para que todos lleguemos a conseguir los mismos… Y es ahí donde me entran las dudas: si el mercado laboral me pide que me diferencie, que cree valor ¿cómo es posible que en cada artículo y post que lea, me recomienden ser como Steve Jobs? ¿Soy yo la única que encuentra cierta incongruencia?

De ninguna de las maneras quiero ni puedo ser como Steve Jobs, por el simple motivo de que no he vivido lo que él ha vivido, ni sentido, ni percibido, y por lo tanto es físicamente imposible. Pero además, en el caso de que lo quisiera ser, ¿lo quiero porque me apetece y puedo o porque el mercado laboral me empuja a ello? No puedo engañarme a mí misma (ni puedo permitir que los demás lo hagan) haciéndome creer que puedo llegar a ser alguien que no sea yo. Es tan sencillo y al mismo tiempo tan complejo… Quizás sería más adecuado, aunque más doloroso y complicado, que nos ayudasen a encontrar el equilibrio entre lo que somos, lo que el mundo quiere y lo que realmente podamos llegar a ser. Que las recomendaciones y pautas vayan más en la línea de aceptar las limitaciones, saber vivir con ellas y sacar partido a lo mejor de uno mismo. De mejorar todo lo posible, de adaptarse a lo que se demanda, pero en base a mis motivaciones, no con las que tuvo Steve Jobs.

Con esto no quiero decir que las historias de personas exitosas no nos alienten a seguir adelante, a crecer y aprender de sus experiencias, pero no nos engañemos: cada cual es cada cual. La parte positiva de todo esto, es que cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles, perfectamente imperfectos, como un diamante con aristas por pulir y deslumbrar. No nos empeñemos en ser quienes no somos, ya que nuestras aspiraciones son propias e intransferibles, además de dinámicas a lo largo de la vida y por lo tanto, no tienen por qué ser las de Steve Jobs. Cada uno de nosotros tiene un propósito de vida, que a veces cuesta descubrir, y ese propósito es nuestro, de nadie de más.

Por ello, también me gustaría compartir (que no aconsejar) sobre lo que a mí me ha ido funcionando a lo largo de estos últimos años a la hora de conseguir objetivos:

  • Conócete: pasas todo el día contigo mismo, tienes tiempo más que suficiente para conocerte, valorarte, discutir aquellos aspectos que no te gustan, los que hay que mejorar y adaptar, pero también para saber en lo que eres bueno, lo que haces mejor que muchos o incluso que nadie.
  • Acéptate: después de saber quién eres, admite en lo que quieres y puedes cambiar, ponte objetivos alcanzables y busca tu mejor versión. También admite aquello en lo que no estás dispuesto a negociar con nadie, en lo que te encanta y forma parte de tí.
  • Muéstrate: dile al mundo que estás ahí, enseña todo lo que puedes ofrecer y aportar vayas donde vayas, sin temores, sin dudas. Y lo harás bien, porque lo harás convencido de que eres tú mismo, y no un personaje creado para la ocasión.

Y tú ¿quieres ser como Steve Jobs o crearte tu propio camino?

Imagen: pixabay.com

Artículo originalmente publicado en La Nueva Ruta del Empleo.